La Latría: es un término proveniente del latín, latrīa, y este a su vez del griego, λατρεια, que significa adoración o culto. Se usa en la teología católica para referirse a la forma más alta de reverencia, el culto de adoración que, en sentido estricto, solo debe dirigirse y ofrecerse absolutamente a Dios, Santísima Trinidad, o a alguna de sus tres personas en particular (la presencia de Jesucristo en la Eucaristía).

La Dulía: En la teología católica, la dulía es la veneración hacia los santos no hacia sus imágenes. Según Tomás de Aquino, la dulía no es comparable con la latría o veneración a Dios en el sentido que una va dirigida hacia un par y la otra hacia un ser superior.

Igualmente se diferencia la Hiperdulía o veneración a la Virgen María, la Protodulía o veneración al patriarca san José, padre putativo de Jesús. Podría ser interpretado como: Hacerse esclavo de…También podría traducirse como “Predisposición a la servidumbre” o “Disposición a la sumisión”.

El llamado culto a los santos en nada se opone ni menoscaba el culto de latría a Dios. En efecto, el culto a los santos no termina en ellos, sino en Dios mismo. Dicho en términos sencillos, se venera a los santos por lo que tienen de Dios, por la gracia de Dios presente en ellos.

Hiperdulía: el término hiperdulía designa el culto que se rinde a la Virgen María. El culto de hiperdulía se diferencia del de dulía, que en el catolicismo refiere a la veneración a los santos en general por lo que tienen de Dios, es decir, por la gracia de Dios presente en ellos.

El culto de hiperdulía se diferencia del de dulía, en que refiere a la veneración a los santos en general por lo que tienen de Dios, es decir, por la gracia de Dios presente en ellos. En efecto, el culto a los santos y por extensión, la veneración que se profesa hacia objetos o bienes materiales que pertenecieron a ellos (restos óseos, cabellos, vestimenta, utensilio de uso personal, etc.) no termina en ellos, sino en Dios mismo.

María, madre de Jesús recibe culto de hiperdulía —que significa «más que de simple dulía»— en razón de su excelencia sobre los demás santos.

Hiper: prefijo derivado del griego ύπέρ, puede connotar un sentido de más allá de, sobre, encima de. Por ejemplo en las palabras “hipérbole” -exageración- o “hipérbaton” -transposición, pasar por encima-. Denota una cantidad o grado superior al normal o grado excesivo. Según la Real Academia Española, el prefijo hiper significa “superioridad o exceso”.

El término hiperdulía fue mencionado por primera vez en el Concilio Vaticano II, según la Constitución Dogmática Lumen Gentium, en el capítulo 66 del año 1963, no existiendo referencia al término exacto desde antes del concilio a cargo del Papa Pío XI. La constitución dogmática Lumen gentium distingue: “Este culto […] aunque del todo singular, es esencialmente diferente del culto de adoración que se da al Verbo encarnado, lo mismo que al Padre y al Espíritu Santo [considerados en el cristianismo los tres como personificaciones o prosopones del Uno y Único Dios, es decir la Santísima Trinidad], pero lo favorece muy poderosamente” (LG 66). Este mismo texto es recogido por el Catecismo católico (cf. n. 971).

En el culto de la Virgen María, el grado de veneración es mayor que los demás santos, pero menor a la que se considera de adoración. En la Iglesia Católica, se la considera como la madre del Salvador Jesús hijo de Dios, siendo que el hijo de Dios es santo, por lo tanto la madre también adquiere la santidad.