Hace nueve meses que salí del Perú como misionero a África. Siendo ordenado sacerdote el 30 de agosto de 2014 por la imposición de manos del Señor Cardenal Juan Luis Cipriani en la Parroquia “San José Obrero” – Barranco. Una gran fiesta, un momento inolvidable, pero la noticia que me esperaba era aún más grande para los pueblos del África, para mí era algo que nunca pensé… pero es Dios quien hace siempre las cosas nuevas. Al final de la ordenación sacerdotal, el Superior General de mi congregación de los Oblatos de San José me dio la noticia que me iban a enviar de misión.

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El padre peruano dando catequesis a los niños y niñas. Como se aprecia no hay parques en esta ciudad, solo campos de tierra.

Quiero contarles en esta oportunidad sobre mi experiencia,  luego iré narrando sobre la situación de este país, sobre la vida cristiana en este estado; nada es fácil, todo está complicado. Hace unos días acabamos de celebrar la independencia de este país mozambicano, pero ¿cómo vamos a hablar de independencia si aún cuentan con partidos políticos en guerra?… ¿cómo vamos a hablar de paz, si no hay justicia?… todo estas cosas te contaré más adelante. Mozambique no tiene embajada en Perú, ni Perú tiene aquí; ya por ahí comienza el problema para un extranjero peruano.

Desde mi llegada a este rincón del mundo, me he dado cuenta de la gran injusticia que el hombre va cometiendo, me he encontrado con personas muriendo de hambre, con personas que no tienen para vestirse, hombres que mueren porque no hay suficiente medicina, no hay buena atención en los hospitales, falta personal que atienda. En los colegios (por las aldeas por donde camino) los alumnos no cuentan con carpetas, no hay salones para estudiar, usan la sombra de los grandes árboles como el “embondeiro”, los estudiantes no tienen cuadernos, ni lapiceros, pero van al colegio Me duele pensar en el futuro de ellos, muchos van a la escuela de las aldeas muy lejanas caminando descalzos, casi siempre sin desayuno. El país es rico en minerales, y en floresta, pero los que explotan estos recursos no tienen cabeza ni corazón, toman leche de vacas hermosas pero no les dan pasto; comen los frutos del árbol que no es de ellos, es por eso que no los riegan, mañana cuando esté seca lo abandonarán, pero las aves que lleguen ahí ya no encontrarán nada más que un árbol seco.

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Niñas y niños lo buscan para que les hable de Dios.

Tú vives en un país donde no morirás de hambre, y a decir verdad, no sabes lo que es tener hambre; bueno, al menos las primeras necesidades no te faltan… pero en este rincón del mundo falta todo, no se puede estudiar con el estómago vacío. La felicidad no es el dinero, ni el estar bien, pero sí es tener la esperanza de un mundo justo, y cuando se pierde esta esperanza se nos va la felicidad; aquí se ha perdido esa esperanza en un mundo justo, se ha perdido la esperanza en el prójimo justo, se ha perdido la esperanza en el hermano justo, se ha perdido la misma esperanza… ¡sin esperanza no hay felicidad!

Ser sacerdote es algo maravilloso, pero cuando ves esta injusticia, lo primero que haces es llamar a Dios… ¿dónde estás Dios? Gritas por todo el mundo, pero Dios ya está ahí… es Dios mismo que está sufriendo porque no somos justos con nuestros hermanos, ves a Dios en el hambriento, en el pobre, en el sin hogar, no vale gritar a Dios, porque él mismo está en esas condiciones, Él vino por nosotros los pecadores y no por los justos, vino por los abandonados, por los marginados… entonces no grites, ya sabes donde lo puedes encontrar y hablar con Él de tú a tú. No culpes a Dios por tu injusticia; me dirás: yo no mato, no robo, etc, pero solo te digo una cosa, los cinco pares de zapatos que tienes guardados al menos uno le pertenece al pobre que toca tu puerta… sí, tú  no robas, pero ¿qué dices a eso? Inmediatamente me respondes ‘es mi trabajo que me da’… sí, lo sé… pero no eres capaz de sentir ese dolor del descalzo… y puedes seguir justificándome, y con argumentos bien fundados, pero la justicia es un derecho que conlleva solidaridad y muchas veces subsidiaridad.

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Antes de iniciar una Misa dominical, acompañado por acólitos.

