Iglesia en Ayacucho en tiempos de pandemia y los inicios

En marzo, a mediados de mes, se inicia con una cuarentena provocada por la pandemia COVID19, algo que se pensaba que sería solo de poco y corto tiempo, a la semana, el 21 de marzo, tuvimos la visita de dos ancianas que se sostenían vendiendo canchitas embolsadas, de arroz y de maíz, diciendo que ya no tenían qué comer y que lo que tenían para vender les había servido para alimentarse hasta este momento, en que se acercaron a la parroquia; le hemos ayudado con lo que teníamos para nosotros en parroquia y al rato, poco tiempo después, dos hombres en edad de trabajar, y a la vista personas que trabajaban, se acercan de igual modo ya impotentes con la situación personal y familiar, diciendo yo puedo soportar todavía un poco más, pero los niños, los chicos no perdonan, ellos tienen hambre y ya, y nosotros no podemos ni con las cuentas del banco porque tenemos que dar cuotas para pagar el carro que hemos adquirido para hacer taxi.

Nos pusieron entre la espada y la pared, pero puesto la cosa así pensamos, creo que podemos ayudar; hablaremos con amigos y vecinos y les diré ‘Ayúdanos a ayudar’, porque ésta es la situación; se convocó al consejo pastoral parroquial, que en ese momento estaba ya solo en una persona, los demás tenían que estar haciendo sus cosas con sus familiares en sus lugares de origen o de sus padres y en el campo donde estarían mas seguros, convocado el Prof. Wilfredo Perlacios Campos, vemos no solo ese problema sino también de los indigentes y de muchas personas y familias que estaban ya entrando a situación de desesperación e inmediatamente manos a la obra comenzamos con llamar y comunicarnos con amigos, el por su parte con recursos propios para saldar ese día y algunas familias empezamos esta campaña, diciéndonos a nosotros mismos “Ayacucho Puede”, y nos metimos en esta aventura que de verdad ha dado muchas satisfacciones, se han movido personas de buena voluntad, personas que hacen empresa, personas que tenían ganas de ayudar a los demás y no podían como encaminarlos, el sindicato de trabajadores del poder judicial, se matriculó con cantidad de víveres que tuvimos que repartir por diferentes zonas, ya no veíamos solo jurisdicción parroquial, creo que en este tiempo de crisis y para la caridad no hay jurisdicciones.

Lo de los indigentes que era la tarea mas urgente, salió como por arte de magia, de una convocatoria que recibimos de la municipalidad, que junto con la Fiscalía y la Beneficencia Pública, también se estaban planteando la cuestión ya que si son inmunes, servirían al menos como vehículo de transporte o contagio a los demás, pro tanto al ser los mas vulnerables también tenían que ser internados en un lugar seguro, protegido del frio y con alimentos, y surgió la linda idea del albergue, para la cual, cito textualmente la expresión, teníamos que saltarle directo a la yugular del gobernador regional, para que nos diga un lugar para este fin, pensábamos en los locales del antiguo hospital que hasta ese momento, nosotros no sabíamos que estaba pensado para una atención propiamente Covid, y por tanto le dejamos con la idea y el encargo y la responsabilidad al gobernador, que en 2 días, nos responde diciendo que con conversación con la universidad se utilizaría para albergue los locales del ex colegio Guamán Poma de Ayala, a lo cual acudimos con los voluntarios del Movimiento Juvenil Misionero Juan Pablo II de la parroquia y otras personas voluntarias, que activamos de inmediato el funcionamiento del albergue.

Los víveres comenzamos a repartirlo solo en parroquia, y creamos una brigada de voluntarios, para acercarse a las familias y ancianos en sus propias casas, hemos comenzado, a los que venían a parroquia, empadronándolos primero y así poder tener una base de datos que al final tuvimos que abandonar, porque era demasiado el tiempo que se utilizaba y propiciaba la aglomeración y comenzamos a repartir a la buena de Dios, aparecieron incluso muchos extranjeros que a la vista estaban y eran mejor organizados que los nuestros.

Después les cuento la segunda parte que es todavía más interesante. Gracias, Dios, por habernos hecho tu mano para alcanzar tu misericordia a los que más necesitan.

Pbro. Percy Quispe Misaico