El camino sinodal de la Hermandad del Señor de los Milagros del Perú, por José Antonio Benito

Fieles católicos participan de la procesión del Señor de los Milagros en el centro histórico de Lima (Perú). EFE/GERMÁN FALCÓN/Archivo

A punto de comenzar la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos del 4 al 29 de octubre de 2023 sobre la sinodalidad, quiero destacar una de las mayores fuerzas «sinodales» de la historia de la Iglesia del Perú: la Hermandad del Señor de los Milagros. El Sínodo es mucho más que un acontecimiento eclesial, es «un proceso, en el que todo el Pueblo de Dios está llamado a caminar juntos hacia lo que el Espíritu Santo le ayuda a discernir como voluntad del Señor para su Iglesia». Es como «un viaje dentro de un viaje», para favorecer una reflexión más madura para el mayor bien de la Iglesia[1]. Como indica este documento significativo más adelante: «Caminar juntos es el camino constitutivo de la Iglesia; la figura que nos permite interpretar la realidad con los ojos y el corazón de Dios; la condición para seguir al Señor Jesús y ser siervos de la vida en este tiempo herido. Respiración y paso sinodal revelan lo que somos y el dinamismo de comunión que anima nuestras decisiones. Solo en este horizonte podemos renovar realmente nuestra pastoral y adecuarla a la misión de la Iglesia en el mundo de hoy; solo así podemos afrontar la complejidad de este tiempo, agradecidos por el recorrido realizado y decididos a continuarlo con parresía»(n. 120.)

El término de «hermandad» o «cofradía» tiene que ver con comunión o asociación fraterna solidaria de laicos. En Lima, los llamados «negros angolas», por el año de 1651, decidieron agremiarse y constituir «la cofradía en la zona de Pachacamilla», lugar que había sido habitado por los indios de Pachacamac y en la que se ubica, hasta la actualidad, el monasterio de las Nazarenas así como el local de la Hermandad del Señor de los Milagros. 

Primeros protagonistas

El 13 de noviembre de 1655 un violento terremoto sacudió los cimientos de la ciudad, y muchos de los edificios se vinieron abajo, incluyendo las casas vecinas del muro donde se veneraba el Cristo: tan sólo la pared pintada con la imagen del Crucificado permaneció en pie. Eran las dos y media de la tarde, el Padre Francisco del Castillo S.J. sale inmediatamente de la casa de los Jesuitas para auxiliar a la población y predicar el arrepentimiento y la penitencia por los pecados. La misma tarde del temblor fue a prestar auxilio a los necesitados y, al pasar por la Catedral comenzó a seguirle la gente, conocedora de su santidad y valimiento ante Dios. El Padre aprovechó la ocasión para predicarles. El día siguiente, domingo, como continuasen los temblores se condujo en procesión desde la Capilla de Nuestra Señora de los Desamparados hasta la Catedral la imagen de Cristo Crucificado, que fue acompañada por unas 10.000 personas. La noticia de varios hechos milagrosos atribuidos a la imagen mural atrajo el interés del público y la imagen comenzó a ser conocida como el «Señor de los Milagros».

Ese mismo año,más de un centenar de personas se reunían para alabar con sus cantos y fiestas al Señor. En vista del ruido que se armaba, las autoridades mandaron destruir el muro, pero con gran sorpresa vieron que ocurrían diversos fenómenos que hacían imposible derribarlo. El día 14 de septiembre fecha en que la Iglesia recuerda la exaltación de la Santa Cruz, se celebró por primera vez la Misa junto a la imagen. En estos años se añadió las imágenes de la Virgen y San Juan, así como las del Padre Eterno y del Espíritu Santo…

En 1670, el limeño Antonio de León, vecino de la parroquia de San Sebastián, sintió la inclinación de cuidar la imagen y le levantó un altar al ser curado milagrosamente de un tumor maligno. Esto da lugar a reuniones de tipo festivo y religioso, no del todo correctas para los cánones litúrgicos, sino un tanto desordenadas. Esto motivó el que se decidiese borrar la imagen y cerrar el lugar de culto; al intentarlo, los pintores contratados se desmayaban y se sintieron impotentes para conseguirlo. Pero los fracasos de este intento aumentaron la fama del Cristo.

