“En verdad les digo que, cuando lo hicieron con algunos de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí”, esta cita del evangelio de Mateo 25, 40 encierra la misión de la pastoral de la calle.

El paso inmediato de la pastoral consiste en buscar a las personas en extrema pobreza, vulnerables a los vicios, al abandono a su suerte, que se han refugiado en las calles para conseguir lo que les permita sobrevivir el día a día. Es una labor que cruza la línea de la filantropía o del trabajo de asistencia social, porque tiene una inspiración cristiana, como aquella imagen de “Jesús en persona se les acercó y se puso a caminar con ellos” (Lc 24, 15).

No solo se trata de llevar el alimento material, sino acompañarlos con el alimento espiritual, que se refleja en palabras de esperanza en Cristo Jesús, que reciban los sacramentos, escuchen y vivan la Palabra de Dios, así sus corazones opten por la conversión.

La señora Luz María Rodríguez de Mathey se dedicó al apostolado por más de 20 años, recorrió varios distritos de la capital para llevar desayunos, almuerzos y ropas; y en cada encuentro con sus hermanos les recordaba que lo que recibían viene de Dios y las gracias a Él, tras ello añadía que “la Virgen María te ama”.

En la pastoral siempre tuvo el apoyo de su esposo, sumándose amistades, sacerdotes, religiosas, seminaristas para compartir, a parte de la comida y el abrigo, la Palabra de Dios, entregar los sacramentos a los hermanos o dirigirlos a casas de acogidas que pudieran tener a su cargo los sacerdotes. Especiales agradecimientos al monseñor Adriano Tomasi y a los padres Pedro Dabrowski y Carlos Rosell. 

Ahora por la pandemia y también por su salud, hay un receso en la tarea evangelizadora, no obstante, su anhelo sostenida en la oración para contar con una casa para la pastoral de la calle que lleve el nombre “Ayuda a la humanidad en el sufrimiento”, está latente. Sueña que cuente con talleres para formar a sus “hijitos”, como los llama, a fin que aprendan oficios y con un cambio radical sean personas “trabajadoras, honradas y católicas”.

La pastoral de la calle, es una labor poco practicada ya sea por el temor al relacionarse con personas que han cometido robos, asesinatos o prostitución como las que conoció Luz María, frente a ese escenario ella comenta “debemos abrir las puertas de nuestras casas y dar acogida a los necesitados, no tener miedo de que les roben o hagan cosas malas. Recuerden que estamos con Dios, Él nos guiará y nos protegerá”, agrega “muchos hermanos encontraron en mi casa un lugar seguro, los hacía que duerman, que se bañen y se cambien de ropa, los llevaba a la iglesia a confesarse y comulgar”. Además, recuerda con mucho cariño a su esposo Luis, quien le ayudó para cumplir con la misión.

En sus palabras, Luz María, añora que en todas las iglesias del país se cuente con una pastoral de la calle para “rescatar y ayudar a tantas señoras, niñas, niños, jóvenes, ancianos que están en completo abandono”.

Oremos por su intención y que nuestros corazones estén dispuestos a ver en el hermano al Cristo Roto y acogerlos con amor y sin temor.