ARZOBISPADO PIURA: “Somos Grau, seámoslo siempre”

Ayer el Arzobispo Metropolitano Monseñor José Antonio Eguren Anselmi S.C.V., pronunció una oración patriótica durante la ceremonia con ocasión de celebrarse el 140° Aniversario del Combate de Angamos así como de la inmolación del Gran Almirante don Miguel Grau Seminario y el 198° Aniversario de Creación de la Marina de Guerra del Perú., que se realizó en la histórica Plaza Grau de Piura.

A continuación publicamos la oración patriótica completa de Monseñor Eguren:  

ORACIÓN PATRIÓTICA
CON OCASIÓN DEL 140° ANIVERSARIO
DEL GLORIOSO COMBATE NAVAL DE ANGAMOS

Con hondo sentido patriótico nos congregamos en esta histórica Plaza Grau de Piura para rendir fervoroso homenaje a nuestra gloriosa Marina de Guerra y al Gran Almirante del Perú, don Miguel Grau Seminario. La Providencia Divina ha querido unir en un mismo día, dos acontecimientos trascendentales para nuestra Patria: La fecha de la creación de su Marina de Guerra y la inmortal gesta del Glorioso Combate Naval de Punta Angamos. De esta manera el nacimiento y la madurez de nuestra Armada Nacional se enlazan entre sí, ya que lo que un 8 de octubre de 1821 nació, un 8 de octubre de 1879 llegó a su máximo esplendor.

Rendimos hoy emocionado homenaje a Grau y a los marinos peruanos herederos de su heroísmo, caballerosidad y honor. Nuestra Marina de Guerra, por su acendrado profesionalismo y honda vocación de servicio, constituye hoy por hoy una noble y entrañable institución tutelar de nuestra Patria.

Desde la Gloria, Grau y los heroicos tripulantes del legendario Monitor “Huáscar”, contemplan con satisfacción a los marinos peruanos del presente, que son para el Perú, los custodios de nuestras más excelsas tradiciones navales.

A las 9:40 horas de la mañana del 8 de octubre de 1879, “siendo inevitable el encuentro –dice el parte de don Melitón Carbajal- afianzamos nuestro pabellón disparando los cañones de la torre sobre el Cochrane, a mil metros de distancia”. En aquellos supremos momentos, Grau seguramente recordó las últimas instrucciones que había recibido el 30 de septiembre del Presidente Mariano Ignacio Prado en Arica, que consistían en no comprometer a los buques bajo su mando en un encuentro con fuerzas navales superiores, “salvo encontrarse en la imposibilidad de retirarse entre fuerzas superiores, en cuyas circunstancias cumpliría con su deber». Y Grau, señores, cumplió con el suyo. En uno de los últimos homenajes que recibió del pueblo de Lima, por su célebre campaña naval, el heroico Almirante había dicho: “Todo lo que puedo ofrecer en retribución de estas manifestaciones abrumadoras es que si el «Huáscar» no regresa triunfante al Callao, tampoco yo regresaré”. Y como hombre de honor, el Gran Almirante y Peruano del Milenio, cumplió con su palabra.

Seis buques enemigos fueron necesarios para poner fin a las extraordinarias correrías del “Huáscar” en Iquique, Mejillones y Antofagasta, así como en los puertos chilenos de El Cobre, Taltal, Ballenita, Caldera, Chañaral, Huasco, Carrizal Bajo, Pan de Azúcar, Cobija y Tocopilla. El “Huáscar”, bajo el comando de Grau, hundió a “La Esmeralda” y a la goleta “Clorinda”; combatió contra los buques chilenos “Cochrane”, “Magallanes” y “Abtao”, estuvo a punto de hundir al “Matías Causiño” y capturó al transporte chileno “Rímac”, suceso que causó gran indignación en Santiago y la renuncia del jefe de las fuerzas navales chilenas, Almirante, Juan Williams Rebolledo.

A todo esto se suma que, con la Corbeta “Unión”, escoltó a transportes peruanos que conducían tropas y pertrechos a Tarapacá y Arica.

De esta manera, el pequeño Monitor, al mando de su experimentado y bizarro Comandante, tuvo en jaque por seis meses a toda la poderosa escuadra chilena poniéndola constantemente en ridículo, impidiendo además que un solo soldado chileno mancillara el sagrado territorio nacional, pues no fue sino hasta después del Combate Naval de Angamos que comenzó la invasión del Perú, lo que infaustamente ocurrió el 02 de noviembre de 1879, con el desembarco chileno en el puerto peruano de Pisagua en Tarapacá.

