«Nosotros afirmamos al Estado Peruano como verdaderamente laico y eso quiere decir que ni las creencias religiosas particulares de algunos de nosotros ni la pretendida injerencia de algunas jerarquías eclesiales puede influir en nuestras políticas públicas»[1]. Con esta declaración antes de los comicios electorales del 2016 en el Perú, la candidata de izquierda que se unió con otros grupos afines en un movimiento llamado Frente Amplio, presentó su posición en torno a temas controversiales como son el aborto y la unión de homosexuales. Ello se sumó al planteamiento que algunas personas ya venían haciendo expresando que el Perú es un estado laico y que debe comportarse como tal. Pero ¿Qué es un estado laico? ¿Qué se pretende cuando se habla de laicidad?

peru-catolico-articulo6Da la impresión que se busca una «neutralidad» de modo que ningún agente externo le sea a un cuerpo nocivo, influenciando negativamente el desarrollo del mismo. Lo que traducido daría este resultado: el cuerpo de la sociedad debe valerse por sí mismo y un agente externo como es la fe en Dios y la Iglesia Católica, no debe entrometerse en el desarrollo de esa sociedad porque sería perjudicial. Para ello surgen un grupo de personas abanderadas de la «libertad», que deseando defender a este cuerpo social de la amenaza que significa la Iglesia, buscan ésta se retire del ámbito público. Eso es lo que algunos hoy llaman estado laico o laicidad.

El vocablo «laicidad» ha sido incorporado no hace mucho al Diccionario de la Real Academia Española, para describir la condición del que no es religioso y quiere tener una vida apartada de la religión y de su presencia en la vida civil.

peru-catolico-articulo4Aquí tenemos en primer lugar un asunto terminológico que será importante esclarecer. Y es que se distingue entre «laicidad» y «laicismo», afirmando que el primero es, como lo expresó el Papa Pio XII el 23 de marzo de 1958, «el esfuerzo continuo para tener separados y al mismo tiempo unidos los dos Poderes», el religioso y político. Sin embargo esta idea de laicidad «nacida como indicación de la condición del simple fiel cristiano, no perteneciente ni al clero ni al estado religioso, durante la Edad Media»[2] en un momento de la historia mutó y «se le ha atribuido una acepción ideológica opuesta a la que tenía en su origen»[3]. La acepción actual es otra, como expresa el mismo Papa Benedicto XVI en el ya citado congreso de juristas italianos[4], expresando que hoy por laicidad «se entiende(la) exclusión de la religión de los diversos ámbitos de la sociedad y como su confín en el ámbito de la conciencia individual. La laicidad se manifestaría en la total separación entre el Estado y la Iglesia, no teniendo esta última título alguno para intervenir sobre temas relativos a la vida y al comportamiento de los ciudadanos»[5]. Entonces esta laicidad, que proponía una recta y honesta separación de estamentos (político y religioso) terminó siendo más bien, sin darnos cuenta, un «laicismo», el cual pretende no la recta separación y autonomía del estado y la Iglesia, sino una segregación de lo religioso, una expulsión de la fe del ámbito público, quitándole así su derecho propio.

peru-catolico-articulo5De allí brota que la laicidad, recta y buena, termina derivando por esta persecución a la Iglesia, en un laicismo, el cual pretende con ropaje de neutralidad, crear una nueva moral, una nueva política, una nueva visión de la vida y un nuevo camino a seguir. Ese nuevo orden, afirman los propagadores de esta postura, sería lo más sano, neutral, puro y humano posible. Pero ¿En qué radica realmente esta nueva posición? En idear una nueva forma de pensar y vivir segregando a la Iglesia para que no tenga influencia. Es decir, siendo intolerantes. Entonces ¿Dónde está la supuesta neutralidad de este laicismo? No la tiene, es falsa, Es un ropaje que sirve exclusivamente para sacar del diálogo a la Iglesia y quedándose solos en la sociedad, plantear sus propios postulados sin oposición. Algunos afirman que el fondo de este laicismo sería ser una postura a-religiosa; pero creo no es tan cierto, pues el laicismo no busca exterminar un credo, sino imponer el suyo. En el fondo este laicismo no carece de credo, sino que tiene uno diverso. Uno diverso al de la Iglesia Católica. Y en esta lucha de credos quiere, atacando el credo católico, terminar por dejar sin «competidores» su propio credo. Ser solo ellos escuchados. Es decir, crear una nueva dictadura desde el credo laicista.

