Papa Francisco: confiemos a María la paz y fin de la guerra
Durante su saludo a los grupos de peregrinos en la Audiencia General, el Papa Francisco invitó a rezar el Rosario todos los días durante el mes de mayo, invocando a la Virgen María por una nueva serenidad para el Viejo Continente y para el planeta.
Alessandro De Carolis – Ciudad del Vaticano
El Papa Francisco no se levantó de su silla porque su rodilla dolorida le obligó a quedarse sentado, pero le gustaría hacerlo para saludar a todos en la medida de lo posible y así lo dijo, disculpándose una vez más al final de la Audiencia General, con la esperanza de dejar pronto atrás este impedimento. Pero ciertamente le gustaría que acompañara con un gesto la carga de su corazón, la que le impulsa en toda circunstancia a pedir que la crisis, o más bien las crisis del mundo destrozado por las guerras, dejen de morder el planeta mirando a María a quien rezamos con especial asiduidad este mes.
“Los invito a invocar su intercesión por vuestras intenciones personales, por las intenciones de la Iglesia y por la paz en el mundo”
El Papa saluda a los peregrinos antes de iniciar la Audiencia General
Confiar en María en los momentos más difíciles
Hizo esta invitación al dirigirse a los peregrinos de lengua alemana en la Plaza de San Pedro, pero, como en un proceso gradual, casi con cada grupo lingüístico la petición se reformula y reitera. Como con los polacos, que ayer celebraron la fiesta de la Virgen, Reina del País.
“En Jasna Góra han recordado al beato Cardenal Wyszyński, que les ha enseñado a confiar en María en los momentos más difíciles de su historia. Siguiendo su ejemplo, encomienden a la Virgen el destino de su patria y la paz en Europa”
El Papa en la audiencia General de este 4 de mayo de 2022
Rezar el rosario cada día
Por último, la antigua y nueva “arma”, recordada con los fieles de lengua portuguesa, el rezo diario del Rosario.
“Acabamos de empezar el mes de mayo, que tradicionalmente llama al pueblo cristiano a multiplicar sus gestos cotidianos de veneración a la Virgen María. El secreto de su paz y su valor era esta certeza: “nada es imposible para Dios”. Tenemos que aprender esto con la Madre de Dios; mostremos nuestra gratitud rezando el rosario cada día”
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