África es un lugar donde la justicia aún no coge su brote, tal vez conoces algún país de este continente, y tal vez hiciste turismo por aquí, eso significa que no llegaste a la llaga putrefacta de este continente… y si llegaste pues te lo estoy repitiendo lo que ya conoces… es verdad, muchas de las veces escuchamos sobre África y la conocemos por sus continuas guerras, las enfermedades, el hambre, etc; mas no lo conocemos por el sufrimiento que tiene este continente. Pero más allá de lágrimas e ira, tiene su belleza, la gente es buena; acá en Mozambique, en la provincia de Tete, donde vivo, las personas son muy buenas, la aldea donde vivo es Marara, es una aldea muy sencilla, las casas de paja y barro, otras solo de palos, con las fuertes lluvias son destruidas. Aquí solo se vive de la agricultura, solo de millo (en Perú: maíz) la comida es masa de millo o mapira, sin sal, se condimenta con el llamado caril, en Perú decimos “guiso”, pero este condimento a veces solo es verdura hervida, no se usan cubiertos, la mano es la primera herramienta, casi se come desde la olla, reunidas de cinco u ocho personas alrededor. Se toma agua del río (muchas veces contaminado por el cólera) o de la bomba (instrumento para absorber agua, cada aldea tiene dos o tres bombas, y cuando se malogra no hay cuándo arreglar). Las postas médicas no cuentan con suficiente personal preparada ni mucho menos de medicinas e instrumentos médicos; muchos niños mueren por el cólera, otros por la malaria; del sida no se habla mucho, pero la mayoría está contaminada con este virus.

Ir desde el frío andino al calor africano, adaptarse no es tan fácil, muchas veces que camino visitando las comunidades y las diferentes aldeas, siento que me estoy quemando; como andino siempre he caminado muchos kilómetros, pero no bajo el calor de 45 a 47 grados… los pueblos andinos beben agua “limpia” pero las aldeas de este mundo, los ríos están contaminados… en los andes de la sierra es fácil de ubicar la aldea donde queremos llegar, pero en las llanuras y pampas africanas es difícil de ubicar En el ande nos muestran tal o cual cerro o montaña ya nos ubicamos pero, en estos campos extensos no logramos ubicarnos, ni la más alta tecnología sirve para ubicar estos pueblos olvidados. He cruzado antiguas tierras de leones y leopardos, sin saber que alguna vez estuvieron por allí, o de vez en cuando llegan a buscar presas por allí… solo el pavor de encontrarse con uno de ellos me haría retroceder antes de llegar a mi destino… esta aldea de Marara está cercada por el norte, por el Río Zambese, y las aldeas están a la orilla de este hermoso río, pero hay un peligro de ser atacado por los cocodrilos y los hipopótamos, muchas veces los sembríos son estragados por estos animales… mis viajes a estas aldeas son casi siempre una aventura, muchos niños se esconden al ver un blanco “andino” y no solo niños sino también las personas mayores… es un regalo de Dios llegar por primera vez a alguna comunidad que aún no fue visitada ni por ninguna misión religiosa o filantrópica… a veces se corre el riesgo de ser atacado (esto no lo sabía, creía que ya habían tenido algún contacto con la “civilización” pero aunque lo tuviesen hay creencias de ellos que no permiten entrar ni siquiera al vecino aldeano) pero sin embargo Dios va llegando de a poco, yo como sacerdote no llevo riqueza material.

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En una destacada escuela de la ciudad.

Quiero decirles que mi experiencia es totalmente nueva… es un país no cristiano, las aldeas por donde trabajo no son cristianas, hay mucha brujería, fetichismo, creencias nativas (propias de cada aldea o tribu) hay muchas cosas para escribir y detallar, la próxima te escribiré cada cosa por detallado.

“¡Comienza a vivir con lo necesario y serás feliz.  No cierres la puerta de tu corazón al pobre que te toca, que la sonrisa sea el pan caliente del horno de tu corazón para aquél que te pide ese pan!”

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Cada vez tiene más amigos en esta parte de África.

Yo soy el Padre Giancarlo Jesús Obregón de la congregación de los Oblatos de San José, y será un gusto compartir estas y mil experiencias más con todos los lectores de perucatolico.com

¡Me voy antes que venga un león! chauuuuuuuuu…