Representación pictórica o escultórica de los cuatro evangelistas mediante símbolos, casi siempre alados: el hombre o el ángel (san Mateo), el león (san Marcos), el toro (san Lucas) y el águila (san Juan). Aparecen con frecuencia repartidos individualmente.

El tetramorfos es la representación simbólica de la vida de Cristo: nace como hombre, vive con la superioridad del león, muere sacrificado como buey y asciende al cielo como águila.

¿Por qué a los cuatro evangelistas se les representan como a un ángel, un león, un buey y un águila?

Es muy habitual en el arte católico, encontrar representados a los evangelistas.

Los cuatro autores de los Evangelios (San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan) han sido relacionados simbólicamente con los cuatro seres vivientes del Apocalipsis 4,7:

“El primer Viviente, como un león; el segundo Viviente, como un novillo; el tercer Viviente tiene un rostro como de hombre; el cuarto viviente es como un águila en vuelo.” Ap 4,7.

Tradicionalmente se suele representar a los cuatro evangelistas mediante cuatro símbolos.

El orden en el que aparecen en el Nuevo Testamento son:

– El ángel (un hombre con alas): Mateo.

– El león: Marcos.

– El buey: Lucas.

– El águila: Juan.

Mateo se simbolizó con un ángel (un hombre con alas) porque su evangelio comienza con la lista de los antepasados de Jesús, el Mesías: Mt 1,1-16. Esta lista es de gran valor para este evangelio porque presenta a Jesús como hijo de David (el más importante de los reyes) e hijo de Abrahán (el padre del pueblo de Dios).

uan es representado por un águila, la mirada dirigida al sol, porque su evangelio se abre con la contemplación del Jesús-Dios: Jn 1,1.

El evangelio de Juan fue el último en aparecer, y no se escribió en pocos días. Lo escribieron los discípulos de Juan. Una de las características del Jesús del evangelio de Juan es esta: el Maestro nos conoce a cada uno de nosotros mejor de lo que nos conocemos nosotros mismos: Jn 1,48. Poco más adelante dice que Jesús “no necesitaba que le informasen de nadie, pues él conocía muy bien el interior del hombre.” (Jn 2,25).

El águila se considera el «pájaro solar», imagen del fuego, de la altitud, de la profundidad y de la luz; es el ave que posee una vista penetrante, comparable al «ojo que todo lo ve», capaz de elevarse por encima de las nubes y de mirar fijamente el sol, por lo que simboliza todo estado trascendente, la potencia más elevada, la contemplación, el genio y el heroísmo.

Es el símbolo de la ascensión espiritual, que la mantiene elevada en las alturas. El Evangelio de Juan, al que Clemente de Alejandría llamó «evangelio espiritual», es el más profundo, simbólico, contemplativo y teológico de los cuatro y, en tal sentido, el que se eleva sobre los demás. El de Juan es el único evangelio no sinóptico.

Lucas se ha simbolizado mediante un buey o un toro porque su evangelio comienza con la visión de Zacarías en el Templo, donde se sacrificaban animales como bueyes, terneros y ovejas.

El evangelio de Lucas comienza y termina en el Templo; los Hechos de los apóstoles constituyen la segunda parte del evangelio de Lucas.

Si en el evangelio encontramos el camino de Jesús, en los Hechos tenemos el camino de las comunidades que siguieron a Jesús. El libro de los Hechos termina llegando Pablo a Roma, ciudad que, para Lucas, representa “los confines del mundo”.

Marcos se simboliza con un león porque su evangelio comienza con la predicación del Bautista en el desierto, donde había animales salvajes.

Su evangelio fue el primero en escribirse (en la década de los años 60 después de Cristo) y sirvió como texto de catequesis para los que se preparaban para recibir el bautismo.

Es el evangelio más corto y el hecho de que comience presentando a Juan Bautista en el desierto es muy importante.

Para el pueblo de la Biblia, el desierto representaba, entre otras cosas, el lugar donde se fraguan los nuevos proyectos. Esto es lo que hizo el pueblo de Dios cuando salió de la esclavitud de Egipto.