Domingo Solemnidad de Pentecostés

La liturgia prepara este gran día con una vigilia especial, que algunos grupos de fe celebran de manera similar a la Vigilia Pascual.

En ella se recuerdan las palabras de Jesús que gritaba, en el día de la Fiesta de las tiendas (Ese día el sumo sacerdote sacaba agua de la piscina de Siloé y con ella rociaba el altar):

“El que tenga sed que venga a mí y beba el que cree en mí; como dice la Escritura “de sus entrañas brotarán ríos de agua viva”.

Jesús con estas palabras se proclama como la fuente de agua viva a la que todos debemos acercarnos.

El agua prometida por Jesús brotó el viernes santo de su costado abierto y ahora es el Espíritu Santo quien nos la da abundantemente.

La fiesta de Pentecostés va por el interior de los corazones y los transforma en la medida en que colaboran con Él, porque nunca fuerza nuestra libertad.

Jesús, pues, completa su misterio salvador, enviándonos su Espíritu Santo tal como lo había prometido hacer Él mismo juntamente con el Padre.

¿Cuál es la obra del Espíritu Santo?

Vamos al prefacio que enseña:

“Para llevar a plenitud el misterio pascual, enviaste hoy el Espíritu Santo sobre los que habías adoptado como hijos, por su participación en Cristo.

Aquel mismo Espíritu que, desde el comienzo, fue el alma de la Iglesia naciente; el Espíritu que infundió el conocimiento de Dios a todos los pueblos; el Espíritu que congregó en la confesión de una misma fe a los que el pecado había dividido en diversidad de lenguas”.

Como ves hay muchas cosas que meditar en este prefacio y te invito a que lo hagas personalmente.

El Espíritu Santo viene  a crear la unidad que pidió Jesús tantas veces para los suyos.

Sin el amor, que eso es el Espíritu Santo, jamás habrá unidad verdadera sino intereses mezquinos.

  • El libro de los Hechos nos cuenta que “estaban todos juntos en el mismo lugar” (qué necesario es que nosotros estemos juntos para ser eficaces).

Precisamente en los últimos días hemos visto paneles en los que se dice “juntos podemos”…

Además “estaban sentados” que es una actitud de reflexión, conversación y ¿oración?

Las ráfagas de viento y el fuego nos llevan a recordar los momentos de Moisés en el Sinaí cuando se llenó del Espíritu de Dios que transformó hasta su rostro.

Esos fueron los signos externos que empleó el Espíritu Santo para transformar a los apóstoles, apocados y cobardes, en grandes misioneros.

Así veremos cómo Pedro, que por miedo negó a Jesús, en este día se levantará a predicar que Jesús crucificado ha sido glorificado hoy y ha derramado el Espíritu Santo sobre la Iglesia. Más aún, llama a todos para que participen de la redención de Cristo.

Para que tuviera eficacia su venida, el Espíritu Santo hizo el milagro del don de lenguas, por el cual todos los judíos de la diáspora, es decir repartidos por todo el mundo, pudieran entender perfectamente a los apóstoles a pesar de la diversidad de lenguas.

Son diecisiete las lenguas que recoge el texto. Ese número indica universalidad y perfección. De esta manera Dios llama a todos los pueblos a la Iglesia de Jesús.

  • En el salmo responsorial repetiremos “envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra”.

Y glorificaremos a Dios con el salmo 103:

“Bendice alma mía al Señor: ¡Dios mío qué grande eres! Cuántas son tus obras Señor, la tierra está llena de tus criaturas… gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras…”

  • San Pablo recordará a los romanos que “vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al Espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo”.

Una hermosa lección del capítulo 8 en la que resaltamos estas palabras.

“Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios”. No lo olvides: ¡el Espíritu Santo nos hace hijos de Dios!

  • Secuencia de Pentecostés

Se trata de un bellísimo himno para este día. Ojalá lo profundices:

“Espíritu Divino… Padre amoroso… Don… Luz… Fuente… Dulce huésped… Gozo… Divina Luz…”

Todos estos títulos y muchos más, te ayudarán a entender lo que la Iglesia pide en su oración al Espíritu Santo.

  • El Evangelio recoge la promesa de Jesús en el cenáculo que se cumple en este día de Pentecostés:

“El Espíritu Santo que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho”.

  • Con la Iglesia repitamos nuestra llamada especial al Espíritu Santo en este día con estos tres gritos llenos de esperanza:

“¡Envía tu Espíritu Santo!”

“¡Ven Espíritu Divino!”

“¡Ven Espíritu Santo y llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor!”

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo