El Opus Dei al servicio de la Iglesia y del Papa, por Mons. Juan Antonio Ugarte Pérez
Por Mons. Juan Antonio Ugarte Pérez, Arzobispo Emérito del Cusco. Cuando pedí la admisión al Opus Dei como numerario en 1959, no me imaginé que vería crecer tanto su apostolado en las décadas siguientes, tanto en Lima como en Arequipa, Piura, Chiclayo, Cusco y Cañete. Agradezco a Dios que me haya permitido ver no solamente un crecimiento de fieles de la Obra en las principales ciudades del
país, sino también la extensión de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, que forma parte del Opus Dei, mediante la asociación de muchos sacerdotes diocesanos incardinados en diversas diócesis, como agregados o supernumerarios.
Dios ha querido que mi labor sacerdotal y luego episcopal se haya desarrollado en diversos lugares. Como sacerdote y profesor he visto iniciar las labores de la Universidad de Piura. Una vez llamado al episcopado, pude apreciar como auxiliar del obispo de Abancay como las almas se abren a Dios para mantener una vida de piedad trascendente, entre los avatares de sus arduos trabajos agrícolas.
Como auxiliar primero y obispo residencial después, en Cañete y Yauyos, conocí las iniciativas apostólicas -seminario menor y mayor; los Institutos Valle Grande y Condoray, etc.- que siembran la práctica de las virtudes cristianas en esta prelatura territorial, encargada por la Iglesia al Opus Dei por el papa Pío XII.
Como auxiliar primero y arzobispo del Cusco más tarde, fui pastor y también testigo de la actividad del clero de esa ciudad. También del territorio de la arquidiócesis fuera de la ciudad, donde se realizan tantos trabajos en el campo y está la presencia de muchos atractivos turísticos de primer orden. Todo ello está impregnado de espíritu cristiano. Las tradiciones multiseculares de procesiones y devociones continúan dando ejemplo de amor de Dios mediante el culto público que, subsidiariamente, constituye igualmente un espectáculo real para los visitantes.
Una vez cumplida la edad canónica para presentar la renuncia al cargo de arzobispo del Cusco, y aceptada por el Papa Francisco, me dio mucha alegría volver a las labores propias de un sacerdote del Opus Dei, celebrando la santa misa, confesando y -cuando me lo solicitan desde la curia limeña- celebrando el sacramento de la confirmación, dando retiros mensuales y cursos de retiros a señores y señoras, jóvenes, sacerdotes, etcétera, tocando con las manos la realidad de setenta años de trabajos del
Opus Dei en la nación peruana, al servicio de Dios, la Iglesia y el Papa. El 9 de julio de este año recordaremos los inicios de estas siete décadas de la labor apostólica del Perú. El fundador del Opus Dei nos invitaba siempre a “Soñad y os quedareis cortos”.
Medios Católicos comparte artículos de católicos de todo el mundo.