Perú Católico, líder en noticias.– La liturgia de este día es riquísima y puede llenar nuestros sentimientos más profundos de fe y también de amor a Jesús, que se entregó plenamente por nosotros.

Haremos unas breves reflexiones para ayudarnos en esta interiorización.

  • Prefacio

Comenzaremos con el prefacio que siempre centra las fiestas importantes:

“Jesús, siendo inocente, se entregó a la muerte por los pecadores, y aceptó la injusticia de ser contado entre los criminales. De esta forma, al morir, destruyó nuestra culpa y, al resucitar, fuimos justificados”.

En estas palabras nos centra la Iglesia en la Pascua del Señor, para que nunca nos quedemos en el sufrimiento y la muerte, sino en la resurrección que nos salva.

  • Evangelio antes de la Misa

Normalmente en un lugar cercano, pero fuera de la Iglesia, se lee el Evangelio de los ramos para centrar la celebración especial de este día que se llama, precisamente, Domingo de Ramos.

Escucha y medita.

Me imagino que tú estás de pie con un ramo entre las manos. Quizá una palma trenzada, quizá un ramo de olivo…

¿Lo llevas porque lo compraste por uno o dos soles?

¿Y ponerte así en la fila de los que van en la procesión?

Por si acaso te advierto que eso no hace feliz.

Medita que si tú estás ahí parado, es por un compromiso de fe, porque quieres acompañar a Jesús confesando públicamente esa fe, y prepara de todas maneras tu corazón para defender a Jesús cuando llegue el viernes santo.

  • Isaías

Profetiza los sufrimientos de Jesús con muchos detalles, hasta el punto que se llame a este profeta el quinto evangelista.

Fíjate en los detalles con que Isaías cuenta los tormentos del “siervo del Señor”.

Por encima de todo “el siervo” reconoce la ayuda de Dios más fuerte que los tormentos que sufre.

  • Salmo responsorial 21

Es el salmo de los por qué.

A todos nos viene esta pregunta ante el sufrimiento. En el caso es el profeta el que va describiendo los ultrajes que sufre el Señor, que con gran dolor, pregunta a Dios:

“¿Por qué me has abandonado?”

Cuando medites el salmo te encontrarás con detalles como éste que aparecerá en la lectura del Evangelio:

“Se reparten mi ropa, echan a suertes mi túnica”.

Por tu parte, no dejes de preguntarte el por qué, ni dejes de preguntárselo a Dios, pero pídele al mismo tiempo mucho amor y resignación.

  • San Pablo

El apóstol cuenta a los filipenses las humillaciones de aquel hombre que es verdadero Dios, pero como dejando de lado su “categoría divina”, acepta la peor muerte, la de cruz.

Sin embargo, una vez más quiere la liturgia que hoy oigamos la exaltación de Jesús, llegando a decir que toda lengua tiene que proclamar:

“Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre”.

De esta manera Pablo nos invita también a que, frente al que sufre, reflexionemos pensando que Jesús se esconde en cada ser sufriente.

Ten claro que Jesús no va a morir ni va a resucitar en esta semana.

Eso ya sucedió, pero nos permite revivirlo en la fe y el amor y sobre todo en la celebración de la Eucaristía.

Jesús quiere que lo descubras hoy en cada hombre o mujer que sufre y que le ayudes en la medida de tus posibilidades.

  • Evangelio

Hoy leemos la pasión de Jesucristo según San Lucas.

Te invito a leerlo en tu casa. Toma la Biblia tú a solas y medita largamente y con paz.

Piensa cuánto sufrió Jesús y también cuánto sigue padeciendo en la humanidad de hoy y comprométete a aliviar todo el dolor que te sea posible de los demás.

Finalmente, mientras lees la Pasión del Señor considera con cuál de los personajes que intervienen en el largo relato te ves tú retratado.

¿Te sientes a gusto con el papel de Judas, de los otros apóstoles que abandonándole huyeron, de los que gritaban: ¡muera, crucifícalo!, o de la Magdalena o quizá con San Juan?

En este día pide mucho amor y procura que el hecho de llevar entre tus manos la palma te haga más valiente en el futuro.

José Ignacio Alemany Grau