Santa Gertrudis. Religiosa. Abogada de las almas del purgatorio
Santa Gertrudis es la abogada de las almas del purgatorio. Fue la mística Santa Gertrudis quien propagó la devoción al Sagrado Corazón y el culto a San José
Santa Gertrudis. Mística. Abogada de las almas del purgatorio.
Santa Gertrudis fue una gran mística religiosa de una enorme cultura filosófica y literaria. Es considerada la abogada de las almas del Purgatorio. Santa Gertrudis fue la primera en propagar la devoción al Sagrado Corazón y el culto a San José. Los demás santos que después propagaron estas devociones se basaron en revelaciones de Santa Gertrudis. Es la patrona de las personas místicas, porque ella fue la primera gran mística de quien se tenga historia.
Fiesta: 16 de noviembre.
Más tarde aparecerán otras grandes místicas como Santa Brígida, Santa Catalina, Santa Teresa y Santa Margarita, etc., pero la primera de la cual se conocen las revelaciones recibidas es nuestra Santa Gertrudis. Por eso Santa Brígida es tan importante para la Iglesia.
Biografía de Santa Gertrudis.
Santa Gertrudis nació en Eisleben (Alemania) en el año 1256. A los 5 años fue llevada al convento de unas monjitas muy fervorosas y allí demostró tener cualidades excepcionales para el estudio.
Ella sobresalía entre todas por la facilidad con la que aprendía la literatura y las ciencias naturales, y por su modo tan elegante de emplear el idioma.
Hasta los 25 años, Santa Gertrudis fue una monjita como las demás, dedicada a la oración, a los trabajos manuales y a la meditación.
Conversión de Santa Gertrudis.
Santa Gertrudis sentía una inclinación sumamente grande por los estudios, aunque era a los estudios mundanos de literatura, historia, idiomas y ciencias naturales.
Pero en esa edad, Santa Gertrudis recibió la primera de las revelaciones que la hicieron famosa, y desde aquel día su vida se transformó por completo. Cuando iba a acostarse, le pareció ver al Señor en forma de joven. Así lo cuenta ella:
«Aunque sabía yo que me hallaba en el dormitorio, me parecía que me encontraba en el rincón del coro donde solía hacer mis tibias oraciones y oí estas palabras: «yo te salvaré y te libraré. No Temas» Cuando el Señor dijo esto, extendió su mano fina y delicada hasta tocar la mía, como para confirmar su promesa y prosiguió: «Has mordido el polvo con mis enemigos y has tratado de extraer miel de las espinas. Vuélvete ahora a Mí, y mis delicias divinas serán para ti como vino» Entonces se interpuso un seto de espinos entre los dos. Pero Gertrudis se sintió como arrebatada por los aires y se encontró al lado del Señor: Entonces vi en la mano que poco antes se me había dado como prenda, las joyas radiantes que anularon la pena de muerte que se cernía sobre nosotros».
Desde esa fecha, Santa Gertrudis cambió por completo su preferencia en la lectura y dedicó todos su tiempo a leer la Santa Biblia y los escritos de los santos padres, especialmente San Agustín de Hipona y el gran San Bernardo de Claraval. Ella cuenta: «Cambié el estudio de ciencias naturales y literatura, por el de la teología y la Sagrada Escritura».
Después de la primera revelación, Santa Gertrudis siguió viendo al Señor «veladamente», a la hora de la comunión, hasta la víspera de la Anunciación. Ese día, el Señor la visitó en la capilla durante los oficios de la mañana y, desde entonces, le concedió un conocimiento más claro de Él, de suerte que empezó a corregirse de sus faltas mucho más por la dulzura de Su amor que por temor de su justa cólera.
Los cinco libros del «Heraldo de la bondad de Dios» (Comúnmente llamados «Revelaciones de Santa Gertrudis»), de los que la santa solo escribió el segundo, contienen una serie de visiones, comunicaciones y experiencias místicas, que han sido ratificadas por muchos místicos y teólogos distinguidos.
Santa Gertrudis habla de un rayo de luz, como una flecha, que procedía de la herida del costado de un crucifijo.
Cuenta también que su alma, derretida como la cera, se aplicó al pecho del Señor como para recibir la impresión de un sello y alude a un matrimonio espiritual en que su alma fue como absorbida por el corazón de Jesús. Pero la adversidad es el anillo espiritual que sella los esponsales con Dios.
Santa Gertrudis recuesta la cabeza en el costado de Jesús.
En la fiesta de San Juan Evangelista, Santa Gertrudis tuvo una visión de Nuestro Señor, quién le permitió descansar su cabeza en la Llaga de Su costado.
Al escuchar el palpitar de Su Corazón, ella se tornó hacia San Juan, quién estaba también presente. Le preguntó si había escuchado lo mismo en la última Cena, cuando se reclinó sobre el pecho del Señor y de haberlo escuchado, por qué no lo relató en su Evangelio. San Juan le contestó lo siguiente: «La revelación del Sagrado Corazón de Jesús estaba reservada para tiempos posteriores cuando el mundo, aumentando en frialdad, necesitaría ser reavivado en el amor».
Muerte de Santa Gertrudis.
Cuando le fue anunciado que se acercaba su muerte exclamó: «Esta es la más dulce de las alegrías, la que más había deseado, porque voy a encontrarme con Cristo». Y dictó sus últimos pensamientos acerca de la muerte, que son de lo más sublime que se haya escrito.
Santa Gertrudis sufrió diez años de penosas enfermedades y murió el 17 de noviembre de 1301 o 1302. Tenía alrededor de los cuarenta y cinco años.
Ni Santa Gertrudis ni su hermana fueron canonizadas formalmente, pero Inocencio XI introdujo el nombre de Gertrudis en el Martirologio Romano en 1677. Clemente XII ordenó que se celebrase su fiesta en toda la Iglesia de occidente.
Oración de Santa Gertrudis por las almas del purgatorio.
El Señor le dijo a Santa Gertrudis que cada vez que rezara esta oración, pudiese librar 1000 almas del purgatorio:
«Padre eterno, yo te ofrezco la preciosísima sangre de tu Divino Hijo Jesús, en unión con las misas celebradas hoy día a través del mundo por todas las benditas ánimas del purgatorio por todos los pecadores del mundo, por los pecadores en la Iglesia Universal, por aquellos en propia casa y dentro de mi familia. Amén».
Santa Gertrudis, mística enamorada del Señor, ruega por nosotros y por todas las Almas del Purgatorio. Amén. Píldoras de fe.
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