En este último domingo del año, la Iglesia celebra la Sagrada Familia de Nazaret.  En un momento tan difícil para la humanidad comencemos pidiendo con ella a nuestro Padre de la gran Familia Trinitaria que ya que ha propuesto a la Sagrada Familia como modelo de toda la Iglesia, nos cuide y proteja y nos ayude a imitarla.

Amigos, no dejen de rezar a la Familia de Nazaret por su propia familia.

  • Eclesiástico

Se trata de un cántico de la felicidad a la familia.

Es muy bello lo que pide, tanto al padre como a la madre, por parte de los hijos.

Comienza así:

“Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole”.

Después hace promesas y peticiones a los hijos para que, honrando a los que les dieron la vida, sean ellos mismos bendecidos por el Señor.

Qué importante. Ahora los hijos se revelan, no quieren obedecer.

Tampoco se preocupan por la salud de sus padres. Podemos hacer una pregunta:

¿En esas casas donde los hijos viven según sus propios caprichos y prescinden o marginan a sus padres, hay auténtica felicidad?

¿Nuestra sociedad es feliz porque sabe que, en medio de la lucha de la vida, siempre pueden contar con un “rinconcito” donde encontrar comprensión cercanía y cariño?

  • Salmo 121

Se trata de un salmo que canta la felicidad de una familia que vive según los mandamientos del Señor.

Primero nos describe el comedor familiar de una casa donde se trabaja honradamente y se vive en paz, para aclarar finalmente que ese modo de vida atrae la bendición de Dios.

Amigos, vivan el verdadero temor de Dios (que no tiene nada que ver con el miedo a Dios) y tendrán las bendiciones de este salmo.

  • San Pablo

Da a los colosenses una serie de consejos para vivirlos, sobre todo, en la familia:

+ Quererse y arroparse con misericordia, humildad, dulzura y comprensión.

¡Qué bien sabía Pablo que la mayoría de los hogares están faltos de ternura!

+ Vivamos el perdón en la casa.

Se trata de esa palabra que el Papa Francisco nos repite siempre. Perdonarse mutuamente es más efectivo que echarse las culpas uno a otro.

+ Algo muy especial:

Por encima de todo esto el amor que es lo que mantiene la unidad más perfecta.

+ Después nos pide ser agradecidos, cantar juntos al Señor y “todo lo que realicen, de palabra u obra, sea en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de Él”.

Termina el párrafo con un consejo muy concreto que, si se cumple en la familia, le dará la verdadera felicidad. Te recomiendo que lo leas.

  • Salmo aleluyático

Nos recuerda las palabras de la carta a los hebreos para que entendamos que la plenitud de la revelación, Dios nos la dio a conocer por medio de Cristo Jesús:

“Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza”.

  • Evangelio

Nos presenta una familia piadosa que va a cumplir cada año la prescripción de peregrinar al templo de Jerusalén.

Ese año, para que Jesús se acostumbrara, lo llevan sus padres al templo aunque, teniendo doce años, le faltaba uno para que le obligase el precepto de peregrinar.

Es entonces cuando el pequeño, a la hora de regresar,  se queda en el templo y manifiesta una inteligencia muy especial ante los doctores de la ley.

Para José y María aquella pérdida de tres días fue un tormento que les debió hacer sufrir mucho, sobre todo cuando oyeron decir a su Hijo:

“¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que debía estar en la casa de mi Padre?”

Lo que pensó José no lo sabemos, pero siendo tan humilde recordaría una vez más el origen divino del que todos llamaban “su Hijo” y la virginidad de María que tanto le costó a él hasta que el ángel le explicó todo.

En cuanto a María, sabemos que ella aprovechó esta circunstancia para aumentar el caudal de su meditación:

“Guardaba todo esto en su corazón”.

Benditas las familias que sufren, callan, superan y se santifican en el amor humano y divino.

José Ignacio Alemany Grau