El mismo Virrey Conde de Lemos se personó en el lugar y ordenó que se le construyera una ermita. Su inauguración fue en la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz del año 1671, y en esos mismos días la autoridad arzobispal, a fin de dar continuidad y decencia al culto religioso, nombró como primer mayordomo a don Juan de Quevedo y Zárate.

Hacia el año 1684, surgió otro destacado mayordomo y benefactor, Sebastián de Antuñano. Aquel año, se había dirigido a la ermita del Señor de los Milagros y mientras contemplaba la santa efigie, había sentido una voz interior que le susurraba claramente: «Sebastián, ven a hacerme compañía y a cuidar del esplendor de mi culto». Puesto de rodillas ante la imagen, le había ofrecido un servicio incondicional hasta la muerte.

Fisonomía y dinamismo actual de la Hermandad

A la fecha, son 20 las cuadrillas con unos 200 miembros cada una, con un promedio de 5000 miembros que conforman la Hermandad del Señor de los Milagros de Nazarenas; a ellos hay que añadir varias cuadrillas de la Hermandad Infantil; la rama de «honorarios y benefactores», las bandas musicales, las Sahumadoras y cantoras desde 1962 y 1967, los veleros y faroleros, penitentes, vivanderas, etc. Conviene recordar que hay hermandades en casi todos los distritos de Lima y del Perú, amén de los repartidos por todo el mundo entre los emigrantes peruanos. Todos tienen como referente jurídico el estatuto de la hermandad de Nazarenas que fue aprobado por el Arzobispado de Lima el 11 de mayo de 2005, y modificado el 26 de noviembre del 2009 – es el documento fundamental de la institución, porque en él se fija los fines y objetivos de la hermandad, marcándose los lineamientos generales de nuestra organización. Cuenta además con un Reglamento de 496 artículos aprobado el 28 de junio del 2010.

Las Sahumadoras son las responsables de sahumar o incensar, quemando en sus braseros el aromático sahumerio como símbolo y representación de las plegarias propias y de los files. En la actualidad son unas 350 integrantes. Cada año postulan 20 aspirantes encargadas de «conservar la tradición» y prestar servicio de apoyo social a favor de niños y ancianos; su hábito morado es suelto, sin aberturas, con dos cordones blancos y una mantilla del mismo color. El significado de la quema del sahumerio es limpiar el camino y proporcionar un ambiente agradable y perfumado para el Señor; al efecto se emplea carbón de sauce y una mezcla de sahumerio, incienso y mirra.

Las Cantoras son alrededor de 300 mujeres que conforman el coro que acompaña al Señor con su buen timbre y volumen de voz con un repertorio de más de 70 canciones; todas visten el tradicional hábito y mantilla blanca.

La Rama de Hermanos Honorarios surgió en 1954 por iniciativa del Mayordomo General de la Hermandad, don Julio García Pancorvo, como reorganización de los Hermanos Protectores y Benefactores (encargados de salvaguardar y proteger a la sagrada imagen y fortalecer su culto). SI bien existe la rama de hermanos honorarios (HH) de la hermandad en la cual se les asigna «metros» en los diversos recorridos durante la festividad; cada cuadrilla tiene la posibilidad de contar con los honorarios y benefactores que ve conveniente.

La Hermandad tiene toda una programación de modo personal para cada integrante y de modo corporativo, por cada cuadrilla y para toda la gran familia de la Hermandad[2]. Aunque la actividad más importante es la organización de la festividad de octubre, desarrollan toda una serie de obras sociales y se alimentan permanentemente con actividades espirituales como retiros, celebraciones litúrgicas. Como actividades de proyección a la comunidad destacan la invitación a «carguíos» de otras hermandades durante todo el año, loa participación de las actividades mayores de la arquidiócesis (Corpus, Semana Santa, etc.), las actividades sociales organizadas por la cuadrilla (desayuno/almuerzo en el comedor del monasterio de Nazarenas), actividad Social por Navidad (se coordina con alguna entidad en zonas periféricas de la ciudad)…

Como actividades internas caben resaltar las asambleas mensuales en las que se evalúa la situación de la cuadrilla, la Misa de retiro Mensuales en el monasterio de Nazarenas, las charlas espirituales organizadas con el asesor espiritual de la Hermandad, el Encuentro anual de octubre con el Señor Arzobispo, así como otras de carácter familiar como eventos deportivos y almuerzos de confraternización.