¿Cómo así? Presentaré el extracto de un artículo reciente en el cual una señora designada por un periodo peruano como «defensora del lector», afirma algo muy internaste; el artículo fue llamado «un credo a modo de presentación». Dice ella: «Soy, además, madre desde hace 25 años. Liberal. Respetuosa de los credos, pero no fanática de ninguno»[6]. Ella se presenta como alguien «independiente», pero a continuación afirma: «Creo que todos tienen derecho a la felicidad, creo en los derechos de gays y heteros, creo en un Estado laico, creo en los anticonceptivos y en la AOE, creo que el protocolo del aborto terapéutico ya debería haberse tratado y aprobado hace varios años… Creo que se pueden mejorar las cosas. Aún creo»[7]. peru-catolico-articuloMás allá de estar o no de acuerdo con sus posiciones, es interesante ver la honestidad que plantea al decir que ella en su postura laicista, tiene un credo. Su laicismo es un credo. Es una ideología con postulados, con posiciones, con sus argumentos y con sus prácticas. No es pues un «estado puro del pensamiento y conducta», sino una concepción y una «alternativa». Discutible desde la fe católica, pero como todos, con derecho a expresarse. Mas no con derecho a pisotear el derecho de otros de también expresarse en el mismo ámbito público como ellos. Su derecho a ser escuchados, como es de todos, no les da facultad para enarbolarse como «la respuesta para la humanidad» y desterrar a la Iglesia del ámbito público.

peru-catolico-articulo3El Señor Jesús afirmó que hay que darle «al César lo que es del César»[8], y la Iglesia siguiendo este principio, en el Concilio Vaticano II habló de «la legítima autonomía de las realidades terrenas»[9]. Ello no significa desconocer a Dios como creador y principio de todo, ni desligarse de Él para armarse un mundo sin Dios, pero sí enseñar que «las cosas creadas y las sociedades mismas gozan de leyes y valores propios que el hombre ha de descubrir, aplicar y ordenar paulatinamente»[10]. Esto fue llamado por el Papa Benedicto XVI, como hemos visto ya, una «sana laicidad». Pero cuando no se da el respeto a la verdad de Dios y su primacía, entonces surge una laicidad enferma, es decir, un «laicismo».

Es totalmente cierto afirmar a la vez que «no se trata de injerencia indebida de la Iglesia en la actividad legislativa, propia y exclusiva del Estado»[11], pero sí expresar que la Iglesia tiene derecho a «la defensa de los grandes valores que dan sentido a la vida de la persona y salvaguardan su dignidad»[12], pues «estos valores, antes de ser cristianos, son humanos; por eso ante ellos no puede quedar indiferente y silenciosa la Iglesia, que tiene el deber de proclamar con firmeza la verdad sobre el hombre y sobre su destino»[13]. Y es que ejemplos como el siguiente, en este caso en el Perú (afirmación de un congresista homosexual promotor de la ley sobre unión civil entre homosexuales), son hoy frecuentes: «Es obvio que hay alguien a quien no le va a gustar este fallo (sobre la distribución gratuita de la píldora del día siguiente en el Perú) y es precisamente el cardenal (Cipriani). Por eso que él (el presidente del Perú) se reía cuando hizo el comentarioEl Perú no es un estado religioso, es un estado laico, así que las opiniones del cardenal, del pastor, del gurú son muy respetables, pero no se toman en cuenta al momento de estructurar políticas públicas»[14].

peru-catolico-articulo2Hoy los que reclaman un «estado laico» en realidad reclaman un «laicismo». Por eso hoy vivimos no una laicidad, sino «su degeneración en laicismo»[15] que hostiliza a la religión y por ende a toda persona. No sucumbamos pues a las mentiras con ropajes de bondad y neutralidad, ya que hoy «algunos intentan excluir a Dios de todos los ámbitos de la vida, presentándolo como antagonista del hombre»[16]. Hoy «a los cristianos nos corresponde mostrar que Dios, en cambio, es amor y quiere el bien y la felicidad de todos los hombres. Tenemos el deber de hacer comprender que la ley moral que nos ha dado, y que se nos manifiesta con la voz de la conciencia, no tiene como finalidad oprimirnos, sino librarnos del mal y hacernos felices. Se trata de mostrar que sin Dios el hombre está perdido y que excluir la religión de la vida social, en particular la marginación del cristianismo, socava las bases mismas de la convivencia humana, pues antes de ser de orden social y político, estas bases son de orden moral»[17].

 

[1] Ver: http://elcomercio.pe/politica/elecciones/veronika-mendoza-creencias-religiosas-no-afectaran-politicas-publicas-noticia-1889804.

[2] S.S. Benedicto XVI. Discurso en el 56 Congreso Nacional de la Unión de Juristas Católicos Italianos. Roma, 9 de diciembre de 2006.

[3] Idem.

[4] S.S. Benedicto XVI. Discurso en el 56 Congreso Nacional de la Unión de Juristas Católicos Italianos. Roma, 9 de diciembre de 2006.

[5] Idem.

[6] Ver: http://peru21.pe/opinion/claudia-izaguirre-credo-modo-presentacion-2257455.

[7] Idem.

[8] Lc 20, 25.

[9] Gaudium et spes, n. 36.

[10] Idem.

[11] S.S. Benedicto XVI. Discurso en el 56 Congreso Nacional de la Unión de Juristas Católicos Italianos. Roma, 9 de diciembre de 2006.

[12] Idem.

[13] Idem.

[14] Ver: http://elcomercio.pe/politica/congreso/carlos-bruce-dice-que-cipriani-no-le-gustara-fallo-sobre-pildora-dia-siguiente-noticia-1926310.

[15] Idem.

[16] S.S. Benedicto XVI. Discurso en el 56 Congreso Nacional de la Unión de Juristas Católicos Italianos. Roma, 9 de diciembre de 2006.

[17] Idem.