Ángelus del Papa: “al igual que San Esteban, cambiemos la historia”

“Los gestos de amor cambian la historia, si vemos algo que no va bien, en lugar de criticar, chismorrear y quejarnos, recemos por quienes se equivocaron y por esa difícil situación. Sigamos el ejemplo de San Esteban”: es la invitación del Papa Francisco antes de rezar el Ángelus de este mediodía.

Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano

Este mediodía el Pontífice ha mostrado la figura de San Esteban, a quien la Iglesia Católica celebra hoy, para invitarnos a seguir su ejemplo valiente de responder al mal con el bien:

“Hoy vemos al testigo de Jesús, san Esteban, que brilla en las tinieblas. Fue acusado falsamente y lapidado brutalmente, pero en las tinieblas del odio hace brillar la luz de Jesús: reza por los que le están matando y los perdona. Es el primer mártir, es decir, testigo, el primero de una gran multitud de hermanos y hermanas que siguen llevando luz a las tinieblas: personas que responden al mal con el bien, que no ceden a la violencia y la mentira, sino que rompen la espiral del odio con la mansedumbre del amor”.

Mostrando este ejemplo, Francisco hoy invita a ser testigos de Cristo y nos dice la clave para serlo: “Imitando a Jesús” y “tomando la luz de Jesús”. Al igual que San Esteban, que se hizo diácono, es decir, servidor, y sirvió a los pobres en las mesas, tratando de imitar al Señor todos los días y lo hizo hasta el final.

¿Para qué sirve rezar y perdonar?

El Papa después se ha detenido en una serie de preguntas para hacernos reflexionar: ¿hacen falta realmente estos testimonios de bondad cuando en el mundo se propaga la maldad? ¿Para qué sirve rezar y perdonar? ¿Solo para dar un buen ejemplo?

La respuesta del Pontífice es clara: “No, es mucho más”. El Papa ha recordado la Palabra del día para responder a estas preguntas: “Entre aquellos por los que Esteban rezaba y a los que perdonaban había, dice el texto, «un joven, llamado Saulo» que «aprobaba su muerte». Poco después, por la gracia de Dios, Saulo se convierte y deviene Pablo, el más grande misionero de la historia. Pablo nace por la gracia de Dios, pero a través del perdón de Esteban. Esta es la semilla de su conversión”. “Es una prueba – puntualiza – de que los gestos de amor cambian la historia: incluso los pequeños, ocultos, cotidianos. Porque Dios guía la historia a través del humilde valor de quien reza, ama y perdona”.

Al igual que San Esteban, cambiemos la historia

Este ejemplo de la conversión de Saulo en Pablo es válido también para nosotros. Francisco explica hoy que el Señor “quiere que hagamos de la vida una obra extraordinaria a través de los gestos de todos los días”. Además, recuerda que estamos llamados a ser testigos de Jesús “en el lugar donde vivimos, en familia, en el trabajo, en todas partes”, pero ¿cómo? “aunque solo sea regalando la luz de una sonrisa y huyendo de las sombras de las habladurías y los chismes” dice el Papa y subraya: “si vemos algo que no va bien, en lugar de criticar, chismorrear y quejarnos, recemos por quienes se equivocaron y por esa difícil situación. Y cuando surja una discusión en casa, en lugar de intentar prevalecer, intentemos resolver; y empezar de nuevo cada vez, perdonando a los que nos han ofendido”.

No nos olvidemos que San Esteban, mientras recibía las piedras del odio, devolvía palabras de perdón. “Así cambió la historia” asegura el Papa. Por último, destaca su invitación a rezar hoy por los que sufren persecución por el nombre de Jesús: “Lamentablemente son muchos. Encomendamos a la Virgen estos hermanos y hermanas nuestros, que responden a la opresión con mansedumbre y, como verdaderos testigos de Jesús, vencen el mal con el bien”.

El Papa agradece los mensajes recibidos en estos días 

Después del Ángelus, el Santo Padre ha expresado su deseo de que “el ambiente alegre de la Navidad, que hoy se prolonga y aún llena nuestros corazones, despierte en todos el deseo de contemplar a Jesús en el pesebre, y luego servirlo y amarlo en las personas que nos rodean”. Además, ha agradecido los mensajes de buenos deseos que ha recibido de Roma y de otras partes del mundo: “Es imposible responder a cada uno, pero aprovecho y expreso ahora mi gratitud, especialmente por el don de la oración, que hacéis por mí y que con gusto os correspondo”. Vaticano.