Homilía del Domingo XXIX del Tiempo ordinario: Constancia en la oración

Muchas veces al rezar a Dios le pedimos lo que nos parece necesario y, “como no nos hace caso” pronto nos olvidamos, incluso, de lo que necesitamos.
La liturgia de hoy nos presenta la constancia en pedir. No una vez, sino muchas veces, como quien dice: “hasta hartar a Dios”.
- Éxodo
Moisés está rezando sobre un cerro pidiendo a Dios la victoria de Josué sobre los amalecitas. Como rezaba con los brazos extendidos y se cansaba «sus compañeros cogieron una piedra y se la pusieron debajo para que se sentase. Mientras tanto, Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado».
Así permanecieron ayudando la oración de Moisés hasta que, al atardecer, fue derrotado Amalec y su tropa.
La batalla terminó con la victoria de los israelitas.
- Salmo 120
El salmista reconoce que «el auxilio me viene del Señor que hizo el cielo y la tierra».
El salmo nos recuerda a Moisés con los brazos en alto confiando en que la misericordia le viene del Señor.
El salmista confía, además, cómo es el Señor quien lo cuida porque siempre permanece a su lado, de día y de noche. Y nos invita a rezar con estas palabras:
«El Señor te guarda de todo mal. Él guarda tu alma. Él guarda tus entradas y salidas ahora y por siempre».
- San Pablo
En su carta a Timoteo le pide que permanezca en lo que ha aprendido y se le ha confiado. Debe saber Timoteo lo que aprendió desde niño en su familia «en la Sagrada Escritura: Ella puede darte la sabiduría que, por la fe en Cristo Jesús, conduce a la salvación».
A continuación, el apóstol señala que «toda Escritura que ha sido inspirada por Dios es útil para enseñar, para reprender, para corregir, para educar en la virtud; así el hombre de Dios estará siempre perfectamente equipado para toda obra buena».
Termina san Pablo conjurando a su discípulo en nombre de Dios y de Cristo para anunciar la Palabra: «Para proclamar la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, reprocha, exhorta con toda paciencia y deseo de instruir».
De esta manera, el apóstol nos hace ver que la Palabra de Dios nos va perfeccionando cada día en todo lo que hacemos.
- Verso aleluyático
Aunque hace tanto tiempo que se escribió la Biblia, siempre está viva y nos tiene que ayudar en todo: «La Palabra de Dios es viva y eficaz; juzga los deseos e intenciones del corazón».
- Evangelio
San Lucas nos recuerda una parábola de Jesús:
«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: “hazme justicia frente a mi adversario”»
Mucho tiempo insistió la viuda hasta que al fin consiguió que el juez dijera: «Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara».
La comparación le sirve a Jesús para decir que, si un juez injusto llega a hacer justicia por la insistencia, cuánto más debemos confiar en que Dios también nos hará justicia si somos constantes en la oración.
El evangelio de hoy concluye con una pregunta impresionante que debemos meditar:
«¿Pero cuando venga el Hijo del hombre, encontrará fe en la tierra?»
Seamos constantes en la oración para conseguir de Dios misericordia.
José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

Redentorista. Obispo Emérito de Chachapoyas y escritor. Cada semana comparte a ‘Perú Católico’ su Homilía dominical.