Artículo: Cruzadas evangélicas en camino de misión

“Encontrarás la vida dando vida, la esperanza dando esperanza y el amor amando” es el mensaje que comparte el papa Francisco en su primera exhortación apostólica Evangelli Gaudium. Una misión que las integrantes del instituto secular Cruzada Evangélica, llevan adelante en la casa hogar Santa Clara, ubicada en Pachacamac, al sur de Lima.

Inspiradas por el carisma de su fundador, el venerable sacerdote español, Doroteo Hernández Vera, quien el último 6 de noviembre cumplió 30 años de su partida a la casa del padre, las hermanas consagradas con los cuatro votos de pobreza, castidad, obediencia y apostolado tocan la carne del hermano con el ungüento del amor, de la misericordia y la ternura, como lo señala el sumo pontífice en el documento mencionado líneas arriba.

“Casa hogar” en marcha

No existe una relación autentica con Dios, sin una relación auténtica con los demás (EG. n 91); este camino consiste en encontrarse con el otro aceptándolo como compañero de camino. “Aprender a descubrir a Jesús en el rostro de los demás, en su voz, en sus reclamos”, destaca el santo padre.

Así lo han entendido María del Carmen Martínez Jesuraga y Anastasie Lupondji Ngosa, actual directora local, de la casa hogar Santa Clara, centro de promoción evangélica, que alberga a niñas de las zonas más vulnerables del país andino.

En el hogar las niñas aprenden a cocinar nutritivo de las más experimentadas, entre otros quehaceres, se les enseña costura; primero a mano, y luego utilizan las máquinas de coser. Otro grupo pone en práctica su creatividad en el tejido, cosmetología y repostería. Así, van turnando sus responsabilidades dentro de la casa.

Una vida en misión

Tras las huellas de Doroteo Hernández, la cruzada evangélica María del Carmen entrega su vida a la misión en tierras peruanas. Natural de Santander, España, desde hace 50 años decidió abrir su corazón al servicio de los demás.

“Todo por Jesús y por las almas” es el lema que la acompañó durante la acción de gracias celebrada por el regalo que trae a su vida servir durante cincuenta años a los más vulnerables, desde que realizó sus votos perpetuos el 15 de agosto de 1971.

Al cumplir los 18 años ingresó al instituto secular Cruzada Evangélica para ofrecer su vida a quienes más lo necesitan. Desde entonces, vive atenta al carisma de su fundador: “buscar hacer lo ordinario, extraordinariamente bien hecho”.

Siempre en camino

Cuando la mitad de la población de Santander, en España, ardía en llamas, aceptó ser directora del antiguo hipódromo visitado por los reyes españoles, adecuado para asistir a los afectados por este desastre, ocurrido en el año 1941. En ese lugar se estableció por primera vez el instituto, para atender con especial cuidado a los niños, a solicitud de los miembros de Acción Católica confiesa durante la entrevista. Decidida a seguir adelante, siempre al servicio de la educación de quienes no tienen oportunidades, llegó al Perú en 1985, cuando las huestes de las fuerzas subversivas azotaban al país.

Con 22 años de servicio en la docencia enseñó educación religiosa en el colegio Fe y Alegría de San Juan de Lurigancho en Lima, una de las zonas más vulnerables. Ya suman más de 30 años de permanencia en el Perú, en ese transcurso forjó generaciones de niñas, algunas de ellas enamoradas también de esta misión.

Es por eso que, en nuestros días la labor de los laicos consagrados se hace cada vez más necesaria para evangelizar desde una Iglesia en salida.

Por la periodista Esther Núñez Balbín