CATEQUESIS: ¿Qué significa que fuimos creados a “imagen y semejanza” de Dios?

“HOMBRE Y MUJER LOS CREÓ” (GEN 1:27)

Dios nos hizo hombre y mujer: distintos, pero complementarios e iguales en dignidad. El hombre y la mujer se complementan en su cuerpo, y Adán se da cuenta de ello. Ve a Eva por primera vez y exclama: “¡Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne!” (Gen 2:23).
Al verla, se da cuenta de que no está hecho para la soledad, sino para la comunión. Sabe que está llamado a entregarse en cuerpo y alma. El hombre y la mujer están hechos el uno para el otro, y el mismo cuerpo es señal de ello.
Así, el hombre y la mujer reflejan a Dios mismo, que es comunión en la Santísima Trinidad y, a la vez, son signo de nuestro destino final: la comunión plena con Dios. Dios nos creó con un alma inmortal para que pudiéramos gozar de su amor y grandeza en el reino celestial, en comunión con él.
 PARA “LABRAR Y CUIDAR” EL JARDÍN (GEN 2:15)

Dios también creó al hombre para “labrar y cuidar” el jardín, es decir, para santificarse en el trabajo. Si Dios creó todo “bueno” desde el principio, entonces el trabajo mismo es bueno. Dios le dio 6 días al ser humano para que trabajara, pero debía descansar en el séptimo para centrarlo en su Creador.
Dios no solo quiso salvar al hombre de una esclavitud al trabajo, sino que quiso comunicarle que esos 6 días de trabajo deben estar orientados al séptimo. En otras palabras, es a través de nuestro trabajo y responsabilidades cotidianas que Dios nos perfecciona. El Día del Señor debe ser la meta y el comienzo de nuestra semana, sobre todo nuestro encuentro con él en la Santa Misa.

CON USO DE RAZÓN

Igualmente, Dios otorgó al ser humano el uso de razón al hacerlo a su imagen. Al pedirle labrar y cuidar el jardín o nombrar a todos los animales (Gen 2:19), lo estaba llamando a la creatividad. Nos dio la capacidad para entender el mundo, y encontrar su huella en la creación.
Contrario a la opinión común en nuestro tiempo, la fe y la razón no son contradictorias. Ambas vienen de Dios y se complementan. El Dios que creó todo el universo a la vez quiso revelarse de manera más directa y enseñarnos lo que no podríamos haber descubierto por nuestra cuenta o lo que habría sido demasiado difícil de entender. Por eso, la Iglesia nunca le ha temido al uso de la razón o a la ciencia. De hecho, enseña que entre más usemos la razón, más podemos aprender de Dios, pues su huella está presente en la creación.
 

CON CAPACIDAD DE LIBERTAD

Dios creó al hombre libre, de una manera única entre los otros seres vivos de la creación. Además de darles libre albedrío –la capacidad para elegir–, les dio la capacidad de libertad. La libertad no es la posibilidad de hacer cualquier cosa que queramos, como se entiende el día de hoy. La libertad verdadera se puede describir como la “libertad de” y la “libertad para”.
Ser libres de ataduras nos ayuda a ser libres para elegir el bien. Por ejemplo, aunque el consumo de drogas parece un acto de gran libertad, este termina por esclavizar a las personas y les impide elegir el bien con claridad. Pero lo más importante es que Dios nos creó libres para que pudiéramos amar y ser amados verdaderamente. No se puede entrar en comunión con alguien que no elija esa misma comunión. Solo podemos recibir ese amor de Dios y entrar en comunión con él si deseamos recibirlo. Si él nos obligara a hacerlo, no sería amor.
 EL ASOMBRO

El Dios de todo el universo, en su amor y poder infinitos, nos creó a ti y a mí de manera única, para compartir su felicidad y grandeza con nosotros. ¿No te causa asombro? El Dios que es todopoderoso, que todo lo puede, desea tu bien. Él es bueno y nos creó a nosotros buenos. ¿Por qué no confiar en un Padre tan grande que puede hacer maravillas en nosotros sí solo le damos nuestro “sí”?
Podemos decir que todo esto suena muy bonito, pero surgen preguntas inevitables: si todo fue creado bueno, ¿por qué hay tanta maldad en el mundo?, ¿qué fue lo que falló? El Génesis también nos explica…

El Pueblo Católico.