Amigos todos, la liturgia nos va llevando de la mano hacia la Navidad.

En este cuarto domingo de adviento la liturgia nos presenta el lugar donde nació el Mesías y cómo éste, todavía en el seno materno, hizo el primer milagro de llenar de gozo a la madre del Precursor y al niño, el pequeño Juan, que le había de preparar los caminos.

  • Miqueas

Cuando los reyes magos llegaron a Jerusalén preguntando dónde tenía que nacer el Mesías, Herodes convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas, y se lo preguntó a ellos.

Los sabios de Israel contestaron:

En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las poblaciones de Judá, pues de ti saldrá un jefe que pastoreará a mi pueblo Israel”.

Así presenta San Mateo a Jesús.

Esta es, precisamente, la profecía de Miqueas que leemos hoy.

De esta manera, en este día, se nos presenta hoy al futuro Mesías, descendiente del mismo pueblo de David, su padre.

La misión del Mesías será “pastorear con la fuerza del Señor, por el nombre glorioso del Señor”.

Su pastoreo hará que vivan tranquilos, en Israel, y Él mismo “será nuestra paz”.

Así, pues, el cuarto domingo nos va preparando para recordar el nacimiento de Jesús Mesías.

  • Hebreos

La carta a los hebreos nos habla, de una manera distinta,  cómo llegó Jesús a este mundo.

Lo dice Él mismo con estas palabras:

“Tú no quieres sacrificios ni ofrendas pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: ´aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad´.

Lo que para Miqueas es “pastorear”, el autor de la carta a los hebreos lo expresa así: que quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo.

Así, el Buen Pastor, nos da vida sacrificando la suya “de una vez para siempre”.

  • Verso aleluyático

Junto al sacrifico de Jesús se nos recuerda el sacrificio de su Santísima Madre, con estas palabras que ella misma dijo al ángel:

“Aquí está la esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra”.

Así quedan identificados el sacrificio de Jesús y el de su Santa Madre.

Esta será la disposición que Dios nos va a pedir a todos los que queremos seguir de cerca a Jesucristo como Él mismo nos enseñó en la oración del padrenuestro.

  • Evangelio

Ya en este domingo, muy cercanos al nacimiento de Jesús, la liturgia nos habla de la visita que hizo la Virgen María a su prima Isabel:

En cuanto Isabel oyó el saludo de María”, nos completó el rezo del avemaría que hacemos desde hace tantos siglos.

Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”. Si traía o no la Virgen regalos a su anciana prima, no lo sabemos. Pero sí le llevó la alegría más grande que fue la presencia del Espíritu Santo, tanto en ella como en su Hijo:

En cuanto tu saludo llegó a mis oídos la criatura saltó de alegría en mi vientre”.

En ese momento Isabel felicita a la Virgen por haber acogido a Dios con fe íntegra:

Dichosa tú que has creído porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”.

Esta fe es la que debemos pedir todos nosotros al Señor para que, creyendo en sus promesas y siendo consecuentes, merezcamos gozar de la felicidad que nos trajo Jesús, el Buen Pastor, desde que llegó a Belén.

José Ignacio Alemany Grau, obispo