Sacerdotes de Piura y Tumbes en jornada sacerdotal en Año de la Misericordia

En un clima de oración y reflexión, y con la finalidad de disponerse a vivir intensamente el Jubileo Extraordinario de la Misericordia al que ha convocado el Papa Francisco, los sacerdotes y seminaristas de la Arquidiócesis de Piura y Tumbes participaron de una Jornada Sacerdotal presidida por nuestro Arzobispo Monseñor José Antonio Eguren Anselmi, S.C.V., en los ambientes del Seminario Arquidiocesano “San Juan María Vianney”.

19La Jornada se inició con el rezo de la Hora Tercia. A continuación Monseñor Eguren dirigió a los presentes unas reflexiones centradas en la importancia del Jubileo Extraordinario de la Misericordia para la Iglesia y para el mundo, y cómo vivirlo desde el propio ministerio sacerdotal. Para ello desarrolló una hermosa meditación sobre el perdón de los pecados en base a una exégesis del pasaje en el cual Jesús perdona los pecados a un paralítico y lo cura (Lc 5,17-26) ante el escándalo de los escribas y fariseos, y el asombro de la muchedumbre que glorifica a Dios al ver el milagro realizado por el Señor.

Al respecto nuestro Pastor manifestó que “el Jubileo Extraordinario de la Misericordia se presenta como una ocasión privilegiada para volver a proponer como tema central de la pastoral de la Iglesia el sacramento de la penitencia o de la reconciliación para quienes alejados de Dios buscan su misericordia y perdón, y también frente a quienes niegan su utilidad o tienen la convicción de que el perdón de los pecados es un asunto meramente privado entre la propia conciencia y Dios. Y a la vez no olvidando nunca que yo, ministro de este sacramento, también soy pecador, que llevo el ministerio del sacerdocio en una vasija de barro, que me encuentro también envuelto entre debilidades, y por ello necesito también experimentar la misericordia de Dios y recurrir a este sacramento con frecuencia como nos lo enseña la Iglesia”.
“El hombre hodierno – continuó nuestro Arzobispo – que vive inmerso en un individualismo cada vez mayor se pregunta: ¿Por qué tengo que ser perdonado? ¿Por qué habría de tener necesidad de la salvación? Y es que cree ser omnipotente basándose en el progreso tecnológico y bienestar alcanzado, en la eficiencia y la productividad como únicos criterios de referencia social. Todo ello lo conduce a una visión alienada de sí mismo y de la vida, a considerar que no existen límites, menos en lo moral, y a pensar que es perfecto y que no tiene pecado. Por eso el Papa ha querido con este Año de la Misericordia que recuperemos el sentido y significado de estas palabras: pecado, misericordia de Dios, perdón”.

“Para ello se hace urgente recuperar el carácter luminoso propio de la fe, pues solo el horizonte de la fe permite al hombre salir de la mentira en la que vive y le muestra la verdad de quién es él, su identidad como criatura y su ser pecador, volviendo a relacionarlo y reconciliarlo con Dios. Solo el horizonte de la fe lleva al hombre a comprender que su pecado tiene justamente en la salvación, que el Padre nos ofrece en Cristo por la fuerza del Espíritu Santo, la posibilidad de una vida totalmente nueva. Esta es nuestra tarea como sacerdotes en el Año de la Misericordia: iluminar con la luz de la fe la vida de la persona para que así pueda vivir en la verdad de quién es: un pecador perdonado, salvado y llamado a la santidad”, concluyó Monseñor Eguren.
Al finalizar todos se dirigieron a la Capilla para adorar y orar juntos ante el Santísimo Sacramento. Durante este momento los sacerdotes tuvieron la oportunidad de acercarse al sacramento de la Confesión. Fue ocasión preciosa para delante del Señor Jesús Eucaristía renovar la conciencia del don de su misericordia y pedirle que sea un año jubilar lleno de frutos de conversión, santidad y fecundidad en la vida y ministerio de cada uno. Arzobispado de Piura.

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