Por ello, en el 140° aniversario del Glorioso Combate Naval de Angamos rendimos merecido homenaje al más heroico y abnegado defensor del Perú, el Gran Almirante don Miguel Grau Seminario, compatriota y paisano nuestro, y junto con él, a aquellos que un día como hoy entraron también a la gloria: El Capitán de Corbeta Elías Aguirre Romero, el Teniente Primero Diego Ferré Sosa, el Teniente Primero José Melitón Rodríguez Pérez, y el Teniente Segundo Enrique Palacios Mendiburu. Al final del Combate de Angamos, 33 valientes marinos peruanos murieron, 24 quedaron gravemente heridos, 3 sufrieron heridas leves y 144 sobrevivientes ilesos fueron hechos prisioneros. Como consecuencia del desigual combate, el glorioso Monitor exhibía un aspecto dantesco, tanto por los restos humanos y los regueros de sangre esparcidos en su cubierta, como por los daños materiales recibidos.

Capturado el “Huáscar”, los chilenos lo repararon y lo dotaron de una poderosa artillería. Fue puesto en servicio y enviado a integrar la escuadra chilena, pero nunca fue el mismo como lo demuestra el hecho de que en el Combate Naval de Arica (27 de febrero de 1880), el vetusto monitor peruano “Manco Cápac”, con su escaso andar de apenas dos nudos, descargó sus cañones sobre él causándole diversas averías y la muerte instantánea de su nuevo Comandante, el Capitán de Fragata chileno, Manuel Tomás Thomson Porto Mariño. Y es que el “Huáscar peruano” era Grau, y a Grau no se le podía reemplazar con cualquier marino. No era el buque lo que tanto valía, era el hombre, el marino y el héroe de Angamos lo que le daba al “Huáscar” todo su valor.

Por eso cuando el 27 de noviembre de 1913, el Ex Presidente de los Estados Unidos, Theodore Roosevelt, visitó la base naval de Talcahuano, al hacer uso de la palabra en aquella ocasión expresó el siguiente anhelo de su corazón: “Necesito hacer una peregrinación para visitar el «Huáscar», el más famoso y recordado blindado que ha existido y sobre el cual se han ejecutado los actos de heroísmo mayores que jamás se han hecho en ningún otro blindado de cualquiera otra nación del mundo. No me cabe duda que los oficiales chilenos serán los primeros en aprobarme cuando me descubra ante la memoria del Almirante peruano que murió heroicamente”.   

Durante la Guerra del Pacífico, los marinos peruanos fueron largamente superiores en cualidades morales y capacidades profesionales a sus adversarios, pero ello sólo retrasó el final que era inevitable: La dolorosa derrota peruana.

El problema fue que nuestros marinos carecieron de los medios necesarios, importante lección que nos deja la historia y que no debemos repetir ya que, “el Perú puede y debe ser una potencia marítima por la importancia de sus aguas y la riqueza de sus fondos bajo su jurisdicción”[1]y ello demanda, “colocar a la Marina en condiciones de hacer eficaz la defensa nacional”.[2]

No podemos concluir estas palabras de merecido homenaje a nuestro Gran Almirante sin resaltar que el pasado 23 de abril, “El Caballero de los Mares”, ha sido declarado por la Sociedad Peruana de la Cruz Roja, “Precursor Calificado del Derecho Humanitario en el Combate Marítimo”. Grau también sobresale por su profunda humanidad demostrada sobre todo en el salvamento que realizó de los 62 náufragos de la hundida “Esmeralda”, durante el Combate Naval de Iquique, del 21 de mayo de 1879, quienes ante su inefable grandeza exclamaron: ¡Viva el Perú generoso! Esperamos ahora que dicho merecido título sea ratificado por la Cruz Roja Internacional.

Es oportuno recordar que la Cruz Roja Peruana, fue fundada en la ciudad de Lima el año 1879, siendo Monseñor José Antonio Roca y Boloña, a la sazón obispo auxiliar de Lima y entrañable amigo del Héroe de Angamos, su primer presidente. Fue él, quien le obsequió a Grau la estampa de Santa Rosa de Lima que se encontró en su camarote con las huellas de metralla y manchas de sangre, fruto del glorioso combate naval.