En cuanto a la financiación cada cuadrilla establece una cuota mensual que comprende la cuota de cuadrilla, la cuota de hermandad- para el sostenimiento administrativo u organización de la festividad de octubre, la cuota mortuorial asignado al beneficiario cuando fallece el hermano y la libre colaboración de honorarios y benefactores.

La Hermandad Infantil va creando diferentes cuadrillas de acuerdo con el dinamismo de la cuadrillas adultas. A la fecha son 20 y la conforman menores de 18 años. Participan de la procesión infantil organizada en el mes de septiembre y de las actividades programadas por la cuadrilla adulta. La mayoría de los niños y jóvenes de esta Hermandad infantil postulan como miembros activos de la Hermandad adulta. Cada cuadrilla organiza su «cuadrilla infantil» en la cual establecen un programa de pastoral y participación de carguíos en las invitaciones de otras hermandades infantiles. Algunos miembros de las cuadrillas infantiles hacen el proceso de postulación para ingresar como miembro activo de la hermandad.

Como componente básico de la procesión hay que considerar las bandas musicales- Pertenecen a la Policía Nacional del Perú, del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea Peruana. Cada agrupación se alterna en turnos de cuatro horas . El primer día de la procesión se puede escuchar a todas ellas simultáneamente. Las más frecuentes son de compositores nacionales como  Manuel León Alva («La Pampa y la Puna»), Lázaro Ortiz Guevara («Al Cristo de Pachacamilla»); Constantino Freyre («El Mártir del Golgota). De la institución policial han salido compositores notables como Constantino Freyre y Luis Chávez Mori,  , creadores de cien marchas regulares a las que denominan «Señor de los Milagros», destacando las 16 y 17. También están presentes los españoles de Semana Santa como Manuel López Farfán o Pedro Gámez Laserna sin olvidar los clásicos extranjeros como Beethoven,  Chopin,  Wagner o Schubert, sin olvidar la más popular que es la del himno de Isabel R. Larraín.

Entre los diversos integrantes de esta gigantesca orquesta que constituye la procesión cabe citar, por último, los veleros y las vivanderas. Los veleros son los responsables de tener a punto los cirios labrados que se ofrendan son colocadas en las andas del Señor; suelen medir unos 65 centímetros de altura y son elaborados por los veleros cereros. Durante el mes de octubre se preparan cirios de color morado, medianos y grandes de hasta 30 kilogramos y de 2 metros. Por su parte, las vivanderas son las vendedoras que ofrecen platos de lo más variopinto: olluquito con charqui, cau cau, papa a la huancaína, causa limeña, arroz con pato, escabeche, cebiche, choclos, butifarras, anticuchos, choncholíes, papa con ají, emolientes, y, de postre, aparte del infaltable turrón de dopa Pepa, picarones con miel, mazamorra morada y arroz con leche; había quien también ofrecía bizcochos, ante, algodón dulce y manzanas acarameladas…

Tiempos recios que acrisolan su identidad

Se cumplen 372 años -si se considera la fecha de 1651con sus primeros devotos- y 336 años, cuando en la madrugada del 20 de octubre de 1687, un tsunami arrasó con el Callao y parte de Lima, derribando la capilla edificada en honor a la imagen de Cristo, quedando solamente erguida la pared del Cristo de Pachacamilla o de las Maravillas. Tan terrible evento originó que se confeccionara una copia al óleo de la venerada imagen que, por primera vez, saliera en andas por las calles circundantes al muro sagrado.

Desde entonces sólo una vez dejó de salir al encuentro el Cristo Moreno y fue a causa de la infausta Guerra del Pacífico, como registró el diario El Peruano, el 20 de octubre de 1882: «La romería que en estos dos últimos días se acostumbraba hacer sacando en procesión por las calles de Lima la efigie del Señor de los Milagros, no se ha realizado este año…».

