La carrera digital de los medios católicos, sus retos y fracasos, por José Antonio Varela
Corría el año 1988 y, en un encuentro de comunicadores católicos en Lima, un lúcido conferencista decía: “Estimo que estamos perdiendo bastante tiempo en el asunto de los satélites, un tiempo que será siempre más difícil de recuperar”.
Sin embargo, no había terminado de colgar el teléfono dicho conferencista y ya en 1991 el mundo empezaría a asombrarse con la aparición pública de la World Wide Web (www) o Red informática mundial, aquel lenguaje de hipertexto “que permitiría vincular y acceder a información de diversos tipos como una red de nodos, en los que el usuario puede navegar a voluntad”, tal como lo definieron sus creadores Tim Berners-Lee (británico) y Robert Cailliau (belga).
Gritar desde los techos
Con el tiempo, se dio el boom de la presencia de la Iglesia mediante webs de todo tipo, ofreciendo contenidos multimedia y colaborativos gracias a la irrupción en el 2004 de la Web 2.0 (aplicativos, redes sociales, alojamientos de audio, fotos y videos, wikis, blogs…), lo que convirtió literalmente al “emisor en su propio mensaje”.
Esto ha traído un verdadero alivio por la independencia que otorga frente al muy decaído sistema de concentración de medios, en general mercantilistas, ideologizados o bajo censura. Pero a la vez, responde a un modelo de comunicación de alto riesgo, por el desenfreno de información ofrecida, que en el peor de los casos es falsa, anárquica o acosadora.
La Voz Católica se interrumpió el 27 de junio del 2008; el 13 de septiembre de 2013 reapareció gracias al clamor de los católicos hispanos y la voluntad de sus líderes religiosos en la Arquidiócesis de Miami, pocos días después de celebrarse la fiesta anual de la Virgen de la Caridad y en vísperas del Mes de la Hispanidad, para continuar su misión como si ésta no se hubiera interrumpido cinco años atrás. Su primer número vio la luz en la imprenta Supreme Printing, que a la sazón radicaba en El Doral; a la izquierda tenemos una vista de la rotativa en el momento en que iniciaba su giro para producir los ejemplares que poco después recibirían los feligreses hispanos del sur de la Florida.
Ante estas alarmas, y tal como enseña San Pablo a los Gálatas, que “no nos cansemos de hacer el bien”, la Iglesia ha dado pasos colosales en el ciberespacio. Vemos así cumplida la profecía dicha hace cien años por el beato Santiago Alberione, fundador de la familia paulina: “Llevar la palabra de Dios, a los hombres de hoy, con los medios de hoy”.
La prensa en la red
Dentro de este gran espectro se ubica una disciplina, que por su labor divulgativa, debería llevarse el título de ser la profesión más antigua del mundo: el periodismo. Lo hay de todos los pelajes, sea social, político, económico, ambiental o religioso.
Por eso llama la atención cómo de modo pragmático, algunos suprimieron las ediciones impresas de los periódicos católicos, aún antes de la cuarentena, debido a que encontraban de este modo una manera de ahorrar dinero. “Se ha puesto a la economía por encima del Evangelio”, frase con la que editorializó El Observador de la Actualidad, de la diócesis mexicana de Querétaro, citando al director de la revista estadounidense America.
En estos tiempos de conectividad total, donde aún existe una brecha para algunos adultos mayores, los enfermos o los presos (y ni qué decir de quienes cuidan sus datos de internet como oro en polvo), la edición impresa sigue cumpliendo con un rol apostólico insustituible. Abandonarlos a ellos, sería “escapar por la puerta trasera”, como concluye el editorialista mexicano.
Ni copiar ni pegar
A fin de analizar el mensaje del Santo Padre Francisco, difundido durante la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2020, los comunicadores católicos de la Arquidiócesis de Lima organizaron en mayo último un webinar, donde tuvieron voz propia cuatro comunicadores y periodistas de diversos países.
En el panel participaron la Hna. Jessica Mostacero, religiosa de las Hijas de San Pablo de Bolivia y el periodista Jorge Domínguez-López, editor del periódico Nuestra Voz de la Diócesis de Brooklyn. Asimismo, los periodistas Rosa Die Alcolea, editora en español de la Agencia de Noticias Zenit desde España y Franco Segura, director del Portal de Noticias Perú Católico.
La Hna. Mostacero explicó el marco teórico del mensaje del Papa, cuya clave de lectura es la invitación a tejer historias, sean estas buenas o malas. Por ello, debemos tener tres actitudes importantes: la valentía para tomar conciencia, la paciencia y el discernimiento.
Por su parte, el periodista Jorge Domínguez-López manifestó que el reto de su labor es recordar las raíces cristianas de los pueblos allí presentes, y reflejar las tradiciones y devociones que alimentaron la fe de los inmigrantes desde la niñez, junto a la historia de la iglesia local.
La periodista Rosa Die dijo que ellos seleccionan para los lectores aquellas noticias, artículos importantes e historias cercanas y comunes, que les ayudan a acercarse a Dios. Y que cuanto más legibles, amenas y comprensibles sean nuestras palabras y estructuras, el lector se sentirá más cerca del autor.
A su turno, el director del portal de noticias Perú Católico y también periodista, Franco Segura, explicó que no todas las historias son buenas, mencionando que casi no nos damos cuenta de cómo nos volvemos ávidos de chismes y de habladurías, ni de cuánta violencia y falsedad consumimos. ¿Cómo reconozco una historia buena?, preguntó. “Cuando te llena el corazón”.
Corresponde entonces salvaguardar la prensa católica, que es parte consustancial del devenir de la Iglesia moderna y contemporánea.
Por José Antonio Varela, originalmente publicado en la página web de la Arquidiócesis de Miami.
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