ENTREVISTA al P. Florencio: «Un sacerdote es una persona con emociones, nunca deja de ser una persona con corazón sensible y humano, muchas veces he compartido lágrimas con los pacientes de COVID-19»
Perú Católico, líder en noticias comparte una entrevista al P. Florencio Joaquín Jara, capellán del Hospital Guillermo Almenara (Lima, La Victoria).
El P. Florencio, quien pertenece a los Misioneros de la Reconciliación del Señor de los Milagros, nos revela su experiencia en las salas UCI al ver y dar los santos óleos a pacientes COVID-19; muchos de ellos han muerto.
¿Cuáles son las funciones de un capellán en un hospital?
Es la asistencia espiritual, soporte emocional y suscitar un clima laboral pacifica de comunión y comunicación, que se concretiza en tres fases:
A los enfermos: Celebrando los sacramentos, llevando la comunión a los impedidos, acompañando con objetividad y escuchando sus pensamientos y preocupaciones sin juzgarlos.
A las familias: Escuchando y hablando porque a veces basta escuchar para que cambien de actitud al lado de sus pacientes, fortaleciendo a las familias se fortalece también al paciente porque la familia es como un solo cuerpo.
A los trabajadores del hospital: Compartiendo oraciones, charlas de humanización del servicio de la salud, celebrando la Eucaristía y la adoración diaria, formando parte de un solo equipo para el bien del paciente, participando como miembro del comité de ética de investigación clínica, los trabajadores son los únicos fieles fijos ya que los pacientes y familiares son pasajeros.
¿Cómo se puede llevar esperanza y luz en medio de llantos y muertes?
Lo que lleva un capellán al hospital es a Dios y Dios es la esperanza y la luz de la humanidad, es Él quien suscita esperanza en los corazones de los pacientes, su misma presencia es luz y fortaleza ante la incertidumbre que viven.
El amor y el perdón de Dios es la mayor medicina para el corazón y el alma del enfermo, la acción amorosa de Dios ayuda a ver la enfermedad o el dolor como una oportunidad de conseguir la gracia y la reconciliación.
Se lleva esperanza y luz por la gracia y el poder de la oración.
¿Cómo es el día al día con los pacientes, en especial con los de COVID-19?
En estos momentos de nuestra historia, te puedo decir que ir a un hospital es un reto muy grande, el trabajo es más intenso.
Lo que se hace específicamente con los pacientes del COVID- 19 es orar, cantar, es recordar frases bíblicas de fortaleza y consuelo porque no se puede hacer ingresar en esta área COVID-19 el agua bendita, la estola, la comunión, la Biblia, etc.
Si se hace ingresar los santos óleos después de usarlos se tiene que quemarlos.
Lo que más se hace por ellos es las celebraciones de las Misas, audios de fortaleza, de ánimo y de esperanza, llamadas por teléfono y videos por medios de las redes.
¿Qué es lo que más le ha impactado en este tiempo de pandemia de los enfermos?
Puedo decir dos cosas, una de ellas es que me ha impresionado como si todos los pacientes con COVID-19 se hubiesen convertido en católicos porque ninguno me ha rechazado un Padrenuestro, un Ave María o una bendición. La segunda es que también veo que esta enfermedad es una magnífica oportunidad para levantar la mirada y elevar el espíritu al dueño de nuestras vidas.
¿Un sacerdote se puede llegar a emocionar viendo a tanta gente sufrir?
Un sacerdote es una persona con emociones, nunca deja de ser una persona con corazón sensible y humano, muchas veces he compartido lágrimas con los pacientes de COVID-19, con lo familiares y hasta con los mismos médicos, enfermeros, técnicos, etc. Un sacerdote comparte en el hospital sufrimientos y al mismo tiempo alegrías cuando recuperan su salud.
Usted consuela y ayuda de manera espiritual, pero ¿quién lo consuela?
