Homilía del Domingo XXX del Tiempo Ordinario: El grito del pobre atraviesa las nubes

Jesucristo ha insistido mucho en el tema de la oración. Parece que después de la caridad de lo que ha hablado más es de la necesidad de la oración.

Veamos las lecciones de la liturgia en este domingo.

  • Eclesiástico

Dentro de la grandeza de Dios que tiene todas las perfecciones, el Eclesiástico destaca su justicia e imparcialidad.

Una de las cosas que resalta es la oración y lo detalla así:

«Escucha las súplicas del oprimido; no desoye los gritos del huérfano o de la viuda cuando repite su queja».

Descripción especial merecen estas palabras: «los gritos del pobre atraviesan las nubes y hasta alcanzar a Dios no descansan… El justo Juez le hace justicia».

Esto nos recuerda, sin duda, la parábola del Evangelio de la semana pasada, que hablaba del juez inicuo para exhortarnos en la constancia de la oración.

  • Salmo 33

El salmista abunda en las ideas del Eclesiástico. Parece tenerlas en mente en el momento de componer este salmo:

«Cuando uno grita el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias.

El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a Él»

Por todo esto debemos agradecer a Dios con el salmista:

«Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca».

  • San Pablo

Pablo, ya anciano, resume a Timoteo cómo ha sido su vida de apóstol evangelizador y cómo espera la recompensa del Señor:

«He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe.

Ahora me aguarda la corona merecida con la que el Señor, justo Juez, me premiará en aquel día».

De todas maneras, Pablo, continúa invitando a todos a la esperanza:

«Y no solo a mí sino a todos los que tienen amor a su venida».

La carta termina con este acto de confianza:

«El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo».

  • Verso aleluyático

Muy importante este versículo que pertenece a la carta de San Pablo a los corintios.

Dios realizó la salvación por medio de Cristo. Pero al irse Jesús a la gloria ha dejado la palabra de la reconciliación a «nosotros». Pablo se refiere a los apóstoles y a sus sucesores. Meditemos:

«Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo consigo y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación».

  • Evangelio

Dentro del tema de la oración de este domingo Jesús nos presenta, en una parábola, a dos hombres que subieron al templo a orar.

El creído rezaba así:

«Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano».

A continuación, se alaba a sí mismo por las buenas obras que hace.

En cambio, el sencillo y humilde aprende del publicano que se tiene por pecador:

«Oh Dios, ten compasión de este pecador».

Ojo, amigos, no saquemos como conclusión que los creídos de hoy no tienen que rezar. Todos tenemos que pedir a Dios… Pero hagámoslo con fe, sin el orgullo del fariseo y con la humildad del publicano.

José Ignacio Alemany Grau, obispo