La Iglesia no apoya el divorcio ni la violencia doméstica, por P. Tomas Beroch

Un sacerdote una vez recibió a una mujer que recibía golpes de parte del marido. Y el sacerdote le dijo mil veces que lo denunciara. Un mal día el marido le pega una fuerte golpiza y los vecinos oyen los gritos de la mujer y llaman a la policía. El hombre agrede a los policías que vienen a arrestarlo, al punto tal que tuvieron que ponerle las esposas entre cuatro oficiales. La mujer fue llevada al la sala de emergencia y tenía dos costillas rotas. El hombre al estar indocumentado fue preparado para ser deportado.

La mujer, luego que sale del hospital, va a verlo al sacerdote pidiéndole una carta de la Iglesia para inmigraciones, para que no deporten a su marido. El sacerdote le dice: ¨no te puedo dar la carta. Casi te mata, olvídalo¨. La mujer insistió diciendo que era su culpa, que ella lo provocaba y trató de todas las maneras posibles de que el sacerdote le diese la carta, a lo cual el padre le responde: ¨vas a estar mejor sin él¨. La mujer se va super enojada y al hombre lo deportan. Esa mujer se alejó de la Iglesia porque el padre no la ayudó a que no deportaren a su marido que le rompió dos costillas a golpes. Pero el sacerdote hizo lo correcto, pues aunque ella no lo reconozca, le salvó la vida.

Si bien el matrimonio es para siempre, en algunos casos la separación física es la única solución. No quiere decir que uno pueda volverse a casar y formar pareja de vuelta, para eso es necesario iniciar un proceso de nulidad matrimonial. Sin embargo, la violencia doméstica es una causa por la cual hay veces que los sacerdotes recomendamos la separación física. Nada justifica el golpear al cónyuge, pues eso es un pecado que clama al cielo.

Es por eso que es tan importante tener un noviazgo casto y puro. Si un hombre no es capaz de vivir en castidad antes de su matrimonio, es posible que cuando se case no sea capaz de controlar sus emociones en otros aspectos. No quiere decir que los que no vivieron la castidad antes del matrimonio necesariamente van a ser violentos. Pero un noviazgo casto y puro ayuda más a los novios a conocerse el uno al otro antes del matrimonio más que otro tipo de experimentos que no nos llevan más que al pecado y a la pérdida de la gracia de Dios.

Nunca toleres la violencia doméstica. No hay justificación para una cachetada o un golpe, por más enojado que uno esté. Ni el hombre debe golpear a la mujer ni la mujer al hombre, pues marido y mujer fueron hechos para amarse, y amarse implica respetar el cuerpo y la integridad física del prójimo.

Cuando alguien viene y me dice: padre, necesito que me recomiende una oración para terminar con la violencia doméstica. Mi respuesta es esta: la Misa, el rosario, la adoración y el número 911 (un número muy conocido para los que vivimos en Estados Unidos).

Bendiciones para todos.