La terrible pandemia sufrida en aquellos años interminables motivó renovar esa dolorosa ausencia en los dos años pasados. Todavía recordamos la consoladora carta pastoral «Con el Señor de los Milagros, resucitemos como Perú ¡Ahora!», por parte de Monseñor Carlos Castillo, arzobispo de Lima, en colaboración de los obispos titulares y auxiliares de la Gran Lima. Nos pedían que «resucitemos como Perú, ahora», viviendo este tiempo como un gran retiro espiritual, de oración, de conversión, de compromiso efectivo con el hermano más necesitado. Gracias a Dios, en este año 2022, los fieles tendrán de nuevo el gozo de su dulce y misericordiosa presencia.

En el marco de la conmemoración del Bicentenario patrio (2021-2024) valoramos las declaraciones oficiales estatales sobre el Señor de los Milagros que le confieren un valor de primer orden cultural identitario: En el 2005, la Resolución Directoral Nacional Nº 1454/INC del Instituto Nacional de Cultura, y su declaración de la «Festividad del Señor de los Milagros» como Patrimonio Cultural de la Nación. La segunda, el Proyecto de Ley Nº 4022/2009-PE, convertido en Ley Nº 29602, por la que se declara al Señor de los Milagros como Patrono del Perú, «símbolo de religiosidad y sentimiento popular» del Perú. http://jabenito.blogspot.com.es/2013/09/la-devocion-al-senor-de-los-milagros.html.

El historiador José Antonio del Busto, al caracterizar la identidad nacional, distinguía la patria (nacida hace 15.000 años con el ingreso de los primeros cazadores nómadas a nuestro territorio), la nación (surgida en el siglo XVI con los primeros mestizos, especialmente con Garcilaso) y el estado (libre y soberano desde el 28 de julio de 1821 con la proclamación de la Independencia). Su determinación de autonomía le convierte en país «independiente, uninacional, pluricultural, multilingüe y mestizo».

Víctor Andrés Belaunde acuñó el término de «peruanidad» como proyecto y utopía de una solidaridad en marcha, y la convicción de un somos, un podemos y un debemos ser; es la «síntesis viviente», como simbiosis de valores culturales y espirituales lejanos y cercanos, con sus mitos, tradiciones y costumbres, y que se remoza constantemente por su propio impulso vital y con un destino propio, personal.

Pocas realidades encarnan de modo tan pleno este concepto como la del Señor de los Milagros como aglutinador de los peruanos, tanto los que viven dentro como fuera del Perú. En nuestros tiempos de globalización que amenazan con una colonización cultural uniformadora, la devoción al Cristo Moreno es una garantía para afianzar la peruanidad («hagamos grande nuestro Perú» –se canta en el himno) sin cerrarse al diálogo intercultural, tal como desea la Iglesia. De hecho, el Señor de los Milagros se está convirtiendo en auténtico embajador del Perú en el mundo.

El P. Armando Nieto, que fue presidente de la Academia Nacional, en la última ponencia pronunciada antes de fallecer, en la Facultad de Teología Pontificia Civil de Lima, el 18 de mayo del 2016, afirmó que a pesar de los terremotos fuertes y violentos de 1655, 1687, 1746 y 1970 en el Callejón de Huaylas; después en 1974 muy fuerte también. La pintura del Señor de los Milagros no se ha perdido. Citó al profesor José Sánchez del Departamento de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú  que «no se trata tanto del milagro objeto de complejos y después de discernimiento sociológicos, sino de hechos y acontecimientos que forman parte de la realidad de necesidades casi urgentes del pueblo: necesidad de trabajo, necesidad de curación, el hambre de restablecer la armonía familiar, reparar una ofensa, recobrar la fe perdida por la muerte de un ser querido y tantas otras. Son fuente de milagro, en que el pueblo ha puesto toda intervención positiva y estas dimensiones de la vida cotidiana constituyen un verdadero milagro -tan extraordinario y divino, como lo fue la resurrección de Lázaro. Tras los milagros está la presencia sagrada, sobre todo la vida de Jesucristo del Evangelio, el mismo Señor de los Milagros, es la pura verdad».

