Perú Católico, líder en noticias rumbo al Bicentenario de la Independencia. Este artículo es escrito por el Doctor e Historiador José Antonio Benito.

La Catedral no es solo un símbolo de fe, sino también de peruanidad. Es un testigo mudo de nuestra historia. Ha caído y se ha levantado. Con el nuevo arzobispo, tenemos la posibilidad de acercar los museos no solo a los feligreses y a los que profesamos la fe católica, sino convertirlo en un espacio que genere un sentimiento de identidad”, afirma Carlos Castillo Sánchez, gerente de los museos catedralicio y del palacio arzobispal, al hilo de la renovada propuesta de la catedral y el museo del palacio arzobispal que acoge en este mes de noviembre la singular exposición  La Catedral de Lima se acerca a la Amazonía, sobre la obra del misionero Luis Bolla (1932-2013). No estará de más recordar que el intrépido santo Toribio acercó su catedral en ciernes a la Amazonía en sus tremendas caminatas hasta Huancabamba -hoy perteneciente al vicariato de San Ramón.

Basta con considerar los doscientos años en que ha albergado la selecta concurrencia de la misa te Déum para recordar a todos los presidentes del Perú, incluidos sus ministros, junto a las autoridades políticas y militares, con los arzobispos de Lima, a veces los nuncios y otros obispos de diversas diócesis. Sin duda que no hay ningún lugar que haya reunido personalidades tan relevantes. ¿Se imaginan si visibilizásemos sus fotos, sus firmas? ¿Qué densidad y fuerza históricas nos aportarían? Contemos, además, aniversarios patrios, de congregaciones religiosas, hermandades, fiestas, conmemoraciones de entidades cívicas, beatificaciones y canonizaciones, novenas, vísperas. La presencia de san Juan Pablo II y la emocionada coronación y entrega de la rosa a Nuestra Señora de la Evangelización; la entrañable veneración de las reliquias de nuestros santos y el encuentro con los obispos por parte del Papa Francisco…La sola galería de fotos de la sacristía con todos sus arzobispos y el resumen de su vida y otra aporta de por sí una historia concentrada de la iglesia del Perú.

El eximio y conceptista historiador limeño don G. Lohmann pondera “la gravitación de su catedral como monumento emblemático de la urbe, como foco religioso y como arca de sus riquezas”[1].Será el edificio público más prominente hasta principios del siglo XX, el lugar “en donde nacieron a la vida de la Gracia, en donde tomaron estado, en donde acaso habían presenciado solemnes ceremonias litúrgicas, en donde habían regalado los oídos con la palabra de los oradores sagrados, en donde habían admirado en fastuosas exequias soberbios túmulo, y finalmente bajo cuyas bóvedas…quizá reposarían sus despojos mortales” (ibídem).

A sus puertas se fijaban terribles excomuniones pero también gozosos anuncios de ceremonias como las fiestas de beatificación y canonización, novenas, aniversarios, honras fúnebres, entradas públicas de dignatarios…De su cuidado dará cuenta el cabildo metropolitano constituido por cinco dignidades (deán, arcediano, chantre, maestrescuela y tesorero), diez canónigos, seis racioneros enteros y otros tantos medio racioneros; personal auxiliar compuesto por el maestro de ceremonias, maestro de capilla, campanero mayor, organista, seis y subalternos como el pertiguero, el perrero, el celador.

            En su recinto se veneran reliquias desde las más valiosas como las del lignum crucis o la de sus santos; tendrán espacio propio las cofradías, la propia Universidad San Marcos, la publicación oficial de los edictos de la fe, la procesión de la bula de Cruzada, y hasta duelos de honor, áreas de esparcimiento y chismorreo, concentraciones públicas cívicas no sólo devotas y hasta patíbulo de los Hermanos Gutiérrez en 1872.

