Estas son las 10 maneras en las que Jesucristo nos revela la identidad de Dios
En el Antiguo Testamento, el pueblo de Israel conocía a Dios como padre, pero solo en un sentido general. Por ejemplo, ya que Dios es el creador de todas las cosas, se le puede llamar «padre». Sin embargo, Jesucristo nos revela una paternidad de Dios completamente distinta: revela, como escribe San Pablo, el «Abba» (véase Romanos 8,15), una palabra siríaca que significa «mi padre».
Abba es una palabra que relaciona intencionalmente imágenes familiares, una palabra de intimidad. En otras palabras, Dios no es solo padre en el sentido abstracto como creador, sino de una manera familiar e íntima con su creación. Además de invocar a Dios como padre de una manera familiar e íntima, este Abba invoca a la persona de Dios el Padre, la primera persona de la Santísima Trinidad. Porque en Cristo no solo podemos llamar a Dios Abba, sino que también recibimos la revelación de la paternidad de Dios Padre de Jesús, el Hijo, la segunda persona de la Santísima Trinidad, quien es eternamente engendrado por el Padre.
Por ejemplo, leemos en Juan 1,18 que “A Dios nadie le ha visto jamás: lo ha contado el Hijo Unigénito que está en el seno de su padre”. O como leemos en Mateo 11,27 y Lucas 10,22: “Mi Padre me ha entregado todo, y nadie conoce al Hijo, sino el Padre; ni al Padre le conoce nadie, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”.
Entonces, ¿cómo revela Jesús a la persona de Dios Padre? Veamos diez formas (¡aunque hay muchas más!) en las que la revelación de Jesús nos lleva al misterio de su relación filial con Dios Padre.
- La Encarnación (Juan 1:1-14)Adoración de los pastores, Matthias Stomer, ca. 1625
La Encarnación es la prolongación y extensión externas de la procesión del Hijo. Como leemos en Juan 8,42: “Jesús les respondió: ‘Si Dios fuera vuestro Padre, me amarías a mí, porque yo he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que él me ha enviado”. La justicia y la misericordia del Padre invisible, su amor y cuidado providencial por sus amadas criaturas adquiere un rostro en Cristo gracias a la Encarnación. - El Niño Jesús perdido y hallado en el Templo (Lucas 2:41-45)El hallazgo del Salvador en el templo, William Holman Hunt, ca. 1854
Jesús les dice a María y José cuando se reencuentran: «¿No sabían que yo debía estar en la casa de mi Padre?». Evidentemente se refería a un Padre distinto a san José, pues José es solo el padre adoptivo de nuestro Señor. - Su predicación (Mateo 5-7)El Sermón en el monte, Carl Bloch, 1877
Leemos en Marcos 1,14: “Después de que Juan fuese entregado, marchó Jesús a Galilea y proclamaba la buena nueva de Dios”. Esta predicación se refleja mejor en el famoso sermón de la montaña, en el cual se enfatiza la paternidad de Dios. De hecho, en este sermón, a Dios se le llama «Padre» 17 veces. ¿Por qué enfatizar la paternidad de Dios en el sermón? Porque Jesús es Dios Hijo y nos llama a ser hijos de Dios a través de él, con él y en él. - Sus obras (Juan 5)Cristo curando al ciego, El Greco, ca. 1570 (http://www.metmuseum.org/art/collection/search/436572)
No solo las palabras de Jesús testifican que Dios es Padre, sino también sus obras. Las curaciones, los milagros y todas las demás acciones de Jesús muestran su esplendor como el Hijo de Dios. Como dice nuestro Señor: “Si no hago las obras de mi Padre, no me crean; pero si las hago, aunque a mí no me crean, crean al menos por las obras, y así sabrán y conocerán que el Padre está en mí y yo en el Padre” (Jn 10,37-38). - Su vida interior (Lucas 3:21-22; 9:28-36)La Agonía en el Huerto, Rafael, ca. (http://www.metmuseum.org/art/collection/search/437371)