Como explicaba el Dr. P. Manuel Marzal S.J., antropólogo, el milagro es aquel hecho extraordinario que no se puede probar de ninguna manera científicamente de que haya ocurrido y que entonces hay que atribuirlo a Dios. El pueblo recibe muchos milagros. Milagro es la solución a una situación límite, cuando una persona no encuentra ninguna salida posible, en cualquier tipo de circunstancias que ocurran. En mi programa radial «Perú, Tierra ensantada», los cuatro domingos del presente octubre he podido compartir más de cien testimonios enviados a la web de Radio María provenientes de todos los rincones del Perú.

Por primera vez en la historia bimilenaria de la Iglesia, el papa rezó el pasado viernes santo del 2020, en solitario, ante la inmensa plaza vacía de San Pedro y brindó la bendición y la indulgencia plenaria al mundo por la pandemia de la covid todavía nos azota. Presidía la celebración el crucifijo milagroso de la «Gran Peste» de la iglesia romana de San Marcelo, que fue sacado en 1522 en procesión por los barrios de Roma para invocar el fin de la peste que la asolaba.

Por idéntico motivo, el Papa Francisco nos envió una paternal carta en la que seune a la oración de los peruanos «al Crucificado implorando su misericordia y el cese de la pandemia que aflige también a esa querida tierra», recordándonos que, «en la ciudad de Lima, como en todos los demás rincones del Perú, el mes de octubre está marcado por la especial veneración al Señor de los Milagros, Jesús crucificadofijo e inmóvil en la cruz, no por la fuerza de los clavos sino por su amor infinito, es la prueba más linda del amor de Dios hacia el amado pueblo peruano. Se muestra como el «Emmanuel», Dios-con-nosotros que, silencioso sale al encuentro de su gente para darle vida y consuelo, y abarcarlo en el abrazo inmutable de su misericordia y perdón».

Del dicho al hecho ningún trecho. Coherencia

Este caminar juntos, sinodalmente, -como hemos visto- tiene nombres concretos, significativos, que constituyen todo un desafío a la coherencia de cada hermano y a su vida de familia, corporativa  Gracias al generoso compromiso de su cuarto mayordomo, el «vizcaíno español» Sebastián de Antuñano se fueron organizando las cuadrillas y se consolidó la Hermandad; la compra del terreno de lo que será el Santuario y su solicitud para que la «guayaquileña del Ecuador» Sor Antonia Lucía continuase acompañando al Señor originando la devota presencia de las Carmelitas Nazarenas, consolidó el multitudinario fervor por el Cristo de Pachacamilla. Iniciado por afrodescendientes en un distrito de indios trasladados desde Pachacama, acrisolado por la entrega de un español y una ecuatoriana, terminará hermanando a todos los grupos del Perú, siendo la corporación más genuina de la peruanidad en el exterior. Entre las numerosas gracias recibidas cabe señalar que, incluso en los años del terrorismo, suscitó hasta una familia eclesial la de Los Misioneros de la Reconciliación del Señor de los Milagros (MRSM), fundado en 1987 por el peruano P. Felipe Fierro Badillo.

No podemos por menos de agradecer esta entrañable forma de caminar juntos, «Fratelli tutti», sinodalmente, celebrando el gozo de la fe y comprometidos con los más necesitados, como siempre nos alienta el Papa Francisco.

