Jesús nos va enseñando a través de los capítulos trece a diecisiete del evangelio de san Juan. En este domingo habla de la vida fecunda de los que permanecen unidos a Él.

El Verbo «permanecer» debe ser clave para entender y vivir el mensaje de este día.

  • Hechos de los apóstoles

No fue fácil para san Pablo anunciar a Jesús después de su conversión. Muchos desconfiaban recordando cuánto hizo sufrir a la Iglesia en el tiempo que la persiguió.

Pero se impuso con humildad su conversión y llegó a ser el evangelizador más importante de los paganos.

Poco a poco, amainó la persecución y la Iglesia gozó de paz:

«La Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria. Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor y se multiplicaba animada por el Espíritu Santo».

  • Salmo 21

«El Señor es mi alabanza en la gran asamblea».

Este salmo es muy conocido por todos, en la primera parte, pero la liturgia ha escogido unos versículos concretos para que los meditemos en este domingo:

«Del Señor es el reino, Él gobierna a los pueblos. Ante Él se postrarán los que duermen en la tierra, ante Él se inclinarán los que bajan al polvo. Me hará vivir para Él, mi descendencia lo servirá. Hablarán del Señor a la generación futura, contarán su justicia al pueblo que ha de nacer: todo lo que hizo el Señor».

Seamos también nosotros pregoneros de las obras de Dios.

  1. 1 carta de Juan

«No amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras».

Esto es muy importante para que sepamos caminar por esta vida buscando siempre la verdad que es Cristo y actuando como Él, según la voluntad del Padre.

¿Cuáles son, en resumen, los mandamientos de Dios Padre? Creer en el nombre de su hijo Jesucristo y que nos amemos unos a otros como Él nos mandó.

«Si guardamos sus mandamientos permanecemos en Dios y Dios en nosotros».

¿Cómo podremos saber esta bella realidad? Por el Espíritu Santo que Él mismo nos regaló.

  • Verso aleluyático

No es pasajero este permanecer en Dios que nos hace fecundos, según el evangelio de Juan: «Permaneced en mí y yo en vosotros».

Solo así podremos dar fruto abundante.

  • Evangelio

Otra vez nos encontramos con una de esas definiciones que Jesús nos da de sí mismo, unida a la palabra divina «Yo soy», con características que definen al enviado del Padre Dios.

A través de ellas, de una u otra forma, vamos descubriendo su grandeza y nuestra relación con Él. Hoy leemos:

+ «Yo soy la vid».

+ «Mi Padre es el labrador», el dueño de la vid.

+ «Ustedes son los sarmientos».

Benditas relaciones entre «nosotros» y la persona divina de Jesús.

Jesús es el árbol, la vid, por el que fluye toda la fuerza de la vida que es eterna.

Solo por Jesús pasa la vida divina que nos salva. Nosotros, por el bautismo, nos injertamos en Él.

Solo permaneciendo en Él tendremos vida.

El Padre tiene mucho amor a cada uno de nosotros. Si seguimos fieles y unidos nos cuida y, para que demos fruto abundante, nos poda, prueba y purifica.

Solo unidos a Cristo podremos dar fruto que permanezca.

José Ignacio Alemany Grau, obispo