Nadie es condenado en esta tierra a estar separado para siempre de Dios
El primero, dirigido a toda la comunidad diocesana corresponde a un versículo del Salmo Responsorial: «Un río y sus canales regocijan a la ciudad de Dios». Sí, porque como afirmó el Santo Padre, “los cristianos que viven en esta ciudad son como el río que brota del templo: llevan una Palabra de vida y de esperanza capaz de fecundar los desiertos de los corazones, como el torrente descrito en la visión de Ezequiel”.
“ Que el Señor se regocije al vernos en movimiento, dispuestos a escuchar con el corazón a sus pobres que le gritan. Que la Madre Iglesia de Roma experimente el consuelo de ver una vez más la obediencia y el coraje de sus hijos, llenos de entusiasmo por esta nueva estación de evangelización ”
Percibir la presencia y la acción de Dios en la ciudad
El Papa invitó a la feligresía a encontrar a los demás, entrar en diálogo con ellos y escucharlos con humildad, gratuidad y pobreza de corazón:
“Los invito a vivir todo esto no como un gran esfuerzo, sino con una ligereza espiritual: en lugar de dejarse atrapar por ansiedades de prestación, es más importante ampliar la percepción para captar la presencia y la acción de Dios en la ciudad. Es una contemplación que nace del amor ”
Jesucristo como único fundamento
A los presbíteros, el Santo Padre les dedicó un versículo de la Primera Carta a los Corintios: «Nadie puede poner un fundamento diverso del que ya existe, que es Jesucristo». Y les dijo que “ésta es su tarea, el corazón de su ministerio: ayudar a la comunidad a estar siempre a los pies del Señor para escuchar su Palabra; mantenerla alejada de toda mundanidad, de los malos compromisos; custodiar el fundamento y la raíz santa del edificio espiritual; defenderla de los lobos rapaces, de quien querría hacer que se desvíe del camino del Evangelio”.
“Como Pablo, también ustedes son ‘arquitectos sabios’, sabios porque saben bien que cualquier otra idea o realidad que quisiéramos poner como cimiento de la Iglesia en lugar del Evangelio, tal vez podría garantizarnos más éxito, quizás gratificaciones inmediatas, pero comportaría inevitablemente ¡el colapso de todo el edificio espiritual! ”
La alegría de la intimidad con el Señor como recompensa
Y les dijo que desde que es Obispo de Roma pudo conocer más de cerca a muchos de ellos de quienes admira su fe y su amor por el Señor, la cercanía a las personas y la generosidad en el cuidado de los pobres. A lo que añadió: Conocen los barrios de la ciudad como ningún otro y custodian en su corazón los rostros, las sonrisas y las lágrimas de tanta gente. Han dejado de lado los contrastes ideológicos y los protagonismos personales para dar cabida a lo que Dios les pide. El realismo de quien tiene los pies en la tierra y sabe “cómo van las cosas de este mundo” no les ha impedido volar alto con el Señor y soñar en grande.
“Que Dios los bendiga. Que la alegría de la intimidad con Él sea la recompensa más verdadera por todo el bien que hacen diariamente ”
Por último a los miembros de los equipos pastorales, presentes en esta celebración para recibir un mandato especial de su Obispo, el Papa Francisco les dejó un versículo del Evangelio en el que Jesús se comporta de manera divinamente provocativa. “Para poder sacudir – dijo – la torpeza de los hombres e inducirlos a cambios radicales, a veces Dios opta por actuar de manera fuerte, para romper una situación”.
“Jesús con su acción quiere producir un cambio de rumbo, una inversión de ruta. Muchos santos han tenido el mismo estilo: algunos de sus comportamientos, incomprensibles por una lógica humana, eran fruto de intuiciones suscitadas por el Espíritu y querían provocar a sus contemporáneos y ayudarlos a comprender que ‘mis pensamientos no son sus pensamientos’, dice Dios a través del profeta Isaías ”
El Obispo de Roma explicó el episodio evangélico en el que Jesús derriba las mesas de cambio de moneda y expulsa a los animales afirmando que “esta purificación del santuario era necesaria para que Israel redescubriera su vocación: ser una luz para todos los pueblos, un pequeño pueblo elegido para servir a la salvación que Dios quiere dar a todos”.
“Jesús sabe que esta provocación le costará cara. Y cuando le preguntan: ‘¿Qué signo nos muestras para hacer estas cosas?’, el Señor responde diciendo: ‘Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré’ ”
Y fue precisamente éste el versículo que Francisco quiso entregarles a los equipos pastorales, a quienes se “les ha confiado la tarea de ayudar a sus comunidades y a los agentes de la pastoral para llegar a todos los habitantes de la ciudad, individuando caminos nuevos para encontrar a los que están lejos de la fe y de la Iglesia”. A la vez que destacó que para realizar este servicio deben llevar consigo la certeza de que “no hay corazón humano en el que Cristo no quiera y no pueda renacer”.
“En nuestras existencias de pecadores a menudo nos sucede que nos alejamos del Señor y apagamos el Espíritu. Destruimos el templo de Dios que es cada uno de nosotros. Y sin embargo ésta jamás es una situación definitiva: ¡al Señor le bastan tres días para reconstruir su templo dentro de nosotros! ”
“De manera a menudo misteriosa pero real – dijo Francisco – el Señor abre en los corazones, nuevos resquicios, deseos de verdad, de bondad y de belleza, que dan cabida a la evangelización”. Por esta razón, “no hay que dejarse bloquear, sino custodiar la convicción de que a Dios le bastan tres días para resucitar a su Hijo en el corazón del hombre”. Y concluyó con el deseo de que el Señor les conceda experimentar todo lo bueno de la acción evangelizadora a fin de que – dijo – “crezcamos en la fe en el Misterio Pascual y seamos asociados a su ‘celo’ por nuestra casa. ¡Buen camino!”.
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