Homilía de la V semana del Tiempo Ordinario
Perú Católico, líder en noticias.– Muy queridos amigos y amigas, que la luz de Jesucristo ilumine siempre el corazón y la vida de cada una de nuestras familias. ¡Qué rápido va pasando el tiempo!, ya estamos en el quinto domingo del Tiempo Ordinario. Somos seguidores de Jesús y vamos escuchando y aprendiendo su palabra, pero que no quede únicamente en el oído, sino que pase a nuestra mente para comprenderla y a nuestro corazón para practicarla.
La palabra de Dios tiene que ser puesta en práctica, el Papa Francisco ha establecido el “Día Mundial de la Palabra de Dios”, que lo celebramos un domingo en que lamentablemente en el Perú, ha coincidido con las elecciones. No olvides que sin la palabra de Dios nuestras vidas no tendrían rumbo, entonces deja que la palabra de Jesús, cada domingo, vaya penetrando en tu persona. Vayamos asumiendo que escucharla es para alimentarnos y hace que la palabra se convierta en actitudes de vida, en forma de ser, actuar y de dar a los demás.
Ya entramos a la V Semana del Tiempo Ordinario, eso significa que hemos recorrido un camino, Jesús es bautizado, se nos presentó como “El Cordero de Dios” y como “La luz que viene, la luz del evangelio, del amor de Dios” y hemos celebrado junto con la Iglesia la fiesta de la Candelaria; ahora Jesucristo nos compromete a ser seguidores suyos. A partir del bautismo ¿cuál es el compromiso que tenemos como seguidores de Jesús? y Él lo dice en una parte de su gran discurso en el evangelio de Mateo que se llama el sermón de la montaña. Sería muy interesante querida familia cristiana, en este Año Misionero de la Familia, te juntes con tu esposa, hijos, padres, hermanos y lean este hermoso pasaje, donde está concentrado todo el pensamiento de Jesús de lo que deben ser y hacer sus discípulos eso ayudará bastante.
Vamos a tomar dos elementos de este tema que propone el evangelio de Mateo, en una sección, Jesús anhela que todos sus seguidores sean luz del mundo y sal de la Tierra, Él ha sido presentado como luz del mundo, hemos reflexionado este tema el domingo pasado; pero Él no solamente quiere ser la luz, quiere también que sus seguidores sean “La luz que ilumine” y también que sean “La sal de la tierra”, pero pone una advertencia, dice Jesús que “tengan mucho cuidado porque si la sal se vuelve insípida, ¿para qué sirve? no sirve para nada. Entonces también si ustedes no alumbran a los demás, ¿de qué sirve? no sé es luz para meterse debajo de la cama y para meterse debajo de un mueble; colocamos la luz encima, para que ilumine. Jesús nos pide ser luz y sal en medio de la sociedad. Ser luz significa iluminar y ser sal significa dar sabor, la luz y la sal del amor es tarea de cada cristiano saberlo compartir con los demás, Jesús no nos viene a hablar de pelea, riña, enfrentamientos, envidia, competencias, hacer daño, robar, violar o ser un corrupto, todo lo contrario, Jesús habla de ser la luz y el sabor del amor, ese debe de ser el papel fundamental de cada cristiano.
La familia también aplica el mismo principio de Jesús. El cristiano tiene que ser luz, la familia cristiana también tiene que ser “luz del mundo” y “sal de la tierra”. Los padres han asumido la responsabilidad de formar una familia y que esta no sea producto de una casualidad o fruto de la irresponsabilidad, se tienen que preparar bien para poder asumir esta responsabilidad, no solamente empezando a traer niños al mundo, primero viviendo la experiencia de amor entre la pareja, noviazgo y luego de un compromiso, donde la pareja se va ya conociendo, comprendiendo y descubriendo que no solo es un sentimiento sino un compromiso de vivir juntos, de construir juntos su felicidad, de ahí vienen los hijos. No se puede educar niños sin antes haber tenido todo un camino de preparación.
Los papás tienen que aprender a ser luz y sal en la familia, ellos en primer lugar tienen que saber enseñar, orientar y vivir el amor. Yo he tenido la oportunidad de celebrar una actividad muy bonita de una pareja con 75 años de matrimonio, el viejito como secreto de matrimonio dijo: “para mí, ella sigue siendo mi novia y yo sigo siendo su novio y ese es el saborcito del amor, en principio eso no debe perder”. En segundo lugar, los hijos pueden ser sal y luz para los padres y la sociedad, esos son elementos muy importantes en la formación cristiana de la familia. Se luz y sal en medio de tu comunidad familiar y encontrarás una vida feliz y en paz.
Que la alegría de este año misionero te acompañe en medio de esta semana, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
+ Richard Daniel Alarcón Urrutia
Arzobispo Metropolitano del Cusco
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