Papa Francisco: «Para seguir a Jesús hay que rechazar la mentalidad mundana»
Al rezar el Ángelus del segundo domingo de septiembre con varios miles de fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco se refirió al Evangelio del día que nos presenta a Jesús quien, en camino hacia Cesarea de Filippo, pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que soy yo?” (Mc 8, 27).
Y tras recordar que ellos respondieron que algunos lo consideran Juan el Bautista, otros Elías o uno de los grandes Profetas, y que la gente lo apreciaba por considerarlo un “enviado de Dios”, si bien no lograba reconocerlo como al Mesías, el Obispo de Roma se detuvo a considerar la pregunta más importante con la que Jesús se dirige directamente a los que lo seguían, para verificar su fe. “¿Y ustedes quién dicen que soy yo?”.
Tras la respuesta de Pedro en nombre de todos, en que con pureza exclama: “Tú eres Cristo” (v. 29), Francisco afirmó que Jesús les reveló lo que le espera en Jerusalén, es decir, que debía sufrir mucho… ser condenado a muerte y resucitar después de tres días.
Sin embargo – prosiguió explicando el Pontífice – el mismo Pedro, que acaba de profesar su fe en Jesús como Mesías, se sintió escandalizado y regañó al Maestro. Jesús entonces reaccionó reprendiéndolo severamente, porque sus pensamientos no eran los de Dios, sino los de los hombres.
El Papa Francisco afirmó que, al igual que en los demás discípulos, también en cada uno de nosotros se opone a la gracia del Padre la tentación del Maligno, que quiere apartarnos de la voluntad de Dios.
Y destacó que Jesús es el Siervo obediente a la voluntad del Padre, hasta el sacrificio completo de su propia vida. De modo que, tal como él mismo lo declaró, quien quiere ser su discípulo debe aceptar ser siervo, como Él. Porque – como recordó el Santo Padre – seguir a Jesús significa tomar la propia cruz para acompañarlo en su camino, un camino incómodo que no es el del éxito o de la gloria terrena, sino el que conduce a la verdadera libertad, la libertad del egoísmo y del pecado.
De ahí la necesidad de rechazar la mentalidad mundana que pone el propio “yo” y los propios intereses en el centro de la existencia.
El Papa Bergoglio concluyó pidiendo a la Santísima Virgen María, que ha seguido a Jesús hasta el Calvario, que nos ayude a purificar siempre nuestra fe de falsas imágenes de Dios, para adherir plenamente a Cristo y a su Evangelio.
RV
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