Perú Católico, líder en noticias rumbo al Bicentenario de la Independencia. Este artículo es escrito por el Doctor e Historiador José Antonio Benito.

Nació en Lima el 9 de febrero de 1794, hijo de Francisco María Charún y María Mercedes Espinosa, quienes formaron una numerosa familia de 9 hijos.

Alumno del Convictorio de San Carlos desde 1807, tuvo de maestros a  José Francisco Navarrete y José Faustino Sánchez Carrión; luego de optar grado de Bachiller en Artes (1818), tomó posesión de la cátedra de Vísperas de Matemáticas, se doctoró en Teología por la Universidad de San Marcos. En el año académico del 1819 le tocó hacer el elogio del virrey Joaquín de la Pezuela, sin embargo al ser proclamada la independencia, suscribió la respectiva acta con los miembros del claustro (30 de julio de 1821).

Ordenado sacerdote, fue párroco interino de la iglesia de san Sebastián, prestó allí juramento de obediencia al primer Congreso Constituyente (29 de septiembre de 1822); y alternó el ejercicio de su ministerio con la enseñanza de la Filosofía en el Convictorio.

Elegido diputado suplente por Lima (1829), colaboró en La Prensa. Secundó el tardío nacionalismo representado por el general Orbegoso frente a la Confederación Perú-Boliviana (1838), y colaboró entonces en El Redactor Peruano; pero luego prestó sus servicios al gobierno restaurador que presidió el general Gamarra.

Al ser nombrado rector del Convictorio de San Carlos (1839), realizó importantes reformas en los aspectos administrativos y académicos. Entre ellas el establecimiento de los cursos de inglés, dictado por Pedro Carreño; y francés y Dibujo, a cargo de Alejandro Seiggers. Asimismo, asumió el dictado de la cátedra de Derecho Canónico

Formó parte del Congreso General de 1839 como representante de la provincia de Cañete, y como presidente -el 11 de noviembre- se aprobó la nueva constitución. En este tiempo fue Ministro de Instrucción Pública, Beneficencia y Negocios Eclesiásticos (26 de noviembre de 1839); después pasó al Ministerio de Relaciones Exteriores (14 de octubre de 1841 a 11 de febrero de 1843), al frente del cual rechazó las pretensiones del plenipotenciario ecuatoriano Bernardo Daste y se negó a abrir discusión sobre los territorios de la antigua gobernación de Maynas, e inclusive afrontó la crisis que siguió al desastre de Ingavi.

Canónigo de la catedral, fungió como chantre de la misma, al tiempo que como capellán del Monasterio de las Nazarenas.

El 28 de julio de 1847, le tocó predicar el sermón en el Te Deum, dando prueba de su excelente formación y sensibilidad patriótica:

 “Constituidos bajo la forma popular representativa más adaptada a nuestro Estado y a nuestras exigencias, al paso que la nación ejerce en todos los actos su soberanía, es respetada la igualdad del ciudadano ante la ley. Todos son igualmente llamados a los más altos destinos, estando igualmente abierto para todos los caminos de la instrucción que por todas partes se difunde, puesta como la igualdad y propiedad individuales, bajo la protección de las leyes fundamentales. Consultada de éste modo la conveniencia pública, de la exacta división de los Poderes, de la justa demarcación de sus límites, de su organización saludable a los pueblos resulta esa armonía, ese equilibrio admirable, sin el que no hay Constitución que no sea trastornada, ni estabilidad en las leyes, ni libertad y propiedad en las naciones. En el momento mismo en que los Poderes, traspasando la distancia que debe separarlos para mantenerlos independientes, se rocen, se choquen en su marcha y desgraciadamente se confundan, las ruinas de la libertad política destruirían con su desplome la libertad civil del ciudadano; el lugar de las leyes lo ocuparán decretos que a particulares fines convinieran; la confusión sucedería al orden, a la luz las tinieblas, la arbitrariedad a la justicia y a la libertad el despotismo engendrador de la anarquía”. 

En lo político, fue nombrado vocal del Tribunal de los siete jueces y miembro del Consejo de Estado (1850-1853). Nuevamente ministro de Justicia y Culto (1852), renunció al conocer su elevación al obispado de Trujillo (28 de junio de 1853).

Al día siguiente fue consagrado en la Iglesia de San Pedro. Tomó posesión de su sede en diciembre de 1853. En el año 1854 funda el Colegio Nacional de San Juan en la misma ciudad de Trujillo, iniciando sus labores educativas en la sede central de la Universidad Nacional de Trujillo.

Con todo su cabildo secundó allí el movimiento revolucionario que el general Manuel Ignacio de Vivanco inició, en Arequipa, contra el gobierno de Ramón Castilla (1856). En tal actitud pasó a Huanchaco, para veranear, y murió súbitamente el 22 de febrero de 1857.

Foto del autor de esta sección y artículo: Doctor e historiador José Antonio Benito.

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