Homilía del Domingo XVII del Tiempo Ordinario: Los pedigüeños lo consiguen
La verdad es que tenemos necesidad de muchas cosas, porque nacimos sociables. Algunas las hacemos y podemos por nosotros mismos. Otras, necesitamos que nos ayuden como aprendimos desde que pedimos la leche a nuestra madre.
Hoy Jesús nos invita a pedir a nuestro Padre Dios.
- Génesis
Después de la aparición de Dios a Abraham bajo la encina de Mambré, y haberle hecho la promesa de que pronto tendría un hijo, el mismo Señor le hace una confidencia. Como hablando consigo mismo, dice el Señor:
«¿Puedo ocultarle a Abraham lo que voy a hacer? Abraham se convertirá en un pueblo grande y numeroso y en él se bendecirán todos los pueblos de la tierra».
Es interesante ver cómo Abraham se pone a dar «consejitos» a Dios y cómo Dios le gana en generosidad. El Señor le descubre cómo va a destruir las ciudades de Sodoma y Gomorra porque comenten muchísimos pecados.
En una escena totalmente antropomórfica: «Los hombres se volvieron y dirigieron a Sodoma, mientras el Señor seguía en compañía de Abraham». Ahí empieza el diálogo:
«¿Vas a destruir al inocente con el culpable?». Es Abraham, que en realidad está pensando en su sobrino, el bueno de Lot, que es un hombre justo.
Dios le advierte que si encuentra cincuenta justos no la castigará.
Abraham empieza a regatear, hasta que le pregunta que si encontrara a diez justos los perdonaría.
El Señor vuelve a contestar: «En atención a los diez no la destruiré».
Abraham no se atrevió a seguir pidiendo, pero Dios mandó salir a Lot y su familia antes de realizar el castigo.
- Salmo 67
Es un himno de alabanza y acción de gracias a Dios por su misericordia:
«Te doy gracias, Señor, de todo corazón (…) Por tu misericordia y tu lealtad. Cuando te invoqué me escuchaste. Acreciste el valor en mi alma».
- San Pablo
Nos invita a renovar nuestra fe en el poder de Dios que resucitó a Jesús y, como fruto de su sacrificio, nosotros hemos muerto al pecado y resucitado a una vida nueva en el bautismo.
Cuántas veces, a lo largo de la vida, debemos agradecer e incluso celebrar el regalo del bautismo, día en que Dios nos perdonó todos los pecados que había en nosotros.
- Verso aleluyático
Agradezcamos siempre al Espíritu Santo por habernos hecho hijos adoptivos de Dios lo cual nos hace decir gozosamente: Dios es nuestro Padre.
Repitamos con frecuencia y con mucho amor esa palabra tan dulce: «¡Abbá, Padre!».
- Evangelio
El ejemplo de la oración que hacía Jesús, hizo que los discípulos le pidieran:
«Señor, enséñanos a orar como Juan enseñó a sus discípulos».
Aunque la oración del padrenuestro en Lucas recoge cinco de las siete peticiones de Mateo, en el fondo es lo mismo: la petición de un hijo que habla y pide a su padre, con toda confianza, lo que necesita para vivir.
Interesante resulta a continuación que Jesús pida «constancia en la oración».
Lo hace, primero, con la parábola del amigo que a medianoche pide pan al panadero que está durmiendo con los suyos. Advierte Jesús que si el necesitado insiste se levantará el panadero y le dará lo que necesita, si no por amistad, para que le deje dormir en paz.
En segundo lugar, continúa el Señor: «Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá. Porque quien pide recibe, quien busca halla y al que llama se le abre».
Termina con una simpática comparación, después advertir cómo los padres en la tierra dan lo que piden a sus hijos, dice:
«Si vosotros que sois malos sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a lo que se lo piden».
¡Atención, amigos!
Jesús nos dice, con toda claridad, que pidamos el Espíritu Santo en nuestra oración.
José Ignacio Alemany Grau, obispo
Redentorista. Obispo Emérito de Chachapoyas y escritor. Cada semana comparte a ‘Perú Católico’ su Homilía dominical.