Todos sabemos que hay que hacer la voluntad de Dios. Lo repetimos en la oración que nos enseñó Jesús, pero es preciso hacerla con puntualidad, amor y alegría.

  • Ezequiel

Dios es justo en su proceder y nadie puede quejarse de Él con justicia.

El profeta pregunta qué hace el Señor con el justo que comete la maldad. Si muere en su pecado, por la maldad que cometió se condena.

En cambio, “cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida”.

Esa es la justicia del “proceder del Señor”.

  • Salmo 24

Aprovecha este salmo que habla de la misericordia, pidiendo a Dios que te enseñe sus caminos para avanzar por ellos en lealtad. Con el salmista pidamos:

“Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; no te acuerdes de los pecados ni de las maldades de mi juventud; acuérdate de mí con misericordia por tu bondad”.

  • San Pablo

Es muy interesante escuchar a San Pablo que quiere conseguir algo muy importante de los filipenses que son sus grandes amigos:

“Si queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor, si nos une el mismo Espíritu y tenéis entrañas compasivas, dadme esta gran alegría”.

No es fácil imaginar qué va a pedir San Pablo, pero evidentemente que se trata de evangelizar. Por eso lo que les pide con tanta preparación es la caridad, el gran mandamiento:
“Manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir”.

El pedido lo concreta con estas palabras:

“Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús”.

A continuación el apóstol nos presenta el resumen de la vida maravillosa de Jesucristo que, por nuestro amor, siendo Dios, se hizo esclavo de todos y humillado, para darnos su vida en la cruz.

De su humillación brotó la exaltación del Padre que le otorgó:

“El Nombre-sobre-todo-nombre”.

Ese nombre que todos debemos adorar es el de “Señor” : “Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre”.

  • Verso aleluyático

La liturgia nos pide que escuchemos las enseñanzas de Jesús que vamos a leer en el Evangelio, recordando nuestra actitud de escucha:

“Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco y ellas me siguen”.

Escuchar a Jesús y cumplir lo que nos pide es nuestro camino a la perfección.

  • Evangelio

A los enemigos que siempre lo acompañan para tener de qué acusarlo, Jesús les ofrece una parábola interesante con su aplicación y todo, para que recapaciten y se conviertan.

Será bueno que también nosotros aprovechemos esta reflexión para hacerla nuestra y ver cómo cumplimos la voluntad del Señor.

Se trata de un Padre que manda a sus dos hijos a trabajar a la viña.

El primero contesta: “¡No quiero! Pero después recapacitó y fue”.

El segundo, en cambio, contestó enseguida: “¡Voy, señor! Pero no fue”.

Es evidente que el que obedeció al padre fue el primero. Pero también es claro que ninguno de los dos hizo plenamente feliz a su padre aquel día.

Debemos decir sí y cumplir con nuestro deber para hacer, de verdad, la voluntad de Dios.

Finalmente hay que recordar que es Jesús el que saca la conclusión para ayudar a los sumos sacerdotes y ancianos:

“Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de Dios”.

Una conclusión muy fuerte pero que el Señor justifica.

José Ignacio Alemany Grau, obispo