Homilía del III Domingo del Tiempo Ordinario: Si Dios te llama ¡di que sí!
Perú Católico, líder en noticias.- Homilía del III Domingo del Tiempo Ordinario: Si Dios te llama ¡di que sí! Al principio del tiempo ordinario la liturgia nos presenta a Jesús buscando las primeras vocaciones. Y como eran discípulos de Juan bien preparados, inmediatamente siguieron al Maestro.
Aprovechando el tema la liturgia nos habla también de la llamada de Dios a Jonás quien tuvo dos respuestas bien distintas, como veremos.
Por su parte Pablo nos dirá que nos apresuremos porque el tiempo pasa rápido.
El profeta Jonás
El libro de Jonás es una parábola en la que podemos admirar la misericordia de Dios con todos los pueblos y la mezquindad de algunos apóstoles del Señor.
Por dos veces habla el Señor a Jonás, pidiendo que predique la conversión en Nínive.
La primera vez Jonás se asusta y toma un barco que en vez de acercarle a Nínive le lleva a la lejana Tarsis, lo que hoy corresponde a Sevilla en España.
Un gran pez se merienda al profeta y lo devuelve a tierra firme.
De nuevo el Señor pide a Jonás que predique la conversión de Nínive y ahora ya no se puede negar.
Predica: “Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada”.
Todos hacen penitencia.
Dios los perdona.
El único que queda triste es Jonás.
Su orgullo no le permite conformarse al ver cómo su predicación no ha quedado cumplida.
Dios le da la lección del ricino que resume lo miserables que somos los hombres ante la misericordia de Dios.
La gran enseñanza de hoy es que la misericordia va más allá de los límites del pueblo de Israel, aun en el Antiguo Testamento.
Otra gran enseñanza es que debemos ser dóciles a la llamada de Dios porque siempre nos irá mejor.
Salmo 24
El salmo responsorial nos invita a pedir la misericordia del Señor “porque tu ternura y tu misericordia son eternas” y nos invita a confiar siempre en la bondad del Señor.
San Pablo
Nos invita a meditar que el tiempo es huidizo, como se lee en algunos relojes antiguos: “Tempus fugit” (“el tiempo huye”). Sí. Se nos escapa de las manos.
A veces nos “aburrimos”, otras “matamos el tiempo”, o decimos “no tengo nada que hacer”…
Pablo enseña que “el tiempo es apremiante” y saca unas conclusiones que nos pueden parecer chocantes, sobre todo algunas.
Pero será bueno que las pensemos y termina con una frase que nos recuerda el título del auto sacramental de Calderón de la Barca “El gran teatro del mundo”.
Pablo termina así: “La representación de este mundo se termina”.
Verso aleluyático
Viene a completar lo que justifica más aún las palabras de San Pablo. Es un motivo para aprovechar el tiempo para nuestra conversión, tanto personal como de los que se encuentren cerca de nosotros:
“Está cerca el Reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio”.
Evangelio
La lectura de hoy tiene dos partes.
En la primera San Marcos (no olvidemos que él es el evangelista que nos acompaña en este ciclo B) hace el resume de la predicación de Jesucristo que está de acuerdo con las primeras reflexiones de hoy:
“Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio”.
Esto nos lo recordará muy pronto el miércoles de ceniza que ya está cerca.
En la segunda parte Jesús empieza a buscar discípulos en el entorno del Lago de Galilea donde pasará el mayor tiempo de su apostolado.
Lógicamente muchos de ellos serán pescadores porque ese era el modo de ganarse la vida en los pueblecitos cercanos al mar de Tiberíades.
Primero llama a dos hermanos, Simón y Andrés y para llamarlos aprovecha su mismo trabajo diciéndoles:
“Venid conmigo y os haré pescadores de hombres”.
Más adelante encuentra otros dos hermanos, hijos de Zebedeo, que trabajaban en familia.
Jesús los llama también y ellos “dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con Él”.
Qué hermosa manera de llamar y de seguir al Señor.
Amigo, si hoy escuchas la voz del Señor, recuerda una vez más que seguirle a Él será tu felicidad y harás mucho bien.
José Ignacio Alemany Grau, obispo
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