El aporte de la fe y de la razón a la ética, por Fray Johan Leuridan
La biblia empieza con el relato de la creación. Dios fue creador del ser humano y le dio razón, voluntad y libertad. La voluntad de Dios es que el ser humano sea responsable de la realización de su propia vida.
Juan Pablo II afirma esta autonomía del ser humano haciendo referencia a Tomás de Aquino: la ley moral viene de Dios y el ser humano ha recibido la autonomía para conocer los actos que conducen a su propio perfeccionamiento. La vida moral exige la creatividad y la ingeniosidad propias de la persona, origen y causa de sus actos deliberados.
Ya encontramos en la carta de San Pablo a los Filipenses el reconocimiento de la ética en otras culturas y su aporte. “Por lo demás, hermanos, fíjense en todo lo que encuentran de verdad, noble justo y limpio; en todo lo que es fraternal y hermoso, en todos los valores morales que merecen alabanza. Pongan en práctica todo lo que han aprendido y oído de mí, todo lo que me han visto hacer, y el Dios de la paz estará con ustedes”. (Filipenses, 4, 8-9). San Pablo expresa lo mismo en la carta a los Romanos: “Cuando los paganos que no tienen ley, cumplen naturalmente lo que manda la Ley, están escribiendo ellos mismos esa Ley que no tienen, y así demuestran que las exigencias de la ley están grabadas en sus corazones. (Romanos, 2 14-16).
La biblia hace referencia a las normas de comportamiento, tanto positivamente o negativamente: los diez mandamientos, “la compasión tierna, la bondad, la humildad, la mansedumbre, la ciencia” (Pablo, Colosenses, 3, 12). Negativamente, “no mates, no cometas adulterio, no robes, no digas cosas falsas de tu hermano, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre” (Marcos, 10,18). Estas enseñanzas están al alcance de la razón de todos los seres humanos.
La razón está en todos los pueblos y culturas. Todos los seres humanos pueden encontrarse, coincidir y convivir. La palabra de Dios se dirige a cada ser humano y cada ser humano es filósofo, es decir, puede preguntar por el sentido de su vida. Sin embargo, la evolución de las ciencias y de las tecnologías plantea nuevos interrogantes a la ética. Por ejemplo, han surgido todas las éticas profesionales o la deontología. Se necesita la intervención de la razón para encontrar la aplicación de las normas en situaciones nuevas. Fieles y ateos pueden encontrarse en la búsqueda del bien, la justicia y la promoción de la dignidad. Surgieron las reflexiones teológicas promovidas por teólogos y obispos de América Latina sobre la pobreza que llevó al Papa Juan Pablo II declarar la opción preferencial por los pobres de acuerdo a Mateo, 5, 1-12 y Lucas, 6, 17-28. Otro debate muy importante es sobre la bioética. Actualmente existe una grave responsabilidad común frente a la amenaza del transhumanismo. No todos respetan la dignidad humana.
Dios se ha revelado en historia en la persona de Jesucristo. Él vino a manifestar su amor a cada uno de los seres humanos y dió el mandamiento del amor al prójimo. Sin embargo, Cristo invita a la persona libre a un “cambio” o “conversión” de la actitud para cumplir con la norma del amor que Cristo enseñó. La diferencia con los ateos es la presencia de Dios en nuestra conciencia que nos ayuda acordarse y cumplir las normas y corregir las razones que buscan sólo el poder del dinero, el egoísmo, la envidia y la vulgaridad. Los ateos no reciben un destino y el universo es indiferente, pero tomando consciencia de la violencia y de la crueldad del ser humano en la historia, pueden ellos cumplir con el bien como dice San Pablo en su carta a los Romanos que citamos más arriba. Hay también ateos que se entregan a la vida superficial como hay católicos, sólo de nombre, que van por el mismo camino superficial.
El amor de Dios y nuestra “naturaleza” forman una unidad coherente. El método para encontrar la presencia de Dios en nuestra conciencia es la oración y el amor de los otros. La oración es el acto humano más importante porque es la petición para poder amar. Por dirigirnos a Cristo en nuestra conciencia buscamos lo verdadero, lo noble y lo justo. Jesús dijo: es necesario orar siempre porque la “ley natural” puede borrarse por el ambiente de distracción y por la cultura del individualismo.
Por Fray Johan Leuridan Huys
Teólogo, filósofo y escritor. Fraile dominico y padre Prior de la Basílica y Convento del Santísimo Rosario de Lima. Miembro honorario de la Sociedad peruana de Filosofía y miembro honorario de la Academia de la Lengua. Doctor honorario causa de las Universidades Ricardo Palma, Antenor Orrego, Universidad del Centro y San Juan Bautista.