XVI Domingo del tiempo ordinario: A la sombra del Buen Pastor
La imagen del Buen Pastor es bíblica, no solamente porque Jesús se llama a sí mismo el Buen Pastor, sino porque aparece frecuentemente en el Antiguo Testamento.
Precisamente el salmo responsorial de este domingo es el salmo 22 tan conocido y querido por nuestro pueblo:
“El Señor es mi pastor nada me falta: en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas”.
Te invito a meditarlo nuevamente Por lo demás son muchas las frases bíblicas del Antiguo Testamento que presentan a Dios como Buen Pastor y también a los responsables de la espiritualidad de Israel con el nombre de pastores.
Hoy Jeremías habla para los malos pastores de su tiempo. Evidentemente que también habla para los de hoy y los de siempre.
Hubo y habrá malos pastores porque así es la condición de la pobre humanidad.
Por otra parte, cuando encontremos los malos pastores en lugar de empujarlos para que caigan más hondo y en lugar de criticar y aumentar sus errores, recemos por ellos. Si nos es posible será bueno también que les ayudemos a recuperar la situación que les exige su ministerio.
¿Qué nos dice Jeremías de ellos?
– ¿Qué hacen?: “Dispersan y dejan perecer las ovejas de mi rebaño – oráculo del Señor – por eso así dice el Señor, Dios de Israel: a los pastores que pastorean a mi pueblo: vosotros dispersáis mis ovejas, las expulsáis, no las guardáis; pues yo os tomaré cuentas por la maldad de vuestras acciones”.
– ¿A quién defiende Dios?: El Señor defiende a las ovejas: “Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países a donde las expulsé y las volveré a traer a sus dehesas para que crezcan y se multipliquen”.
– No solo Él mismo se hace pastor de sus ovejas sino que “les pondré pastores que las pastoreen; ya no temerán ni se espantarán y ninguna se perderá”.
– Finalmente, Dios promete enviar a su pueblo un legítimo sucesor de David que reinará como rey prudente y hará justicia y derecho en la tierra.
Evidentemente que este pastor prometido es Jesucristo de quien dirá el ángel a la Virgen: “que será grande y se llamará el hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”.
San Pablo, en su carta a los Efesios nos explica cuál es la obra de Jesús, el Buen Pastor y qué es lo que ha hecho con nosotros:
“Ahora estáis en Cristo Jesús.
Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos”.
Este Buen Pastor no solamente reúne a las ovejas del pueblo de Israel sino que unifica a este pueblo con los gentiles, el resto de la humanidad:
“Él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, derribando con su carne el muro que los separaba: el odio… reconcilió con Dios a los dos pueblos uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte en Él al odio”.
La obra del Buen Pastor es tan maravillosa que “así unos y otros podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu”.
Fijémonos una vez más en la presencia trinitaria que tiene todo lo cristiano.
Jesús es el que actúa, nos acerca al Padre en el Espíritu.
El versículo aleluyático nos aclara quiénes son, según el Buen Pastor, sus ovejas:
“Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco y ellas me siguen”.
Aquí está claro lo que nosotros debemos hacer con respecto a Jesús:
Escuchar su voz, conocerlo personalmente y seguirlo.
En el Evangelio Jesús, en el capítulo 6 de Marcos actúa como Buen Pastor, primero con sus discípulos y luego con todo el pueblo:
Respecto a los apóstoles, en primer lugar los reúne y hace una especie de “revisión de vida” en la que ellos cuentan todo lo que han hecho y enseñado durante la misión a la que los envió Jesús.
Después Jesús los invita: “venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco”.
En cuanto a la multitud: siguió a Jesús y a los suyos y “de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar Jesús vio la multitud y les dio lástima de ellos porque andaban como ovejas sin pastor y se puso a enseñarles con calma”.
En este domingo, aunque no sea directamente el domingo del Buen Pastor, agradezcamos a Jesús su actitud para con nosotros y los cuidados personales que nos ha dedicado.
José Ignacio Alemany Grau, obispo
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