VirgenMaria_peru_catolico

El origen de la mariología —la rama de la teología que estudia a la Virgen María en la fe cristiana—

se fue gestando poco a poco en la Iglesia. No nació de golpe, sino en un proceso de reflexión y devoción que abarca siglos.

Raíces bíblicas En el Nuevo Testamento, María aparece como la madre de Jesús, “llena de gracia” (Lc 1,28).

En los relatos de la infancia, la encontramos como la mujer de la fe que dice: “Hágase en mí según tu palabra.”En el Evangelio de Juan, en las bodas de Caná y al pie de la cruz, se la presenta como intercesora y madre espiritual de los discípulos.

En el Apocalipsis (12,1), aparece la figura de la “mujer vestida de sol”, interpretada como referencia a María y a la Iglesia.Los Padres de la Iglesia (siglos II–V)

Los primeros escritores cristianos vieron en María a la “nueva Eva”, en contraste con la desobediencia de la primera.

San Ireneo de Lyon (siglo II) fue clave en esta comparación: así como por Eva entró el pecado, por María vino la salvación.

Con los Concilios, sobre todo Éfeso (431), se proclamó a María como Theotokos (“Madre de Dios”), título fundamental para la mariología.

Edad Media. Se desarrolló la devoción mariana en himnos, arte y liturgia.Los teólogos (como San Bernardo de Claraval) la exaltaron como mediadora y abogada del pueblo fiel.

Aparecen también advocaciones populares y oraciones como el Ave María.

Época moderna y contemporánea

Con la Reforma Protestante (siglo XVI), la mariología se convirtió en tema de debate: el protestantismo redujo su culto, mientras el catolicismo lo reforzó.

En la Iglesia Católica, se proclamaron dogmas marianos:Inmaculada Concepción (1854): María concebida sin pecado original.Asunción (1950): María llevada al cielo en cuerpo y alma.

El Concilio Vaticano II (1962–65) integró la mariología dentro de la cristología y la eclesiología: María como madre de Cristo y madre de la Iglesia.

La mariología nació del encuentro entre la Palabra de Dios, la experiencia de fe del pueblo y la reflexión teológica de la Iglesia.

Su origen no es solo doctrinal, sino también espiritual: es la respuesta de los creyentes a la certeza de que María ocupa un lugar único en la historia de la salvación.