Dos miembros veteranos Luis Farfán y Carlos Hiraoka, al cumplir 80 años de vida, han compartido sus vivencias en un entrañable libro La Amable Tradición (Los sabores que nos dio a conocer Nuestro Señor) (Editorial Salesiana, Lima, 2022, pp.139), aportando  «estampas, semblanzas, crónicas maravillosas que se repiten cada octubre», en las historias esenciales, el vivir diario, en el recorrido procesional, vividos por la gran legión de hermanos jubilados. De hecho, el gran desafío de la Hermandad es la coherencia de sus integrantes como nos manifiesta uno de ellos

 Luis Martín Regalado, miembro de la cuadrilla 18,  nos comparte cómo ha integrado en su vida la profesión, la vida de familia y la pertenencia a la Hermandad que se traduce en una militancia gozosa de su vida de fe: La fe en nuestro Señor, está a flor de piel…. Uno lo siente en cada conversación con un hermano, en cada saludo, es especial cuando nos encontramos en el atrio de la iglesia, para participar de nuestra misa de guardia, cuando estamos a los pies del Señor en la procesión o cuando todos contagiados del mismo espíritu llevamos la alegría de la Navidad en diciembre a los niños y a todos los que necesiten la bendición del Señor. Todos tus sentidos te ayudan a vivir tu fe. Desde el canto que le dedican al Señor, que entonan las cantoras; el sahumerio que ofrecen al Señor las sahumaduras…. La banda que te indica que el Señor está cerca, los fieles que te empujan y no te dejan caminar, los que rezan, los que piden. Y sobre todo cuando estas frente a frente con la imagen del Señor… es algo que solo un hermano lo conoce… Y el capataz golpea la campana, levantas y tienes la gracia de llevar al Señor en tus hombros. Pero no solo es el hecho de portar las andas, tu vida debe ser un reflejo de tu fe. Un hermano debe cumplir con los preceptos de la iglesia, tener una vida de oración, ser solidario, practicar la caridad fraterna. Solo así podrás ver al Señor frente a frente.

Culmino con el final del poema de mi buen amigo y paisano salmantino, P. Alfonso Francia, poeta y salesiano, su entrañable poema «¡Ay Señor de los Milagros, no nos dejes de tu mano, queremos estar contigo, siempre y todos, a tu lado!». De esto se trata: de estar a su lado, siempre y todos. Como cantamos en el himno: «Con paso firme de buen cristiano, hagamos grande nuestro Perú, y ,unidos todos, como una fuerza, te suplicamos, nos des tu luz». Aquí está la clave de su devoción tricentenaria, de su procesión multitudinaria: la unidad, la hermandad, la sinodalidad.

BIBLIOGRAFÍA:

BENITO, J.A.

2005 «Historia del Señor de los Milagros de las Nazarenas» El rostro de un pueblo (Estudios sobre el Señor de los Milagros) G. Corrado Peluso (coord.) Fondo Editorial UCSS, Lima 2005, pp.131-257

2010. «El Señor de los Milagros, rostro de un pueblo: el protagonismo de la Hermandad de las Nazarenas de Lima»  Los crucificados, religiosidad, cofradías y arteActas del Simposium 3/6-IX-2010 / coord. por Francisco Javier Campos y Fernández de Sevilla, 2010, págs. 1025-1052 Instituto Escurialense de Investigaciones Históricas y Artísticas. Simposium (18. 2010. San Lorenzo de El Escorial)

2011.El Señor de los Milagros. Identidad de un pueblo. Historia y espíritu. Paulinas, Lima, 206 pp.

2012. «La Virgen de la Nube y el Señor de los Milagros de Lima» Simposium de Estudios del Escorial, Advocaciones Marianas de Gloria (San Lorenzo del Escorial, Madrid, pp.1187-1208. 

2012. Voz Sebastián de Antuñano  Diccionario biográfico español de la Real Academia de la Historia de España, Madrid, 2012.

2013. «La devoción al Señor de los Milagros, patrimonio inmaterial del Perú» Simposium (XXI Edición) San Lorenzo del Escorial, 5 al 8 de septiembre del 2013, Vol. II, pp.817-842

2014. La devoción al Señor de los Milagros, patrimonio inmaterial del Perú. Álbum fotográfico de la muestra «¡Cómo no creer en Dios!  Con Sara Manjón, CEPAC-UCSS, Lima, 88 pp.

2014 «¡Cómo no creer en Dios!  Introducción histórica del álbum fotográfico de Sara Manjón, pp.12-27.


[1] COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL: La Sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia Roma, 2018 https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_cti_20180302_sinodalita_sp.html

[2] Agradezco a José Luis Vallejos de la Cuadrilla 18 por los datos aportados.