            Gracias a los estudios del acucioso P. Antonio San Cristóbal conocemos algunos pormenores de su construcción en tiempos de santo Toribio (1581-1606)[2]. La inauguración de la primitiva iglesia levantada por Francisco Pizarro en el solar de la Catedral actual data del 11 de marzo de 1540. El 14 de mayo de 1541 es erigida en Catedral por bula de Paulo III. El 17 de septiembre de 1543 firmó el acta de erección canónica de su Iglesia, que por voluntad del Papa Paulo III la designó como titular al Apóstol y Evangelista San Juan.  La primitiva catedral de adobe sucedió al templo edificado por Pizarro y la comenzó el arzobispo Loaysa hacia 1550. Se terminó en 1551, medía 260 pies, era toda ella de adobe, excepto la capilla mayor que era de piedra abovedada y fue costeada por doña Francisca Pizarro, hija del conquistador. Para la fecha de su entrada, 1581, todavía no estaba construida ninguna parte de la Tercera Catedral limeña. Ocupaba la Segunda Catedral de Lima todo el frente longitudinal de la Plaza Mayor comprendido entre el edificio del Palacio Episcopal y la calle judíos, con una anchura que no sería mayor de la primera nave transversal de la Tercera Catedral actual. Se alzaba en una sola nave de planta gótico-isabelina muy alargada, en la que se incorporaba atravesado un gran arco toral que separaba la capilla mayor de la nave de los fieles; y tenía como cubierta una armadura de par y nudillo a dos aguas labrada con madera; y posiblemente contaría con dos puertas de ingreso abiertas hacia la Plaza Mayor.

El 2 de febrero de 1604, el Santo Arzobispo inauguró la primera parte de la tercera catedral, después de sortear algunos obstáculos provenientes del relevo de los alarifes. En efecto, estaban proyectadas y a punto de iniciarse su construcción las bóvedas para las nuevas naves catedralicias según los viejos cánones gótico-isabelinos de las bóvedas ­vaídas de crucería en 1582, cuando el alarife Andrés de Espinosa fue cambiado por célebre maestro Francisco Becerra, quien proyectó una planta rectangular con cuatro torres en las esquinas e incluso con la misma disposición de la escalera de caracol para el acceso a los campanarios, condicionado por el solar y parte de los cimientos, aunque redujo las naves a tres, más dos órdenes de capillas, tomando como modelo las catedrales de Jaén y Valladolid. Para ello, utilizó pilares cruciformes con pilastras adosadas como sistemas de soporte y separación de las naves y para ganar altura, colocó sobre el capitel un trozo de entablamento. Se suele denominar a las cuatro primeras naves transversales a contar desde el muro testero, construidas durante esta etapa, como “La Catedral de Santo Toribio” pero el terrible terremoto de 1609 obligó a reconstruir de nuevo por otras más consistentes[3].

Entre 1614 y 1615 se cambiaron las bóvedas renacentistas de arista por bóvedas góticas de crucería. El 15 de agosto de 1622 se celebró la primera Misa en la tercera Catedral terminada. Por fin, el 19 de octubre de 1625 el arzobispo don Gonzalo de Ocampo consagró la catedral y se pudo inaugurar el nuevo templo. El gran problema que se ha presentado a lo largo de la historia ha sido que los diversos terremotos (1609, 1678, 1687, 1690, 1746, entre otros) hicieron estragos sobre todo en las bóvedas, que sufrieron diversas reconstrucciones. El 6 de enero de 1898 se inauguró la Catedral con el aspecto que hoy gozosamente contemplamos[4].


[1] LOHMAN VILLENA, G., “Una Catedral para un reino” La basílica catedral de Lima (BCP, Lima, 2004), p.1

[2] SAN CRISTOBAL, A., La Catedral de Lima. Estudios y documentos, Museo de Arte de la Catedral, Lima, 1996, cap. 1, págs. 7-30. ‘

[3]. “La catedral de Lima en tiempos de Santo Toribio” Revista peruana de historia eclesiástica, Cuzco, 2006, pp.161-168.

[4]https://www.arzobispadodelima.org/2021/09/27/museo-palacio-arzobispal-patrimonio-nacional-y-de-la-iglesia/

Foto del autor de esta sección y artículo: Doctor e historiador José Antonio Benito Rodríguez.

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