Homilía del Domingo XVI del Tiempo Ordinario: Mostaza pero con germen

Hoy la liturgia nos indica dos cosas importantes. Una, la grandeza de Dios que es el Rey del reino, y otra los detalles sobre el Reino que nos presentan las parábolas del evangelio.

  • Libro de la Sabiduría

Destaca algunas perfecciones divinas de nuestro Creador. Debemos meditarlas para conocer un poquito de la grandeza de nuestro Dios.

Ante todo no hay más que un Dios, según la Revelación la Santísima Trinidad, que cuida de todo pero que ha tenido la enorme delicadeza de darnos a conocer a nosotros, pobres criaturas, algo de su divinidad:

Él es el único Dios y nadie puede juzgarlo.

Es tan justo que puede perdonar a quien quiere. Él juzga, el gobierna y tiene poder para realizar lo que quiere.

Por otra parte este Dios nos enseña a nosotros que el justo debe ser humano y nos regala la esperanza de saber que siempre el pecador puede arrepentirse del pecado y conseguir el perdón.

  • Salmo responsorial

El salmo 85, por su parte, nos invita a glorificar a este Dios maravilloso:

“El Señor es bueno y clemente”… escucha y atiende nuestras súplicas.

Todos los pueblos vendrán a postrarse en su presencia. Dios es grande y hace maravillas.

  • San Pablo a los Romanos

Nos enseña que el Espíritu Santo, que es Dios como el Padre y el Hijo, desde su grandeza viene hasta nosotros para que en el momento de hacer nuestra oración de petición, podamos hacerlo de la manera más conveniente para ser escuchados:

“El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad… y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu”.

  • Verso aleluyático

Es el eco del evangelio que leímos dos domingos atrás, cuando alabábamos al Señor que se da a conocer a los humildes y sencillos:

“Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has rebelado los secretos del Reino a la gente sencilla”.

Si somos sencillos entenderemos mejor las parábolas del Reino que presenta el evangelio.

  • Evangelio

Tengamos presente, una vez más, que Jesucristo no define el Reino ni pone una serie de condiciones para entrar en él; sin embargo, profundizando las parábolas podremos conocer todas las maravillas que encierra el Reino de Dios:

Hoy la liturgia nos presenta tres parábolas distintas.

En la primera se habla del trigo, como imagen de los buenos, y la cizaña que representa a los pecadores.

Después de leer la parábola nos queda sin duda una pregunta: ¿cuál sería la respuesta del Señor a sus criados si le hubieran dicho que había más cizaña que trigo?

¿Será esto lo que sucede precisamente en nuestros días?

A continuación nos habla Jesús de que el Reino se parece a un granito de mostaza.

Es chiquito pero tiene poder, ya que posee el germen de vida.

Así es el Reino en cada uno de nosotros, pequeño, pero con la vida divina que se nos da en el bautismo.

También nos habla de la levadura en otra comparación, advirtiéndonos que el Reino está en el mundo para que, en su pequeñez, pueda hacer fermentar entre los hombres la gracia que es la esencia del Reino.

Es bueno advertir que los discípulos no preguntan a Jesús cuál es el significado de estas dos parábolas, posiblemente porque entendieron o pensaron que el Reino llegaría a un gran esplendor.

Más difícil les pareció la parábola de la cizaña en la que vieron cómo el Señor aceptaba la presencia de buenos y malos. Por eso le preguntaron al llegar a casa.

Los segadores son los ángeles de Dios que purificarán la humanidad para que solo vayan a Dios los que tienen el “germen de un buen trigo”, la gracia divina.

Cuando llegue la plenitud, los ángeles arrancarán de su Reino a todos los corruptores y malvados.

En cambio los justos brillarán como el sol en el Reino del Padre.

José Ignacio Alemany Grau, obispo