La asombrosa tumba de San Pedro
La identificación científica de la tumba de San Pedro es obra de los padres jesuitas Engelbert Kirschbaum y Antonio Ferrúa, y de los Sres. Bruno Ghetti y Enrique Josi. Todo empezó en 1939, con Pío XII, cuando estaban haciendo unas excavaciones para preparar la tumba de Pío XI. Haciendo las excavaciones, descubren un mosaico.
Había una tradición de que debajo del altar papal, debajo del baldaquino de Bernini, debajo de la cúpula de Miguel Angel, había una necrópolis, un cementerio, donde había sido enterrado San Pedro. Cuando al hacer la excavación para enterrar a Pío XI apareció un mosaico, dijo Pío XII: «Que sigan excavando». Siguen excavando, y aparece la necrópolis. Un cementerio importantísimo. En él aparecen mausoleos de familias importantes de Roma, como los Flavios, los Valerios, etc.
Me dijo el padre Ferrúa que sacaron 50.000 metros cúbicos de tierra, debajo de la Basílica. Y le pregunto al padre Ferrúa:
-¿Y los 50.000 metros cúbicos de tierra no han afectado a la Basílica?
-No. No ha sufrido nada, porque la excavación no tocó los cimientos de la Basílica.
En la excavación aparece una tumba cavada en la tierra abierta y vacía. Ahora explicaré todo esto que es muy interesante. Una tumba en la tierra abierta y vacía. Y deducen que es la tumba de San Pedro.
Sabemos por la Historia que Nerón persiguió a los cristianos. Nerón era un maniático, que incendió Roma, y echó la culpa a los cristianos. Y para justificar el incendio de Roma, echa la culpa a los cristianos y persigue a los cristianos. Desencadena una matanza de cristianos, entre ellos San Pedro. Y lo martiriza en el circo de Calígula. Lo empezó Calígula y lo terminó Nerón. Este circo, que se llamó de Nerón, está al lado del Monte Vaticano. Dice la tradición que a San Pedro lo crucificaron cabeza abajo. Así lo afirma Orígenes, el famoso teólogo alejandrino, a mediados del siglo III.
Flavio Josefo, historiador de aquel tiempo, que conocía las crucifixiones de los romanos, dice las distintas maneras cómo los romanos solían crucificar, y una de ellas era cabeza-abajo. Una confirmación de que San Pedro fue crucificado cabeza-abajo es que las manos no tienen orificio de los clavos, necesarios para colgar el cuerpo, y que no hay huesos de los pies, quizás quedaron en el palo de la cruz.
Pues dice la tradición que a San Pedro lo crucificaron cabeza-abajo, en el circo de Calígula y Nerón. Al lado del Monte Vaticano. Y en el Monte Vaticano había una necrópolis, un cementerio. Y a San Pedro lo enterraron en esa necrópolis en la ladera del Monte Vaticano, y en una tumba pobre. San Pedro era pobre. Aquellos cristianos eran pobres. Lo entierran en la tierra, en una tumba pobre. Cuando Constantino vence a Majencio en la Batalla de Puente Milvio el 28 de octubre del año 312, dice que vio el signo de Cristo en el cielo, y que le dio la victoria sobre Majencio, a pesar de que éste tenía tropas muy superiores. Por eso puso el signo de Cristo en su lábaro.
Todo esto lo cuenta el historiador Eusebio de Cesarea en su vida de Constantino, y dice que lo oyó de viva voz del mismo Constantino. Constantino, en agradecimiento a Cristo, que le había dado la victoria, según él, se convierte al cristianismo. Junto a la Basílica Lateranense, en Roma, hay un obelisco que pone: «Aquí fue bautizado Constantino, por el Papa Silvestre».
Constantino da paz a la Iglesia en el año 313 y edifica una serie de templos cristianos. Uno de ellos la Basílica en honor de San Pedro, sobre la tumba de San Pedro. ¿Y cómo Constantino sabía dónde estaba enterrado San Pedro? Hacía muy pocos años que había muerto San Pedro.
