¿Reliquias de la Virgen María entre nosotros?, por Cathy Calderón

Referirnos a la Santísima Madre, la Virgen María, es reconocer inmediatamente su amorosa participación en la historia de la salvación del hombre, con su fiat; y el amor del Padre hacia ella para elegirla ser la madre de Jesús, incluso es la suprema intercesora, a quien la veneramos (hiperdulía) después de los santos y ángeles (dulía). Ahora, de los santos tenemos reliquias, que profundiza la devoción de los fieles, pero ¿de la Madre de Dios? La respuesta seguramente es un “no”, sin embargo, aun cuando fue asunta al cielo, la historia de la iglesia nos cuenta que sí existen elementos de la Virgen María, entre nosotros.

Sobre ello, el comunicador católico Roberto O´Farrill, en una conferencia sobre “Las reliquias de la Virgen María”, que se emite en Famflix, plataforma streaming con contenidos católicos menciona algunos elementos sagrados de la Santa Madre de Jesús y esposa de San José, aquí señalaremos unos datos que permitirán averiguar más al respecto.

El anillo esponsal que San José entregó a la Virgen María

La antigua tradición señala que la Santísima Madre antes de ser asunta al cielo obsequió al apóstol San Juan el anillo de bodas. Esta reliquia se conserva en la catedral de San Lorenzo de Perugia (Italia), en la que se levantó una capilla, que lleva el nombre del Santo Anillo y está protegido por dos cajas fuertes bajo 14 llaves. La historia también cuenta que pasó por varios propietarios en un primer momento, siglo III, perteneció a la mártir Santa Mustiola, seguidamente al orfebre Ainero, luego lo robó un fraile alemán que arrepentido del hecho no concreta su propósito, ya que la reliquia no desaparece. En tanto el Santo Anillo se conservó en el Palacio de los Priores hasta 1488, año que se terminó la catedral y se colocó en su capilla de San José dedica al Santo Anillo.

La Gruta de la Anunciación

Es la casa paterna de María en Nazareth ubicada al sur de Galilea y que hoy se conoce como la Basílica de la Anunciación, puesto que ahí el arcángel Gabriel le anunció que sería la Madre de Dios.

La Casa de la Virgen de Nazareth

La santa casa de Nazareth donde nació y creció la Virgen María se encuentra en Loreto (Italia). La tradición narra que los ángeles lo transportaron por los aires hacia Loreto para protegerla de los enemigos que querían acabar con la historia del cristianismo.

La Gruta de la Natividad en Belén

Es el lugar del nacimiento de Jesús, donde dio a luz la Virgen María y hoy es un lugar sagrado y de mucho interés para los cristianos. La gruta está ubicada en Tierra Santa exactamente en la Basílica de la Natividad, iglesia bizantina más antigua del mundo.

La Gruta de la Leche en Belén

Antes de la huida de la Familia Sagrada hacia Egipto para proteger al niño Jesús de Herodes, quien pretendía matarlo, refiere una tradición muy antigua, que en una pequeña gruta la virgen se detuvo para cuidar y amamantar al bebé, y unas gotas de leche cayeron al suelo y todo el interior del lugar se tornó blanco, considerando que el territorio es piedra caliza. Los peregrinos solían llevarse trocitos del lugar para mezclarlo con agua que se tornaba blanca y en la misma consistencia de la leche. Actualmente los frailes franciscanos, que están al cuidado de esta reliquia, entregan a los peregrinos que lo soliciten, polvitos del lugar, como una especie de leche en polvo, ya que atribuyen propiedades curativas a mujeres con dificultades para concebir o amamantar, prueba de ello son los miles de testimonios y cartas recibidas para agradecer por el don de la maternidad. El lugar santo está cerca a la Basílica de la Natividad en Tierra Santa.

Ampollas de leche de la Virgen María

La venerable sor María de Jesús de Ágreda en su obra La mística ciudad de Dios describe en revelación la consistencia de la leche de la virgen “era tan suave, dulce y sustancial”. La reliquia se conserva dentro de una fina ampolla de cristal contenida en un relicario de plata en la iglesia de la Colegiata de San Lorenzo de Montevarchi (Italia). Se ignora el origen de la reliquia, pero puede provenir de la Gruta de La Leche en Belén.

