Reflexión, por Johan Leuridan Huys

“Hermanos: sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto” (San Pablo a los Romanos,8,22-27).
Luc Ferry, filósofo, francés, sostiene que el crecimiento material del mundo es insostenible. La entrada de China y la India (casi tres mil millones de habitantes), en un mundo de producción y consumo igual al mundo de la Unión Europea y Estados Unidos, ha resultado imposible porque no hay suficientes recursos materiales en el planeta. Ni hablar para todos los otros países que tiene las mismas aspiraciones. El ritmo de consumo y de desperdicio ha superado las posibilidades del planeta.
Es necesario eliminar lo negativo como el carbón, el petróleo y el gas, pero la producción debe seguir. Para poder eliminarlos, necesitamos, previamente, que la ciencia y la tecnología descubren nuevas energías como por ejemplo la eléctrica, la solar etc. para reemplazar las energías actuales.
El filósofo, Sud-Corea, Byung-Chul Han, afirma que vivimos en una sociedad que ha eliminado la negatividad. El autor quiere decir que el hombre actual, piensa solamente en rendir. “La sociedad de rendimiento y actividad produce un cansancio y agotamiento excesivos. Estos estados psíquicos son precisamente características de un mundo que es pobre en negatividad y que, en su lugar, está dominado por un exceso de positividad”. Se ha llamado la ciencia, el conocimiento positivo porque se considera que es el único conocimiento valedero. Todas nuestras acciones deben someterse a calculo, control y información. Nos han transformado en objetos de producción y consumo. Vivimos en una sociedad que se hace vez más narcisista porque no podemos expresar en cifras y cantidades las relaciones entre las personas porque todos somos diferentes en talentos, deseos, emociones, sufrimientos y alegrías. No podemos amar porque el amor no es un cálculo matemático. No entendemos la importancia del sacrifico, del respeto a los derechos y necesidades del otro, para poder convivir, porque solo buscamos lo positivo, es decir, lo que a mi me gusta materialmente.
Jean Luc Marion, filósofo, francés, indica que la ecología tiene una contradicción asombrosa, pero fatal. Por un lado, la ecología busca resolver la crisis del ambiente, para que el ser humano pueda seguir viviendo sin dañar la tierra. Por otro lado, la ecología proyecta que el ser humano desaparezca, por el bien de la tierra, para que se puede salvar todas las especies, excepto el ser humano. Esta contradicción en el pensamiento ecológico, deriva de la imposibilidad de pensar un futuro cualquiera, si se considera que la flecha del tiempo es irreversible. Ya no vemos lo insensato porque vivimos en lo insensato, de lo que no tiene sentido. Hace 30 años atrás era inconcebible una mujer con un cachorro, en lugar de un niño, en su cochecito. Hoy en día, es lo adecuado. Nos han lavado el cerebro. El ser humano, alienado, se imagina que esta situación va durar. Hay una crisis de la escatología.
Carlos Alberto Seguín, psicoanalista, considera que nadie encuentra discutible la afirmación que el amor está en la esencia misma de la religión de Cristo. El ser humano está bajo las fuerzas irracionales de su subconsciencia, de la corrupción sistemática de los líderes políticos y culturales, de los contactos virtuales de chismes y mentiras de las redes y de la televisión, del mensaje sexista de Hollywood, de la alienación de la tecnología del celular, y, ahora, principalmente, bajo del poder económico de producción y consumo, imponiendo el criterio de la utilidad cuantitativo de la ciencia que, además, nos limita a creer en Cristo y para entender el amor al prójimo y a nosotros mismos. Solo vale en la vida, lo que es agradable y me exige menos sacrificio. No es fácil entender y evaluar este mundo variable. ¿Cuál es el criterio de evaluación? ¿Cómo puede el hombre salvar su dignidad? Los que están limitados por la ciencia y la tecnología no pueden entender las profundas verdades del entendimiento con las otras personas, las alegrías y las preocupaciones.
Dios se reveló en la persona de Cristo cuyo ejemplo seguimos para entender a nosotros mismos y para poder dar y recibir el amor de los demás. El relato, de una vida, desde su origen, supera la dualidad de una explicación solo científica, de la violencia de las guerras y de una subjetividad ficticia. No se logra la paz cuando uno se somete a este mundo, sino cuando el hacer es comprendido con amor en una historia de salvación. “La victoria del amor será la última palabra en la historia del mundo”, Benedicto XVI.

Dominico. Doctor en teología. Miembro honorario de la Sociedad peruana de Filosofía. Ex decano de la USMP.