Todavía vivían los hijos de los que habían conocido a San Pedro. Todo el mundo sabía donde estaba enterrado. Sobre todo San Silvestre, su sucesor. Las tumbas eran lugares sagrados y muy venerados. Pero además hay una razón clarísima para saber que Constantino levanta su Basílica sobre la tumba de San Pedro, porque la edifica en la ladera de un monte, con un desnivel de once metros. Hubo que hacer un enorme corrimiento de tierras, y entonces no había las máquinas que tenemos hoy.
Hubo que hacer un enorme movimiento de tierras, para hacer una gran explanada en la ladera de un monte. Y a los pocos metros tenía la gran explanada del circo de Nerón, que tenía 300 metros de largo por 100 de ancho.
Pues si querían levantar una Basílica en honor de San Pedro, ¿por qué no aprovechan la explanada cercana del circo de Nerón, 300 metros de largo por 100 de ancho, y no que hace la explanada en la ladera de un monte? Pues porque ahí estaba la tumba de San Pedro. Y además de las dificultades técnicas que tuvo que resolver para levantar la Basílica en la ladera de un monte, están las dificultades morales y jurídicas. Porque tuvo que sepultar una necrópolis que había llegado a ser una de las más importantes de Roma, y donde estaban enterradas muchas familias ilustres. Menudos problemas con las familias que tenían ahí sus seres queridos.
Por lo tanto, la única razón de que Constantino levantara su Basílica en la ladera de un monte, sepultando una necrópolis, con todas las dificultades que suponía, es porque ahí estaba la tumba de San Pedro. Si no, no tiene explicación que levantara su Basílica en un sitio tan complicado. Pues en esa tumba abierta y vacía que aparece en la necrópolis debajo del baldaquino de Bernini y la cúpula de Miguel Ángel, se descubren dos cosas muy importantes:
1.-Esa tumba está protegida por unos muros para defenderla de las filtraciones de agua muy frecuentes en esa ladera del monte Vaticano. Las otras tumbas adyacentes no tienen esa protección de muros. Luego la persona que estaba enterrada en esta tumba de tierra era muy importante.
2.-Debió ser una persona muy venerada, porque en esa tumba abierta y vacía aparecen centenares de monedas. Monedas romano-imperiales y monedas medievales de casi toda Europa. Luego esa tumba fue venerada por toda Europa.
Por varias razones los investigadores llegan a la conclusión de que es la tumba de San Pedro. Entonces Pío XII dice en el radiomensaje de Navidad de 1950: «Hemos encontrado la tumba de San Pedro».
Identificación científica de los huesos de San Pedro
Terminada esta investigación, en 1952, la profesora Margarita Guarducci, que es la primera autoridad mundial en epigrafía griega, empieza a descifrar los grafitos que hay en uno de los muros adyacentes a esa tumba. Los grafitos son unas inscripciones hechas con punzón en el enlucido de los muros. Lo que se ve allí es una maraña, porque están unos encima de otros. Ella me dijo: «Yo he estado seis años de rodillas delante de este muro estudiando los grafitos». Ha publicado tres gruesos tomos en folio descifrando esos grafitos. Descubre unos muy interesantes.
Por ejemplo: «Pedro, ruega por los cristianos que estamos sepultados junto a tu cuerpo». Otra inscripción es el logotipo de Pedro, que era como una «p» y en el palo vertical tres rayas horizontales en forma de llave. Significa: «Pedro el de las llaves». Alude al pasaje evangélico de San Mateo, en el que Cristo entrega a Pedro las llaves del Reino de los Cielos.
Total que llega a la conclusión de que por allí está la tumba de San Pedro. Estos grafitos están en el muro «G», que es un muro blanco. Pero en el adyacente, que es un muro rojo, descifra un grafito que pone: «Pedro está aquí». Pican y descubren un nicho forrado de mármol blanco, y allí unos huesos.
Encargan al profesor Venerando Correnti, que es catedrático de Antropología de la Universidad de Palermo, que estudie esos huesos. Y el profesor Correnti llega a esta conclusión: «Aquí hay huesos humanos y huesos de ratón». Un ratón que se coló por una rendija, no pudo salir y se murió allí. Y los huesos humanos, una vez estudiados, reúnen los siguientes datos:
1.-Tienen adherida tierra. En cambio los huesos de ratón estaban limpios. Se analiza la tierra adherida a los huesos humanos y es la misma tierra de la tumba abierta y vacía, identificada como la de San Pedro, mientras que las tumbas colindantes tenían otra clase de tierra.
