Homilía del III Domingo de Adviento: Tú no eres la luz, pero sí testigo de la luz

Qué hermoso y motivo grande de alegría este tercer domingo de Adviento («Gaudete»).

Hoy nos encontramos con Juan Bautista en la vida de Jesús. El evangelista lo describe así:

«Surgió un hombre enviado por Dios que se llamaba Juan: este venía como testigo para dar testimonio de la luz… No era él la luz sino testigo de la luz».

Juan es nuestro modelo.

Tenemos un trabajo que hacer en la Iglesia: la humildad. Sabemos que no somos la luz, pero sí somos capaces de llevar a todos la Luz.

  1. Isaías

Nos habla de la fuerza del Espíritu del Señor que ungió a Jesús y nos unge a quienes lo seguimos.

Con Jesús el gozo más grande: «Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo».

Bellas comparaciones las de Isaías que nos habla del fruto de la presencia del Espíritu Santo:

«Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia» en quienes se dejen guiar por el Espíritu.

  • Salmo responsorial

La liturgia nos presenta el Magnificat para que nosotros hagamos el nuestro meditando en tantos detalles que hemos vivido, como regalos del Espíritu de Jesús en nosotros.

Les invito a recordar y agradecer y repetir, en cuanto nos toca:

«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi Espíritu en Dios mi Salvador» que me hizo hijo suyo con el bautismo y me ha permitido recibir a Jesús bajo las especies de pan y vino, y poder tener la fuerza de Dios para crecer en mi vida espiritual y dar fruto abundante.

  • San Pablo

Hoy la liturgia nos recuerda estas palabras del apóstol a los Tesalonicenses:

«Estad siempre alegres».

Por eso llamamos a este domingo el «Domingo de la alegría» («gaudete»).

Con este fin, Pablo nos da un gran consejo:

«Sed constantes en la oración. Dad gracias en toda ocasión porque esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto a vosotros».

A continuación, el apóstol nos pide que no apaguemos en nosotros la fuerza del Espíritu Santo y, de una manera muy concreta, nos dice:

«Examinadlo todo y quedaos con lo bueno».

Tengamos en cuenta que no nos conviene aceptar todas las ideas o ideologías de los demás sino examinarlas antes a la luz del Espíritu, a la luz de la fe.

  • Verso aleluyático

Recuerda el momento de Jesús en la sinagoga de Nazaret cuando, ante todos sus vecinos, Jesús, con sencillez se aplica las palabras de Isaías que también hoy recordamos en la liturgia:

«El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres».

  • Evangelio

Hoy San Juan evangelista nos invita a hacernos una serie de cuestionamientos similares a las que le hicieron los judíos, enviados desde Jerusalén, al Bautista:

(1) Aclara quién no eres.

Todos tenemos el peligro de dejarnos llevar de nuestro orgullo y vanidad y creernos lo que no somos. Es bueno recordar que Adán y Eva se creyeron que iban a ser Dios y nos trajeron tanto daño a toda la humanidad.

Con libertad y fuerza, como el Bautista, digamos libremente: «Yo no soy…».

(2) Imitando al Bautista comprometámonos a ser una simple voz que repite las enseñanzas del Señor que habló y sigue hablando también hoy.

Será posible si vives en la humildad de Juan que afirma que no es digno de ser esclavo de Jesús, ya que el desatar o llevar las sandalias del señor era propio de los esclavos.

Finalmente, aprendamos la humildad de Juan y alegrémonos con él por el Mesías que viene a salvarnos a todos.

José Ignacio Alemany Grau, obispo