Dicha estampa tiene esta profética dedicatoria de Roca y Boloña: “Miguel, que esta Santita nuestra te acompañe y si no te regresa con vida que te traiga lleno de gloria”. 

Grau, además de ser un marino excepcional y de brillar como esposo y padre amantísimo, como ciudadano y político ejemplar, como amigo y camarada leal, como un hombre con hondo sentido del deber, de profunda fe cristiana y de marcada humildad, es ahora merecidamente reconocido por su profunda humanidad, la cual hizo brillar en las horas más tenebrosas que puede haber para un ser humano: La guerra. A diferencia de otros que en el fragor del combate se vuelven feroces y crueles, Grau supo unir a su valentía y arrojo, su profunda caballerosidad y compasión.   

A propósito de lo mencionado, Don Héctor López Martínez, brillante historiador y gran conocedor de nuestra historia marítima, y además un gran apasionado de la insigne personalidad y figura de Grau, con erudita autoridad nos dice: “Nuestro Grau es, ciertamente, un héroe, pero al mismo tiempo es profunda, intensamente humano. Es nuestra figura cívica tutelar mayor, el nombre que se repite con respeto de generación en generación y de un confín a otro de la Patria. Es, para decirlo con pocas y definitivas palabras, «El peruano del milenio», no por decisión de una ley o decreto, sino por obra de la voluntad popular… ¡Cuánto extrañamos al Grau diputado cuando vemos que algunos congresistas deshonran ese mandato ciudadano! ¡Cómo lo recordamos cuando leemos su Memoria de Comandante General de la Marina, en 1878, donde con firmeza y serenidad le dice al Jefe del Estado que la situación de nuestra Escuadra deja mucho que desear y nuestros buques son obsoletos! Este planteamiento sigue vigente hoy en día. ¡Qué daríamos para que su ejemplo de padre amoroso prevaleciera entre nosotros cuando casi a diario leemos u oímos de padres desalmados que abandonan a sus hijos e incluso les quitan la vida! Grau…tuvo que luchar siempre contra circunstancias adversas…Imitemos a Grau, no retrocedamos ante el primer obstáculo que se nos presenta, mantengamos en todo momento un sentimiento de razonable optimismo, pongamos en cada cosa que hagamos todo nuestro empeño, nuestros conocimientos, nuestra buena voluntad. Ese será el homenaje perenne a nuestro Almirante sin par, el insigne Miguel Grau”.[3]

 En los actuales y dramáticos momentos que vive el Perú es bueno recordar que Miguel Grau fue marino y ciudadano. Como marino fue héroe, como ciudadano tuvo una conducta democrática intachable, de absoluto respeto por la Constitución y las leyes, y de rechazo tajante a toda forma de dictadura. Que este también sea el imperecedero testimonio de este peruano inmortal para todas las generaciones de peruanos, especialmente para nuestros políticos.

Quiero finalmente, unirme al pedido para que con ocasión del Bicentenario de nuestra Independencia Nacional, se instituya la “Cátedra Miguel Grau”, de carácter transversal y en todos los niveles de la educación peruana.[4] Si ello es de exigencia nacional, debe serlo especialmente para la Región Piura, tierra que vio nacer al Héroe máximo del Perú.

Pido por tanto al Gobierno Regional de Piura y a su Dirección de Educación, que en estrecha colaboración con la Marina de Guerra del Perú, y en particular con su Dirección de Intereses Marítimos, coordine para hacer realidad este anhelo y así nuestras jóvenes generaciones puedan conocer mejor a don Miguel Grau Seminario y tengan en él un referente de lo que todo peruano y piurano debe llegar a ser. Hagamos así realidad el lema que tanto solemos repetir:

¡Somos Grau, seámoslo siempre!

San Miguel de Piura, 08 de octubre de 2019

 198° Aniversario de la Creación de la Marina de Guerra del Perú
140° Aniversario del Glorioso Combate Naval de Angamos

[1] Vicealmirante. Enrique Salmón Navea – Dirección de Intereses Marítimos.

[2] Don Celestino Manchego Muñoz, Ministro de Marina, 1925 – Dirección de Intereses Marítimos.

[3] Don Héctor López Martínez, Miguel Grau marino y ciudadano, págs. 61-64

[4] Ver Miguel Ángel Rodríguez Mackay, Columna Mundo 360, “Grau es declarado Precursor Calificado de Derecho Internacional Humanitario”; Diario Correo, edición del 24 de marzo de 2019.