En la vida interior de Cristo vemos que su oración se centra en dirigirse al Padre como Hijo, y el Padre a su vez da testimonio de su Hijo. Por ejemplo, en ambos casos del Bautismo y la Transfiguración, Jesucristo está orando, y mientras lo hace, una voz del cielo lo proclama como el Hijo amado. Uniéndonos a la vida interior de Cristo, podemos comprender los misterios celestiales. - La pasión (Mateo 26-27; Marcos 14-15; Lucas 22-23; Juan 13-19)La crucifixión, Fra Angelico, ca. 1420-23 (http://www.metmuseum.org/art/collection/search/437007)
Nada manifiesta tanto el amor del Padre como la Pasión de Cristo, que muestra que el amor infinito del Padre por la humanidad es tan grande que no escatima a su Hijo unigénito. La crucifixión muestra principalmente el amor que el Padre tiene por el mundo, un amor que envía a la muerte a su Hijo unigénito para redimirnos de nuestros pecados. La propia obediencia de Jesús a la voluntad del Padre, plasmada de una manera muy poderosa durante su agonía en el huerto de los Olivos, muestra su propia unión de voluntad con la del Padre. - El mandato misionero de la Iglesia (Mateo 28:16-20)Ascensión, John Singleton Copley, 1775
Justo antes de su ascensión al cielo, Jesús le da a su Iglesia católica una misión: enseñar a todas las naciones y bautizarlas. El mismo bautismo nos revela las tres personas en un solo Dios: cuando somos bautizados en la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, se hace en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Las tres personas en Dios son distintas, pero a la vez consustanciales y coeternas. - La venida del Espíritu Santo (Hechos 2)La venida del Espíritu Santo, Duccio di Buoninsegna, ca. 1268
En Hechos 2, se nos habla del primer Pentecostés cristiano 50 días después de la Pascua, lo cual marca el nacimiento de la Iglesia. El Espíritu Santo desciende sobre los fieles como el don fundacional y el alma de la Iglesia. ¿Qué tiene que ver esto con Dios Padre? Todo, porque Jesús deja en claro que el Espíritu Santo es la promesa del Padre (léase Lucas 24,49; Hechos 1: 4-5). - La infusión de la fe (Juan 3:36)La Última Cena, Jacopo Tintoretto, ca. 1592-94
La revelación de Dios Padre se nos hace aún más personal con la infusión de la virtud teológica de la fe. Porque, como Cristo habla en los Evangelios, la fe es ya el comienzo de la vida eterna: “El que cree en el Hijo, tiene vida eterna” (Jn 3,36). Tomemos en cuenta que él dice «tiene vida eterna», y no «tendrá». Pero ¿qué es la vida eterna si no el conocimiento y el amor del Dios triuno? Como dice Cristo: «Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tu has enviado, Jesucristo» (Jn 17,3). - Nuestro testimonio a JesucristoCristo cargando la cruz, El Greco, ca. 1577–87
La vida cristiana de fe, esperanza y caridad se perfecciona más plenamente en nuestra conformidad con Cristo crucificado, porque el Salvador exige que levantemos nuestra cruz como él lo hizo. Pero esto también conlleva una gran promesa la de presentarnos ante el Padre victoriosamente revestidos de nuestros sufrimientos: «Si alguien se declara a mi favor ante los hombres, también yo me declararé a su favor ante mi Padre que está en los cielos” (Mt 10,32).
Estos 10 hechos no son las únicas formas en que nuestro Señor revela al Padre, pero capturan una descripción general completa, aunque breve. Jesús vino a hacer la voluntad del Padre (Juan 6,38) y, en efecto, la hizo. Es a través de Jesús y su obediencia a la voluntad del Padre, que culmina en su Pasión, Muerte y Resurrección, que nosotros regresamos a nuestro Padre en el Cielo. Por Daniel Campbell. El Pueblo Católico.
Periodista con Máster en Dirección de Marketing Internacional. Redactora principal.