Homilía del XXVI Domingo del Tiempo Ordinario: Cuando el que actúa es el Espíritu Santo
En este domingo vamos a ver cómo la liturgia nos presenta la actuación del Espíritu Santo que no es comprendida por gente aparentemente buena y sencilla.
- Libro de los Números
Nos dice que «el Señor bajó en la nube, habló con Moisés y apartando algo del espíritu que poseía, se lo pasó a los setenta ancianos».
Ellos comenzaron a profetizar enseguida, pero sucedió algo muy interesante: dos de los ancianos que había elegido Moisés no estuvieron con el grupo y, sin embargo, comenzaron a profetizar en el campamento, por su cuenta.
Esto molestó a «un muchacho que fue corriendo a contárselo a Moisés».
Había en aquel momento un joven, que aparece por primera vez en la Biblia, Josué, que inmediatamente intervino diciendo:
«Señor mío, Moisés, prohíbeselo».
Lo más llamativo del caso fue la respuesta del santo caudillo:
«¿Estás celoso de mí? ¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el Espíritu del Señor!».
No deja de ser extraño que el libro de los Números advierte que aquellos ancianos «no volvieron a profetizar».
Nos queda admirar a Moisés en su generosidad al compartir los dones de Dios.
- Salmo 18
El salmista nos presenta la grandeza del Señor, sus mandatos que «son rectos y alegran el corazón».
El salmo alaba esta ley, diciendo: «La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma… La voluntad del Señor es pura y eternamente estable».
Sin embargo, reconoce que «aunque tu siervo vigila para guardarla con cuidado, ¿quién conoce sus faltas? Absuélveme de lo que se me oculta».
Una hermosa lección de humildad para todos nosotros y una oración pidiendo a Dios que nos libre de la arrogancia.
- Carta de Santiago
La carta del apóstol habla de los ricos cuyo enriquecimiento se debe a las injusticias que han hecho, sobre todo, con los obreros y los segadores «cuyos gritos han llegado al oído del Señor de los ejércitos».
Termina el párrafo de hoy con una gran ironía, pues dice a estos ricos que se han enriquecido injustamente: «Os habéis cebado para el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo».
- Verso aleluyático
Recuerda las palabras de Jesús en la última cena, refiriéndose a la verdad cuya personificación es el mismo Jesucristo:
«Tu Palabra, Señor, es verdad. Conságranos en la verdad».
- Evangelio
San Marcos nos presenta dos partes bien diferenciadas.
El apóstol Juan dice a Jesús:
«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y se lo hemos querido impedir porque no es de los nuestros».
Evidentemente que este Juan actúa, más o menos, como actuó Josué con Moisés. La respuesta de Jesús también es similar a la de Moisés:
«No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí».
Y saca una conclusión importante también para nuestro tiempo:
«El que no está contra nosotros, está a favor nuestro».
Queda claro que aquí se trata de la actuación del Espíritu con que ha sido ungido el Señor.
En la segunda parte, Marcos presenta unos consejos del Maestro:
«El que os dé a beber un vaso de agua porque seguís al Mesías, os aseguro que no quedará sin recompensa».
A continuación, Jesús habla del escándalo a los pequeños y es muy claro y enérgico:
«Al que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar».
Esto último deberíamos pensar, sobre todo, cuando se escandaliza a la gente sencilla, especialmente por parte de los que deberían ser sus pastores, siguiendo la comparación de Jesús.
José Ignacio Alemany Grau, obispo
Redentorista. Obispo Emérito de Chachapoyas y escritor. Cada semana comparte a ‘Perú Católico’ su Homilía dominical.