Perú Católico, líder en noticias rumbo al Bicentenario de la Independencia. Este artículo es escrito por el Doctor e Historiador José Antonio Benito.

En los 200 años de nuestra República, Perú siempre ha contado con la presencia y compañía cordial de la Iglesia. Registrar sus acciones históricas y actuales es una responsabilidad y un gozo. Lo requieren las congregaciones religiosas, los movimientos laicales, las diócesis y hasta la más recóndita parroquia.

Toca el turno a la dinámica diócesis de Carabayllo al hilo del nombramiento  el pasado 20 de abril de su nuevo obispo, Monseñor Neri Menor Vargas, OFM, trasladado desde Huánuco -en donde era Obispo desde el 2016- y que releva al primer prelado Mons. Lino Mario Panizza Richero, OFM, Cap. quien la ha pastoreado desde su consagración episcopal el 2 de Febrero de 1997 y quien acaba de celebrar el jubileo diocesano por los 25 años de esta querida iglesia local. La diócesis fue creada el 14 de diciembre de 1996 por el Papa Juan Pablo II, mediante la Constitución Apostólica Ad aptius consulendum spirituali bono (Para brindar un mejor cuidado de los bienes espirituales), por desagregación de la arquidiócesis de Lima en tiempos del arzobispo Monseñor Augusto Vargas Alzamora.

Cabe resaltar que Lima Norte está constituido por nueve distritos distribuidos entre los primeros cerros de la cordillera de los Andes, los valles del los ríos Rímac y Chillón en su afluencia y cercanía al Océano Pacífico. El primer distrito de esta zona nace –políticamente hablando- el año de 1825, Carabayllo, y abarca el territorio de lo que hoy es casi todo el Lima Norte. Progresivamente, su territorio fue dividiéndose con la creación de los distritos de Ancón, Puente Piedra, San Martín de Porres y Comas. Éstos, a su vez, dieron origen a otros distritos como ocurrió en la década de los 60´, la época de mayor proliferación distrital. Se trata de un espacio geopolítico que debe su existencia al impulso autogestionado de sus pobladores, que lo han transformado en un polo de desarrollo que tantos miran hoy con interés. Con sus diversas localidades comprendidas dentro de la actual Diócesis de Carabayllo, ha venido desarrollándose con gran impulso en diversas áreas sociales.

Carabayllo no se entiende sin la acción educadora de la Iglesia y la savia nueva aportada por el cristianismo, tanto en la evangelización fundante con los PP. Mercedarios y Santo Toribio, como en la actualidad, con los PP. Columbanos, Oblatos de María Inmaculada, Clérigos de San Viator, Franciscanos, Pallotinos y diocesanos de Valencia y Alicante- entre otros-.Ellos fueron los primeros en llegar a Lima Norte, labor que será confirmada con los frutos del Concilio Vaticano II y la Gran Misión de Lima de 1967. La presencia de la Iglesia se ha dado activamente en esta zona desde mucho antes de la creación de los distritos y de la propia diócesis a través del trabajo de órdenes religiosas, o bien a través de sacerdotes diocesanos interesados principalmente en la evangelización y educación. Ya en la segunda mitad del siglo XX, época de importantes cambios sociales y políticos, no era extraño ver a grupos de personas decididas a conquistar espacios, con materiales precarios de construcción en mano, acompañados siempre de una cruz evangelizadora, ya sea por la osadía misionera de un clérigo, o por la propia iniciativa seglar, como un consentimiento o aprobación divina para la difícil empresa.

La organización de estos distritos ha sido el soporte frente a los embates de la explosión demográfica, la crisis económica y sus consecuencias sociales. Organizaciones sociales alentadas por la Iglesia, lograron ser el frente común ante los cambios. Ante la problemática laboral, aparecería la iniciativa acertada de la educación técnica en corto tiempo de formación, orientada al empleo de oficios requeridos por las grandes ciudades (carpintería, mecánica, industria y obrajes diversos). Este fue un importante logro para la educación del sector, orientada al desarrollo superior como una alternativa al factor económico y tiempo invertido en una carrera convencional estudiada en la capital. Con el transcurrir de los años, muchos de estos proyectos han logrado subsistir como interesantes aportes al desarrollo de estos distritos. La participación de la Diócesis de Carabayllo ha sido clave en este logro, puesto que, desde su creación, ha apostado por el impulso de varias iniciativas, así como el auspicio de la labor educativa en los niveles primario, secundario, técnico y superior.

Dios quiera que las municipalidades, organizaciones de base y universidades como la primera, Universidad Católica Sedes Sapientiae, sigan potenciando su desarrollo integral, al tiempo que nos dan cuenta de su labor como vienen haciendo colegas historiadores como Karina Chávez, Edgar Quispe, Santiago Tácunan, entre otros.

Vaya mi felicitación a Monseñor Lino Panizza, en este momento administrador apostólico de la diócesis, a quien tuve el gusto de entrevistar recientemente, muy agradecido por tantos sueños hechos realizados en estos 25 años, en tiempos tan difíciles como los de la COVID 19, pero que han logrado adelantarse al sueño de una iglesia sinodal del Papa Francisco.

Foto del autor de esta sección y artículo: Doctor e historiador José Antonio Benito Rodríguez.

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