¿Cómo podemos definir lo bueno para todos?, por Johan Leuridan Huys

Ha surgido una tendencia de reconocer al otro. Es una tendencia importante que contribuye a una actitud positiva frente a otras razas, homosexualidad, feminismo, indigenismo etc. Sin embargo, no es suficiente respetar las diferencias. La ética no solo busca el respeto para las diferencias sino es la búsqueda de los deberes que valen para todos. Necesitamos normas universales. Por ejemplo, los derechos humanos. No somos solo diferentes sino también existen vínculos entre todos. La ética no es solo reconocer la diferencia del otro sino ver al otro como un ser humano que comparte la responsabilidad de poder vivir juntos. La pregunta es ¿cómo podemos encontrar normas universales?
Para Aristóteles el ser humano es un ser social y político (la familia y el Estado) que se realiza en relaciones caracterizadas por la virtud de la justicia. El bien del ser humano es político y social, basado en principios de la justicia. Previo a cualquier contrato o ley, existe en el ser humano el conocimiento moral de los fines, principios, virtudes o valores que fundamentan y posibilitan entender las leyes. Previamente a la investigación sobre la organización del Estado necesitamos definir cómo queremos vivir. Necesitamos saber que significa el bien para el ser humano. Los principios dependen de la definición del bien común.
La filósofa Martha Nussbaum considera que los filósofos actuales siguen con la idea del contrato social. Ellos han abandonado las ideas fundamentales de la tradición como los derechos de la naturaleza y el respeto a la dignidad humana. La filosofía del procedimiento o del contrato supone que todo anda da bien en la sociedad y que el contrato es un acto de justicia.
Muchos filósofos actuales, como es el caso de la filosofía analítica, quieren derivar los principios por vía procedimental, partiendo de propia situación del contrato. En otras palabras, no van directamente a los resultados para evaluar su validez moral. Diseñan un procedimiento y confían en él para generar un resultado justo. En la práctica la filosofía de consenso no encuentra aplicación en las culturas que hallan más placer en las discusiones que en el consenso. Las teorías del contrato social establecen que la persona debe salir de su estado de naturaleza por el beneficio mutuo, cuyo bien es apolítico. El contrato es un proceso en el cual cada uno busca su propio bien. Los filósofos del contrato abandonan toda referencia a unos derechos naturales, pues consideran que estos vienen generados por el procedimiento mismo del contrato (cuyo resultado siempre será a favor del más fuerte). La autoridad indica las normas para el comportamiento. Lo observamos hoy en día por la imposición de la teoría de género, hasta con amenazas económicas. Los poderes económicos y los organismos internacionales se presentan como los únicos que pueden ofrecer la “seguridad” en un mundo sin rumbo. El procedimiento elimina la libertad de la conciencia. “Un ser humano se destruye con una política sin principios, con la inteligencia sin sabiduría, con negocios sin moral, con la ciencia sin humanidad, con el amor sin sacrificio y el don de sí (Gandhi).
El ser humano solo será plenamente ser humano por su conciencia personal. Y el despertar de esta conciencia es una respuesta personal a una invitación del misterio. El que escucha a su conciencia se confía totalmente al misterio. El filósofo, Gabriel Marcel ha expresado mejor que nadie esta idea: creer, esperar, amar son para él actitudes fundamentales, del ser humano auténtico, antes de convertirse en actitudes cristianas. Afirmar la existencia de Dios es afirmar la existencia del ser humano. La dependencia de Dios es al mismo tiempo don de nuestra libertad y la exigencia de ejercerla por medio de la razón, el amor y la justicia. El ser humano participa en la ley eterna de Dios. Leemos en la carta a los Romanos, 2, 14-15: “Cuando los paganos que no tienen ley, cumplen naturalmente lo que manda la ley, están escribiendo ellos mismos esa ley que no tienen, y así demuestran que las exigencias de la ley están grabadas en sus corazones. Serán juzgados por su propia conciencia.”

Dominico. Doctor en teología. Miembro honorario de la Sociedad peruana de Filosofía. Ex decano de la USMP.