Los cabellos de la Virgen María

En diversos lugares del mundo se veneran los cabellitos de la Santa Madre. En Roma la encontramos en las basílicas de Santa María la Mayor, de la Santa Cruz de Jerusalén, de Santa Catalina de Siena, y en la iglesia de Santa María de Campitelli. También, en la catedral de Messina, en Sicilia.

En Alemania se venera en Emmerich am Rhein, Westfalia, enviados por los papas San Gregorio Magno y Sergio II; en la abadía de San Eucharius y San Mathías, en Treveris; en la iglesia de San Paulino en Trier; en la abadía cistercienses de Himmerode; y en el monasterio benedictino de Prüfening en Regensburg. 

Mientras que en España se encuentran en el monasterio benedictino de San Pedro de Arlanza, Burgos; en la Cámara Santa de la catedral de Oviedo, Asturias; y en la catedral de Valencia, donde se conserva un curioso relicario en la Capilla de las Reliquias conocido desde siglos como Peine – Relicario, consiste en una cajita plana con 22 finos dientes en cada uno de dos de sus extremos, a manera de peine; mide 13 por 8 centímetros, elaborado en oro con incrustaciones de piedras preciosas y en su interior resguarda varios cabellitos de la Virgen María. También se sabe de relicarios que contienen sus cabellitos en el convento agustino de Ranshofen, Austria y en la catedral de Linköping, segunda diócesis más antigua de Suecia.

El Velo de la Madre de Dios

Cuenta que el Velo de María, al que los monjes ortodoxos llaman maphorion, y que lo usó en el momento de la Anunciación y de la Encarnación se venera en la catedral de Chartres (Francia), que llegó en el año 876 donado por el rey Carlos el Calvo, emperador de Occidente y nieto del emperador Carlomagno, quien fue poseedor de la reliquia mariana y que lo recibió en calidad de donación por el emperador de Constantinopla. Según un informe de 1712, se describe que el velo es de seda y sin costuras, además un examen practicado en 1927 demostró su datación de dos mil años, con procedencia de Oriente. La reliquia confirió a Chartres, en su primigenia catedral de estilo románico en una basílica dedicada a la Santísima Virgen y en destino de peregrinaciones. En 1194, un incendio causado por un rayo afectó a la basílica y con ello la pérdida de la reliquia, sin embargo, tres días después de búsqueda, de los escombros salió un sacerdote cubierto con el Velo que lo protegió de las llamas, milagro que provocó entusiasmo para construir una nueva catedral y basílica de estilo gótico. Se concluyó en 1260 y se consagró a la Asunción de Nuestra Señora y se reanudaron las peregrinaciones, pero con el paso del tiempo creció su fama por su estilo gótico y vitrales que por la sagrada reliquia.

El Manto de la Virgen María

El sagrado Manto de la Santísima Madre está elaborado en fina y delicada lana, sin costuras, de una sola pieza, se conserva dentro de un relicario en forma de estuche, conocido como Agia Soros, elaborado en oro y plata cubierto de piedras preciosas.

Una antigua tradición sostiene que la reliquia fue llevada de Jerusalén a Constantinopla (Estambul, Turquía) a mediados del siglo V por dos hermanos Galbios y Cándido, peregrinando por Tierra Santa encontraron el Manto en Galilea, en casa de una judía de nombre Ana, quien les dijo que antes de su Dormición se lo confió a una de sus dos siervas judías, y que desde entonces fue conservado de generación en generación, por una mujer virgen. Astutamente los hermanos sustituyeron la urna que contenía el Manto por una vacía y se lo llevaron a Constantinopla, donde se depositó en la iglesia de Nuestra Señor de Blachernes que hizo edificar el emperador León en el año 473. La iglesia ortodoxa oriental de Constantinopla celebra el 2 de julio de cada año la colocación del Manto de la Virgen María en la iglesia de Blachernes Constantinopla con la aclamación “Nos has dado, ¡Oh! Dios misericordioso, a tu Madre como protección.

El Cinturón o Cíngulo de la Virgen María

Otro elemento sagrado de la Santísima Madre es su Cíngulo que lo entregó al apóstol Santo Tomás en el momento de su Asunción como refiere el relato siriaco Narración del Pseudo José de Arimatea.

