En este Domingo IV de Pascua la liturgia nos habla del Buen Pastor y nos invita, de distintas formas, a seguir su ejemplo.

  • Hechos de los Apóstoles

Tras el versículo 14 del capítulo 2, nos presenta el resultado maravilloso de la evangelización kerygmática que Pedro dio al pueblo de Israel la mañana de Pentecostés:

«Al mismo Jesús a quien vosotros crucificasteis Dios lo ha constituido Señor y Mesías».

El fuego del Espíritu a través de la inquietud apostólica de Pedro dio su resultado y la multitud preguntó:

«¿Qué tenemos que hacer, hermanos?».

Pedro, que ha anunciado bien, ahora da una auténtica respuesta para todos, los de entonces y los de ahora:

«Convertíos y bautizaos en nombre de Jesucristo para que se os perdonen los pecados y recibiréis el Espíritu Santo».

Seguramente que nosotros de alguna forma ya hemos realizado esto, pero será bueno que examinemos cómo hemos seguido a lo largo de nuestra vida.

Lucas nos dice el resultado de aquella predicación:

«Aquel día se les agregaron unos tres mil».

Pidamos a Jesús el celo apostólico que nos enseñaron los apóstoles en la Iglesia.

  • Salmo 122

El salmo responsorial, lógicamente, es el del Buen Pastor y no por saberlo, posiblemente de memoria, debemos dejar de meditarlo hoy:

«El Señor es mi pastor, nada me falta… Me guía por el sendero justo… Preparas una mesa ante mí…» y sentimos el gozo y la felicidad de que «tu bondad y tu misericordia nos acompañan todos los días de nuestra vida».

  • San Pedro

En este día nos invita a imitar a nuestro Buen Pastor, Cristo, que padeció su pasión por nosotros y así nos dejó un ejemplo para que sigamos sus huellas.

Él fue el ejemplo luminoso que nunca cometió pecado ni engañó a nadie, mas soportando todos los sufrimientos «cargó con nuestros pecados, subió al leño, para que… Vivamos para la justicia».

Tengamos siempre presente que «sus heridas (las heridas de Jesús) os han curado».

Gracias a este gran don «habéis vuelto al Pastor y guardián de vuestras vidas».

  • Verso aleluyático

San Juan nos recuerda lo fundamental del Evangelio de este día, con palabras de Jesús:

«Yo soy el Buen Pastor. Conozco a mis ovejas y las mías me conocen».

Si es bello conocer a Jesús, más importante es, todavía, que Él nos conozca porque nos da seguridad.

  • Evangelio

El evangelio de este día pertenece a San Juan (Jn 10) que confirma la descripción que Jesús ha hecho de sí mismo para invitarnos a confiar en Él:

«Yo soy la puerta de las ovejas… Quien entre por mí se salvará, y podrá entrar y salir y encontrará pastos».

Es muy bello el servicio que hace Jesús como Buen Pastor en esta comparación, a través de la cual nos enseña cómo quiere a las ovejas y cómo las lleva a los mejores pastos, para que puedan encontrar la felicidad lejos de los enemigos que las persiguen.

Termina nuestro párrafo de hoy con esta comparación que hace el mismo Jesús:

«El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia».

No olvidemos nunca que cuando Jesús habla de vida, habla de la Vida. Para que la podamos tener en abundancia Él nos dejó, en la Eucaristía, su cuerpo como alimento:

«Yo soy el pan de la Vida».

José Ignacio Alemany Grau, obispo