El Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne celebró la Eucaristía dominical en la Catedral de Lima y aprovechó en hablar acerca de la tarea y rol que debe cumplir un buen maestro. Como se recuerda este lunes 6 de julio es “Día del Maestro”.

“La tarea que desempeña el maestro es, para toda la Iglesia, sumamente importante. Enseñar, como dice el Papa Francisco, es un trabajo bellísimo. Enseñar es un compromiso serio que necesita que el maestro tenga una personalidad madura y equilibrada”, mencionó.

“Los estudiantes esperan del profesor: un maestro, un guía, una orientación, una respuesta y más aún buenas preguntas. Por eso, el tiempo que hoy pasan los jóvenes en la escuela y la universidad generan relaciones humanas y esas relaciones humanas deben tener claramente las señales de bondad, acogida y de amarse unos a los otros. Los maestros deben crear ese ambiente, ese vínculo. Los alumnos siempre recuerdan con agrado a los profesores que fueron para ellos más que un simple transmisor de conocimientos y es ahí donde debemos poner empeño. En estos tiempos en que hay que enseñar humanidad”, refirió el Cardenal Juan Luis Cipriani.

“Los maestros deben ser capaces de dar un sentido a la escuela. No solamente transfiriendo conocimientos técnicos; sino, construyendo una relación de amistad con los alumnos y entre profesores. La AIEC (Asociación de Instituciones Educativas Católicas) pretende ser un referente en donde junto a una enseñanza de excelencia se transmita los valores de la vida cristiana y costumbres sanas para progresar en la sociedad. Los sacerdotes, capellanes, profesores, todos; debemos esforzarnos para que crean en lo que decimos, tenemos que ser testigos”, mencionó.

“A todos los maestros del Perú, de Lima y la AIEC, infundan esa pasión, ese entusiasmo por enseñar con amor, por sembrar la semilla de la fe y por incorporar a la sociedad mejores ciudadanos. Ahí está el núcleo que el Perú necesita para ir adelante. Educación en valores cristianos es lo que la mayoría de nuestro pueblo quiere. Agradezco con aprecio y cariño a todos los maestros y a todos los que están comprometidos con este apostolado. Para todos los alumnos, los profesores e incluso los padres de familia, en la escuela o en la universidad deben encontrar su segundo hogar. Y eso será en la medida que todos pongamos de nuestra parte: cariño, paciencia y alegría”, finalizó el Purpurado.