¡La libertad de expresión de la Iglesia Católica!
¿Qué hacer? Ejercer nuestro derecho
La Iglesia en Cuba lleva casi 50 años perseguida y recortada en sus derechos fundamentales; sin embargo hace un tiempo reclamó con fuerza que tenía derecho a opinar frente a unos programas televisivos. Y dijo: «Si la Iglesia está en este país pues también tiene una voz, que no se impone, no hablo de imponer los criterios de la Iglesia, sino que debe tener un espacio para que se escuche y sea formativa de la conciencia moral»[1]. En España, el año 2013, la Conferencia Episcopal se pronunció sobre la ley del aborto, aludiendo su derecho a opinar: «La Iglesia habla, propone, ni legisla ni quiere legislar, no es su cometido. Pero puede y debe hablar sobre los principios rectores de la vida social de acuerdo con los derechos fundamentales de la persona. Lo hace en España y todos los lugares del mundo». Ello, continuaba el portavoz, Mons. Juan Antonio Martínez Camino, «no es ninguna presión sino la proclamación de las implicaciones de la fe y de la moral que se deriva de ella y que en este caso es una moral racional universal».
Como todos los actores y partícipes de la sociedad, la Iglesia tiene el derecho natural a la opinión según sus convicciones. Y ese derecho reclama para los demás actores sociales unos deberes: de escuchar, respetar, y dialogar. Discrepar si se quiere, pero no cancelar la participación de la Iglesia. Tiene la Iglesia el derecho a participar libremente en las cuestiones propias de la sociedad, por ende a opinar e instruir, sin que ello implique que tenga que forzar y obligar. Pero sí tiene derecho a enseñar y orientar. Ello se basa en el derecho al pensar libre y a tener juicios propios sobre moral y ética. Negar estos derechos a la Iglesia y sus miembros, es un atropello.
Entonces el camino en la búsqueda de la verdad y de una sociedad mejor, deberá tener para todos, incluyendo la Iglesia, estos elementos: respeto a los derechos de libertad de conciencia, ideas, expresión y opinión. Derecho al diálogo y a participar en el debate social. Derecho a que se respete la fama propia y a que sea sancionada cualquier tipo de amenaza de la misma, ya sea con burlas, mentiras, difamaciones o calumnias. Se tiene derecho a pedir respeto y tolerancia en el diálogo y a tener las mismas oportunidades que todos en el debate social.
A la vez es necesario que en ese camino se acuda al razonamiento, a la búsqueda de argumentos sólidos y a no dejar que se tengan por verdad opiniones sin fundamentos. Se necesita en este camino seriedad, altura y buen uso de la inteligencia. No actitudes bravuconas, insultos o ideas sueltas que no pueden ser sustentadas. Así como también el respeto a las opiniones divergentes a uno. Frente a determinados asuntos especialmente cruciales en la sociedad, con apertura y honestidad necesitamos un debate alturado, que con fundamentos y razones sólidas, nos lleven al bien común. Necesitamos elevar el diálogo y con sinceridad buscar lo mejor. Para lo cual la Iglesia reclama un derecho fundamental: que se le deje participar como a todos los demás.
[1] Ver: http://www.cubaencuentro.com/txt/cuba/noticias/la-iglesia-catolica-reclama-el-derecho-a-opinar-en-polemica-sobre-telenovela-cubana-18181.
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