PIURA: “Renuevo mi vida con Cristo y comparto los carismas con la Iglesia”

Perú Católico, líder en noticias.– Del 24 al 28 de febrero, la Oficina Diocesana de Educación Católica de Piura (ODEC – Piura), ha realizado un nuevo Curso de Actualización Docente y Formación Espiritual bajo el lema “Renuevo mi  vida con Cristo y comparto los carismas con la Iglesia”. La actividad, que se ha llevado a cabo en los ambientes de la Parroquia “Santísimo Sacramento” de nuestra ciudad, contó con la asistencia de cerca de 200 docentes de educación religiosa de los diferentes niveles de inicial, primaria y secundaria, pertenecientes a los colegios públicos y privados de nuestra Región. Nuestro Arzobispo Metropolitano Monseñor José Antonio Eguren Anselmi S.C.V., tuvo a su cago la inauguración de este importante curso de capacitación, cuya primera etapa presencial ha estado abocada a fortalecer la preparación doctrinal de los docentes y será complementada con una etapa de formación a distancia, que se extenderá hasta el mes de julio próximo, y en la que se ahondará en temas técnico pedagógicos.

A su llegada, Monseñor Eguren fue recibido por la Mg. Vilma Violeta Calle Pintado, Directora Encargada de la ODEC – Piura. Durante su participación, dirigió unas palabras a los profesores y reflexionó con ellos en torno a una selección de consejos tomados de los diversos mensajes y discursos que el Papa Francisco ha dado acerca de cómo ser un buen maestro de educación católica: “Queridos maestros, no olviden que la razón de ser de su vocación magisterial es el educar en la fe católica, es decir, mostrarles a sus alumnos la belleza de lo que significa ser cristiano. El curso de religión es la asignatura más importante de todas, porque es la única que responde a las preguntas fundamentales de la vida. La educación que nuestros niños y jóvenes reciben debe ser integral y por ello su labor de educar en la fe, implica una gran responsabilidad. La fe a la vez que ilumina la mente, transforma el corazón y nos vuelca decididos a la acción. En esto su misión educadora es complementaria a la misión de los padres de familia, que son los primeros responsables de la educación de sus hijos en lo humano y en lo cristiano. Son ellos quienes les confían a sus hijos. Por eso, tengan siempre al Señor Jesús como su modelo, busquen servir a sus alumnos y conducirlos a un encuentro vivo con Él, en quien la Verdad y el Amor se unen. Porque la Verdad sin el Amor es muy fría y el Amor sin la Verdad es ciego”.

“Con el Papa Francisco les pido -continuó nuestro Pastor- recuerden en todo momento que la enseñanza más importante de Jesús es la de Amar a Dios y amar al prójimo. Estas son las dos caras de una misma moneda. Y, ¿quién es el prójimo para un profesor? ¡El prójimo son sus alumnos! A ellos tienen que amarlos y ser en todo momento guía, dirección y respuesta a sus inquietudes. Pero sobre todo hay que amar con mayor intensidad a aquellos estudiantes que son los más rebeldes, los que aprenden menos, los más inquietos. Dedicarnos con mayor entusiasmo a quienes no quieren estudiar o para quienes es más difícil hacerlo, a los que se encuentran en condiciones de necesidad, a los discapacitados y a los extranjeros, que son para nosotros nuestros hermanos migrantes venezolanos. Todos ellos constituyen el gran desafío de la escuela. Por eso también es muy importante que un maestro rece constantemente, no solo por su misión, sino por sus alumnos. Den en todo momento un testimonio de vida y de esperanza cristiana a sus estudiantes. Sean personas maduras y equilibradas que actúen siempre con responsabilidad y seriedad. Que por su coherencia de vida se conviertan en un modelo a seguir para sus alumnos”.

“Finalmente les pido que no pierdan la ilusión por su vocación. Mantengan siempre viva esa pasión por el proceso de formación de la persona humana. Ustedes de algún  modo se convierten en padres espirituales de sus alumnos, y en ese sentido, su vocación es hermosa, porque les permite ver crecer a aquellas personas que han sido confiadas a su cuidado. No pierdan esa capacidad de asombro al ver día a día el crecimiento de sus alumnos, tanto como personas y como cristianos. Que la escuela no se convierta únicamente en un centro de necesaria y adecuada instrucción, sino que sea un centro de relaciones humanas. La escuela debe ser siempre una comunidad de amor, donde no haya lugar para las envidias ni las ambiciones y mucho menos para el bullying. Enseñen a sus alumnos a que vivan la acogida, el servicio y la amistad. Nadie les pide que sean súper maestros, pero esfuércense en vencer el individualismo, compartan siempre su trabajo con sus demás colegas, intercambien ideas sobre su labor educativa, cultiven la amistad entre ustedes, y no tengan temor de pedir consejo cuando lo necesiten. Siguiendo todas estas inspiraciones trabajen siempre con ahínco, sea cual fuere la institución educativa donde el Señor les ha confiado enseñar”, concluyó nuestro Arzobispo.

Muy emotivo fue el momento en el que de entre los maestros presentes, el profesor Walter Rivas Agurto, se acercó a saludar a Monseñor Eguren y le contó emocionado su testimonio como maestro. Destacó que a pesar de que no es fácil movilizarse por su silla de ruedas, esto nunca ha sido un impedimento para que en sus 30 años como docente, eduque a sus alumnos con la alegría que lo caracteriza. Contó además que desde muy pequeño se involucró en las labores pastorales de la Parroquia San Silvestre en su natal La Unión (Bajo Piura), lo que le permitió fundar la Asociación “Corazones Unidos por la Esperanza”, dedicada a ayudar integralmente a otras personas con habilidades diferentes. Por último el profesor Rivas nos cuenta su secreto para ser un buen maestro: “Hay que trabajar con el corazón y amar lo que haces. Estar siempre pendiente de tus alumnos, conocerlos, escucharlos, ayudarlos, buscar lo mejor para ellos. Cada uno es mundo diferente y algunos a pesar de ser tan pequeños, vienen cargando sus problemas. El profesor es a veces el que más tiempo pasa con ellos y puede hacer mucho más que sólo formarlos académicamente”.