2.-Esos huesos están coloreados de rojo por haber estado envueltos en un paño de púrpura y oro. Hay hilos de oro y de la tela. Debían ser huesos de una persona muy venerada, pues los envolvieron en un rico paño de púrpura y oro, para guardarlos en ese nicho. Parece que estos huesos fueron retirados de la tumba de tierra y guardados en ese nicho para protegerlos de la humedad de aquel terreno. Este nicho ha permanecido intacto desde Constantino hasta hoy.
.-Los huesos humanos son de la misma persona. De sexo varón. De complexión robusta. Que murió en edad avanzada. Y vivió en el siglo I. Decidme, como dice la profesora Guarducci, si nosotros «a priori» buscamos los huesos de San Pedro, ¿qué buscaríamos? Huesos de varón. De complexión robusta: Pedro era pescador. Muerto en edad avanzada: parece que Pedro murió a los setenta y tantos años. Que vivió en el siglo I. ¡Eso es lo que hemos encontrado!
Pregunté a la profesora Guarducci qué porcentaje de seguridades había de que esos huesos sean de San Pedro. Me contestó:
-Sin duda el cien por cien.
La profesora Guarducci ha publicado la identificación de estos huesos en un libro titulado «Las reliquias de San Pedro», publicado por la Editorial Vaticana en 1965. Por eso Pablo VI dijo el 28 de junio de 1978: «Hemos llegado al final. Hemos encontrado los huesos de San Pedro identificados científicamente por especialistas en el tema».
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El recuerdo que ha quedado de San Pedro en Roma, desde su tumba hasta la cúpula de Miguel Ángel, es incomparablemente superior al de todos los emperadores romanos de los que de la mayoría sólo quedan ruinas. Los emperadores romanos tuvieron todo el poder terreno en sus manos. San Pedro fue un pobre pescador ignorante; pero murió por una verdad: la gran verdad de Cristo-Dios.
Cristo, el hombre que más ha influido en la Historia de la Humanidad. Y el Hombre más amado de la Historia. Cristo, el Hombre que con su doctrina de amor al prójimo, hizo posible en la Historia la abolición de la esclavitud, la igualdad de los derechos de la mujer ante la ley, y hoy el derecho a vivir del no nacido, en contra de los que defienden el aborto, que quieren legitimar la condena a muerte de un inocente. La doctrina de Cristo defiende siempre los derechos del tratado injustamente.
Y Cristo, el más amado de la Historia. Ningún hombre ha sido amado más allá de su tumba. A lo más, admirado, pero no amado. El amor a un difunto sólo dura unos años en el corazón de sus parientes. Y nada más. Cristo hace dos mil años que murió, y hoy se le ama como a nadie en el mundo. Miles y miles de hombres y mujeres lo han amado hasta la muerte. Unos dando la vida de golpe, como los mártires. Otros dándosela gota a gota, consagrándosela por entero. Millones y millones de cristianos que lo aman con locura y están dispuestos a morir por Él antes que traicionarle.
La muerte y la victoria de Pedro es prenda de nuestra esperanza. Pues ese Pedro, a quien Cristo hizo piedra fundamental de su Iglesia, está aquí. Su tumba está aquí. Sus restos están aquí. Y encima, su único y legítimo sucesor en la Tierra. Una cadena de 265 Papas, legítimos sucesores de San Pedro, le transmiten su autoridad. El que quiera estar en la Iglesia que Cristo fundó en Pedro, tiene que estar en la Iglesia del Papa de Roma, que es el único en la Tierra legítimo sucesor de San Pedro. Estamos en la Iglesia de Juan Pablo II de Roma, el único legítimo sucesor de San Pedro, en quien Cristo fundó su única Iglesia.
Nadie más en la Tierra puede pretender ser legítimo sucesor de San Pedro. Hay una continuidad local. El altar papal está sobre la tumba de San Pedro. Los Papas de Roma han dicho siempre misa sobre la tumba y los restos de San Pedro.
(Extracto de la conferencia pronunciada en la Colegiata de Belmonte. Cuenca.
Por: P. Jorge Loring, S.I. | Fuente: Catholic.net
Licenciada en Teología. Redactora internacional. Interés en temas del Vaticano.