El Cinturón se cortó en tres partes y es venerado en tres lugares: la iglesia ortodoxa del Sagrado Cinturón de Santa María, en Homs (Siria); el monasterio ortodoxo de Vatopedi, en el monte Athos; y la catedral católica de Prato en Italia.

La reliquia que se venera en Siria señala que Santo Tomás se la llevó a la India y que al morir fue sepultado con la preciada reliquia. En el siglo IV sus restos y el Cinturón se trasladaron a la ciudad de Edesa (hoy Sanliurfa, Turquía) y de allí a la iglesia de la virgen de Homs que cambió al nombre de la iglesia del Sagrado Cinturón de Santa María. En 1852, por el arzobispo Mar Julius se coloca dentro de un relicario de piedra debajo del altar y en 1953 el patriarca Efrén I Barsoum lo expone para la veneración de los fieles.

En cuanto al trozo de la cinta que se encuentra en el monte Athos, conocido como Hagia Zoni. Es un cinturón tejido con lana de camello por mano de la Virgen María y que fue llevada a Constantinopla por Arcadio, hijo del emperador romano Teodosio el Grande. En agradecimiento por su milagrosa curación fue bordado en oro por la emperatriz Zoé, esposa de León VI el Sabio, emperador de Bizancio del año 886 al 912, y de donde en 1185 se trasladó a Bulgaria y luego a Serbia, de donde salió como donación de Juan VI Cantacuceno, emperador de Bizancio de 1347 a 1353, al monasterio ortodoxo de Vatopedi, donde permanece dentro de una caja-relicario de plata con la efigie del emperador donante.

En cuanto a la reliquia que se venera en la catedral católica de Prato, en la Capilla del Santo Cíngulo, mide 87 centímetros, es de color verde y brocado en hilo de oro. Protegido dentro de una caja-relicario que se abre solamente con tres llaves (una de ellas bajo custodia del obispo) y dentro de un armario bajo siete llaves, de donde se saca el cinturón de la virgen cinco veces al año para su ostensión hacia la plaza de la ciudad desde el púlpito externo, decorado por Donatello entre 1428 y 1438, para la veneración de los fieles.

La Casa de la Virgen María en Éfeso

Sobre los vestigios de una antigua casa en la que habitaron la Virgen María y el apóstol San Juan, a quien Jesús le confió el cuidado de su madre en el momento de la crucifixión se encuentra una pequeña capilla conocida como Meryem Ana Evi, ubicada en la localidad de Selcuk, Izmir, Turquía, frente al mar Egeo, a siete kilómetros de la antigua ciudad grecorromana de Éfeso, en la cima del monte Bulbudag, que cambió su nombre a Alada o la Casa de la Virgen. La reliquia se dio gracias a las revelaciones que Dios le confió a la beata Ana Catalina Emmerick, quien describió con precisión el sitio de la casa. Religiosas, frailes y autoridades de la Iglesia fueron en su momento artífices de las exploraciones para hallar y constatar con las descripciones dadas por la beata Ana Catalina. Tres papas acudieron a la Casa de la Virgen San Pablo VI en 1967, San Juan Pablo II en 1979 y Benedicto XVI en el 2006.

Sepulcro de la Virgen María

Si bien la Virgen María fue asunta al cielo y por gracia de Dios contamos entre nosotros con objetos personales de la Santísima Madre como cuenta la historia cristiana. Así se puede narrar la existencia del sepulcro de la virgen y es de esperarse que personas cercanas a la Madre de Dios prevengan con un lugar para cuando falleciera, desconociendo que sería elevada al cielo en cuerpo y alma por su hijo Dios.

Hay dos tradiciones que mencionan dos sepulcros de la Virgen María, una más fuerte que la otra. La primera en Éfeso, donde vivió con el apóstol San Juan y la otra en Jerusalén en la que tuvo su dormición.

La tradición que habla de Jerusalén presenta a la Basílica de la Dormición y en su interior hay una imagen en mármol de la Virgen María en estado de dormición. Esta tradición es fortalecida aún más con la confirmación del obispo Juvenal que en el año 451 dio testimonio sobre la presencia del sepulcro en la Ciudad Santa, un protonotario de Éfeso, de nombre Perdicas, que en el siglo XIII describe haber visto “la gloriosa tumba de la Virgen en Getsemaní”; y la edificación, en el siglo IV, de la basílica de la Asunción.