Siento el consuelo de la gracia de Dios, las plegarias de mi madre, la oración asidua de mi comunidad, el clamor de los mismos pacientes y la fortaleza de muchos amigos porque no hay mayor poder en la tierra que la oración. Me consuela también compartir la alegría de la recuperación de los pacientes.
¿Tiene miedo en contagiarse?
Sí, porque veo en los pacientes mucho dolor e incertidumbre y muchos de ellos se sienten muertos en vida, es inexplicable este drama humano es como ver de cerca a la muerte y sobre todo me da miedo que pueda también contagiar a mi familia y a mis hermanos de comunidad.
Cuéntenos alguna experiencia o experiencias que le hayan dejado un gran recuerdo con algún paciente con COVID-19
Una de las experiencias que recuerdo mucho es con un paciente llamado Alejandro, cuando ingresé a uno de las áreas COVID-19 lo vi con la biblia en manos que estaba rezando, lo primero que pensé es que era un pastor evangélico, por eso solo lo salude y pase a bendecir y a rezar con los demás pacientes y cuando estoy a punto de retirarme, me llamó con voz fuerte, con una sonrisa me dijo: «padre, no hemos cantado a la Virgen María». Me acerqué a él, me contó que era un catequista y que tiene diferentes enfermedades terminales, que se sentía preparado para morir, que el COVID-19 no le causaba temor y que toda su familia también estaba afectados por esta pandemia, encontré a un hombre con una paz y fortaleza espiritual que contagiaba a todos sus compañeros y a mí mismo.
Después de escucharlo le pedí perdón y le dije lo que pensé de él (que era un pastor evangélico) nos reímos y luego nos pusimos a cantar a la Virgen María.
Esta experiencia me llevó a confirmar que la fuerza poderosa de los pacientes es la fe, la alegría y la esperanza de confiar en Dios.
¿Qué reflexión da a las personas que tienen coronavirus o que están en casa con un paciente?
Que sigamos afrontando esta crisis sanitaria a la luz de Cristo vivo, esto es con una actitud de serenidad, gratitud y confianza en Dios, porque el agradecido busca su superación personal, busca servir a los demás y busca la felicidad de los demás, esto es la dimensión ética de nuestra fe (ayudar al que más lo necesita).
Los familiares debemos atender a nuestros pacientes a la manera de Cristo, es decir tocar al enfermo (acariciar al enfermo es tocar la carne de Cristo) que esta pandemia no nos haga perder el trato digno, humano y cristiano que debemos dar a nuestros enfermos.
¿Si Jesús estuviese en la tierra qué cree que haría?
Como médico de los médicos estaría dedicado a los enfermos con COVID y otras enfermedades, visitando las casas, hospitales y cárceles donde más lo necesitan y lo invocan porque la sanación y la salvación es trabajo de Dios y de uno mismo, Dios sabe todas nuestras preocupaciones, miedos y enfermedades, pero quiere que lo clamemos de corazón.
En Jn 10:10 el mismo Jesús nos dice: «Yo he venido a dar vida y vida en abundancia”, lo que más haría Jesús seria dar vida. Nuestro señor Jesucristo es el Dios de la vida.
¿La gente tiene miedo al ver a un sacerdote en un hospital?
Sí, algunas personas porque piensan que se van a asustar sus pacientes o que ya se van a morir. Pero mi experiencia diaria es que cuando me acerco a los pacientes y familiares y les digo que voy a rezar y bendecirlos se alegran, cambian de actitud y se llenan de paz sus corazones. El capellán no es la última alternativa o recurso, tampoco asustamos ni quitamos la vida.
Los sacerdotes en los hospitales damos vida y esperanza porque damos a Dios, que es vida y esperanza de la humanidad y vamos al hospital con el poder de la oración y de la fe.
Padre, muchas gracias por al entrevista; muy humana, muy de Dios. Que le siga yendo bien con la Gracia de Dios y con los cuidados maternales de la Virgen María.
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