Artículo: “Toribio, el grande”
Perú Católico, líder en noticias.– En nuestros días no es políticamente correcto hablar bien de un inquisidor, pero asumo el riesgo. Me uno así a la cruzada que el director del Instituto de Estudios Toribianos en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima ha emprendido con la difusión de la vida y obra de Toribio de Mogrovejo, el gran padre y pastor de la iglesia en América. Sin este “nuevo Moisés”, como lo llamó el Papa Francisco en su visita pastoral a Perú, la historia de la evangelización latinoamericana no sería la que conocemos.
De sangre española y corazón divino, este pastor santo se derramó hasta el último aliento en tierras peruanas durante veinticinco años. Nacido en Mayorga (Valladolid) el 16 de noviembre de 1538, no desaprovechó la oportunidad de formarse en las sobresalientes universidades de Salamanca y Compostela. Licenciado en derecho como sus antepasados, interrumpió sus estudios de doctorado al ser nombrado inquisidor de Granada, cargo que ejerció con rectitud durante cinco años. El 16 de marzo de 1579 es nombrado arzobispo de Lima por el Papa Gregorio XIII, aun siendo clérigo de primera tonsura. Tras recibir las cuatro órdenes menores, el subdiaconado, el diaconado y el sacerdocio, será consagrado obispo en Sevilla en verano de 1580.
Como se nos narra en esta actualizada síntesis de la vida y obra del prelado andariego, “luego de tres meses y medio de navegación y casi seis meses de viaje en total, con escalas en las islas Canarias, Santo Domingo y Nombre de Dios, además de la travesía del estrecho de Panamá por tierra, para seguir en barco hacia el sur por el Océano Pacífico, el nuevo Arzobispo de Lima llegó a avistar las costas desérticas del Perú y, en lugar de seguir navegando al menos unos 40 días más hasta el puerto del Callao, decidió desembarcar en Paita, a unos 1,100 kilómetros al norte de la capital” (p.50). Inició así su primera “visita pastoral” sin haber tomado posesión de su sede. Por tierra, caminando, baja por la costa hacia Lima, aprovechando cada paso para conocer a su pueblo, sus alegrías y esperanzas, sus problemas y angustias. Con 42 años de vida, desde el primer día que llegó a Perú, se puso en camino y anduvo hasta el final como pastor santo y misionero, de los pies a la cabeza. Sí, su santidad se forjó en los caminos y en la capilla, de pies enlodados y zapatos empolvados, pero con rodillas pulidas rogando por su pueblo. Es la santidad del pastor que ama y camina, reza y consuela, se entrega con todo y con toda determinación, sin temor a los peligros ni “prudencias” pastorales, desviviéndose por los más pobres y alejados…
Podría seguir diciendo muchas, muchísimas más cosas del admirable ministerio ejercido por el segundo arzobispo de Lima, pero mejor será que te las narre quien, hoy por hoy, más ha publicado sobre santo Toribio en todo el mundo. Por eso, te animo a gozar su última obra. Son cuatro capítulos que se leen de un tirón, donde sobresalen valiosos testimonios de ayer y de hoy sobre santo Toribio. Sin duda, un aporte preciso y singular para conocer mejor sus años de formación en España, su incomparable ministerio pastoral en Perú y la herencia espiritual que nos legó este “Quijote sin mancha” que fue Toribio “el grande”. Gracias, José Antonio Benito, por hacernos tan actual y cercano a este padre y pastor “con olor a oveja”.
Jaume Benaloy Marco
Benidorm, 5 de junio de 2020
Benito Rodríguez, José Antonio (2020). Santo Toribio Mogrovejo, forjador de la iglesia de América. Fundación Enmanuel Mounier. 99p.
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